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MARÍA AGUIRRE “LA CHARRITA” MEXICANA, FUE EN EL SIGLO XIX UN “GARBANZO DE A LIBRA”.

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FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Durante el siglo XIX varias mujeres toreros se hicieron presentes en los ruedos mexicanos. Entre otras, se encuentran: Victoriana Sánchez, Dolores Baños, Soledad Gómez, Pilar Cruz, Refugio Macías, Ángeles Amaya, Mariana Gil, María Guadalupe Padilla, Carolina Perea, Antonia Trejo, Victoriana Gil, Ignacia Ruíz “La Barragana”, Antonia Gutiérrez, María Aguirre “La Charrita Mexicana” y también la española Ignacia Fernández “La Guerrita”.

   La Charrita Mexicana nace en Zamora, Michoacán el 3 de marzo de 1865. Muere el 30 de diciembre de 1963 en la ciudad de México. Su solo paso por la vida, bien merece la siguiente semblanza.

María Aguirre decidió seguir una línea poco común en cuanto a la presencia que la mujer tuvo en México a finales del siglo XIX, asumiendo y haciendo suyo por tanto un papel protagónico donde la podemos ver participando activamente en quehaceres al parecer solo privativos del sexo masculino en eso de montar a caballo y realizar suertes arriesgadas.

Había estupendas actrices, cantantes, autoras, pero una que se distinguiera manejando las riendas, sentada al estilo de las amazonas, y colocando un par de banderillas a dos manos, como lo muestra el impecable grabado de José Guadalupe Posada, francamente era un “garbanzo de a libra”. De ahí que la “Charrita mexicana” escalara rápidamente hacia una cima, en la que, si no se mantuvo por mucho tiempo, lo hizo en cambio con bastante consistencia.

José Guadalupe Posada. Un par de banderillas a caballo colocado por “La Charrita mexicana”. Grabado en relieve de plomo. Fuente: Carlos Haces y Marco Antonio Pulido. LOS TOROS de JOSÉ GUADALUPE POSADA. México, SEP-CULTURA, Ediciones del Ermitaño, 1985.

Esposa en primeras nupcias con Timoteo Rodríguez. (María actuaba como amazona en el circo Toribio Rea, donde conoció a Timoteo Rodríguez, casándose con él hacia 1885. Montaba de amazona y ponía los dos palos a la vez, con una mano, a la media vuelta). El “acreditado artista” Timoteo Rodríguez era un consumado gimnasta, que para eso de los “trapecios leotard, el bolteo en zancos o los grupos piramidales” en que participaba no tenía igual, pues era de los que arrancaban las palmas en circos como el de la INDEPENDENCIA, ubicado en la calle de la Cruz Verde Nº 2. Precisamente, el admirable vuelo conocido con el célebre nombre LEOTARD, fue la última invención del acróbata, suerte ejecutada por un solo individuo en dos trapecios, lo cual “causa admiración y sobresalto ver al artista salvar tan largas distancias cual lo puede hacer solo un ave”. A la muerte de este, ocurrida luego de padecer una cornada el 10 de marzo de 1895 y en la plaza de Durango, festejo a beneficio de su esposa, cornada que le causó un toro de Guatimapé. Por alguna razón, que llamaría descuido, se declaró la gangrena con tal rapidez que 4 días después falleció el que fue acróbata y torero al mismo tiempo. Curada la herida de la primera viudez, María casó una vez más, ahora con el cubano José Marrero, quien ostentaba el remoquete de Cheché. Este era otro torero de la legua, por lo que pronto se entendieron. Ambos continuaron sus andanzas, sobre todo al norte del país, sin dejar de hacerlo también en más de alguna plaza del centro del país.

La vigorosa ejecución de tan arriesgada suerte, el buril firme y seguro de Posada hacen que el resultado de la colocación de ese par a dos manos desde el caballo que hoy adorna las presentes notas, siga levantando carretadas de ovaciones, a más de un siglo de haber ocurrido. Cuarenta años después, una guapa peruana recuperó –con otro estilo- la presencia femenina en los ruedos. Me refiero a Conchita Cintrón, de la cual se guardan gratos recuerdos.

Una calavera le fue dedicada a María Aguirre en 1894 así:

 La Charrita.

 La cojió un toro de Atenco

al poner las banderillas

y al caerse del caballo

se deshizo la Charrita.

María Aguirre La Charrita Mexicana en una de tantas imágenes ya en plena época madura. La Lidia. Revista gráfica taurina. México, D.F., 26 de febrero de 1943, Año I., Nº 14.

   Un año más tarde, la prensa trataba su caso en los siguientes términos:

Con motivo de un posible viaje por parte de María Aguirre a España, el Suplemento a El Enano, Madrid, del 18 de julio de 1895, p. 4, expresaba lo siguiente:

De El Arte de la Lidia, de México:

“Es un hecho que en este año, emprenderá viaje a España con el objeto de trabajar en las principales plazas de la Península, la popular y aplaudida Charrita mexicana, María Aguirre de Marrero.

En su viaje le acompañará su esposo el valiente matador de toros José Marrero Cheché, quien piensa tomar la alternativa en Madrid para después regresar al país”.

Ya verá la Charrita

y ya verá Cheché

que aquí los cornúpetos

no son de Guanamé.

    En una gira que María y José Marrero realizaron por los Estados Unidos, los llevó hasta un sitio conocido como Cripple Creek, Columbia, allá por el mes de agosto de 1895. La prensa daba cuenta de aquel suceso anotando que su presencia había resultado todo un éxito, pues el programa “ha sido cumplido en todas partes, incluso la corrida de toros como había sido anunciado.

“Esa corrida de toros ha sido enteramente al estilo mexicano.

“Ha llamado mucho la atención el capitán Cheché y la simpática Charrita, que tan justa fama gozan en México.

“Ha sido la primera corrida de toros en un redondel de los Estados Unidos”. (En La Patria, del 28 de agosto de 1895).

De hecho, Ponciano Díaz se había presentado años antes, justo en Nueva Orleans, entre el 7 y el 26 de diciembre de 1884, con la consiguiente nota exaltadora que se ubica en El siglo XIX que apuntaba:

“UN TORERO MEXICANO. Sabemos que Ponciano Díaz, bien conocido por diestro y arrojado en las plazas de toros de la República, está causando un verdadero furor entre nuestros primos de Orleans. Y eso que los bichos que lidia en la ciudad americana no deben ser como los bravos de Atenco.

Ponciano Díaz fue obsequiado en una de las últimas corridas con una corona de oro”.

Todavía, a principios de siglo XX, María Aguirre seguía actuando con cierta frecuencia, hasta que su nombre poco a poco fue perdiéndose… Con los años, algunas publicaciones periódicas, como Revista de Revistas la “desempolvaron” del olvido, trayendo desde aquel territorio, y en varias entrevistas de nuevo a la “palestra” a quien fuera famosa amazona, esposa de dos toreros, Timoteo Rodríguez y José Marrero, a quienes vio morir con motivo de percances en el ruedo con muy pocos años de diferencia. Así, la valiente “charra” fue soportando la vida, hasta que, llegado el año de 1963 y casi con un siglo de vida, terminaron sus días, rodeados de recuerdos y amarguras…

Este quizá se convierta en uno de los últimos carteles (año de 1917) donde aparece su nombre para una más de esas notables actuaciones suyas. Col. del autor.


LOS CÓDICES DE LA IMAGEN: (1894-2018): CINE y TOROS EN MÉXICO.

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EL ARTE… ¡POR EL ARTE!

 Por: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

Así como el quehacer de los antropólogos ha sido rastrear, recuperar, identificar y ubicar todos aquellos documentos conocidos como códices, que recuerdan no solo la gloria de determinados personajes, sino las guerras, así como los diferentes sistemas políticos de un pueblo o su religión. También no dejan de inscribirse valores de vida cotidiana, con lo que nos acercamos a una idea más precisa de cómo se desarrollaron determinados momentos, tiempos o épocas de un pasado que parecían irrecuperables, aunque por fortuna tan inmediatos gracias a su rescate, resguardo e interpretación precisos.

Del mismo modo, existen otra serie de testimonios que fortalecen en esa medida la circunstancia del pasado, con lo que nos es más inmediato, de ahí que lo podamos conocer un poco más, pero también un poco mejor.

Los archivos fílmicos vienen a convertirse en invaluables acervos, colecciones y reuniones de “códices de la imagen” los cuales aglutinan y recogen todos aquellos síntomas en los que se movió determinada sociedad, documentos conocidos en nuestro país desde 1896.

Desde el 8 de julio de 1960, la Universidad Nacional Autónoma de México consciente del significado del cine como un instrumento de divulgación histórica, formó la FILMOTECA, como principal repositorio donde habrían de rescatarse, cuidarse, mantenerse y clasificarse -siguiendo el modelo de los antropólogos respecto a los códices- todos aquellos materiales que, en sí mismos encierran el valor de hechos y testimonios relacionados con acontecimientos históricos, sociales, artísticos, sin faltar los que comprenden aspectos de vida cotidiana. En este último apartado quedan incorporadas las corridas de toros, con imágenes que se remontan a 1895; llegan a 1975, momento en que la generación del cine es desplazada por el video pero no por ello deja de registrarse en ese nuevo formato que cada vez evoluciona y que incluso sirve para resguardar los viejos materiales sometidos al riesgo del paso del tiempo.

Ahora bien, entre otros fines concretos de la Dirección General de Actividades Cinematográficas –mejor conocida como FILMOTECA de la U.N.A.M.- se encuentran no solo documentales, sino también películas de ficción. (Recordemos que las películas pueden clasificarse como documentales cuando fueron filmadas in situ, o de ficción, cuando se trata de escenas reconstruidas en otros lugares). Gracias a todo lo anterior, hoy es posible saber que muchos de los documentos ya indicados, provienen, en su mayoría de colecciones que formaron en su momento personajes como los hermanos Alva, Jesús H. Abitia, Salvador Toscano y otros plenamente reconocidos. También están los materiales logrados por diversos anónimos y personas que tuvieron, además de los recursos para realizar dicha actividad, la pasión y un sentido por el rescate de la memoria.

Lo verdaderamente notable es que estos documentos recogen a los héroes populares, esos que se pensaban perdidos hasta que al volverse a destapar viejas latas y colocarlas en enormes proyectores retornan en el tiempo hasta nosotros, con lo que nos damos cuenta del significado que tuvieron y que siguen teniendo. Esas imágenes nos permiten entender la forma en cómo evolucionó la selección y gusto de la sociedad por diversiones como la de toros. De ahí que volvamos a fijarnos en una más de las herramientas de la antropología, unidas también al quehacer histórico y sociológico que acude para enriquecer el soporte interpretativo necesario para entender en mejor forma el contexto resguardado en viejos nitratos.

Por razones que se desconocen, pero que pueden ser simple y llanamente intolerancia, indiferencia o desinterés, muchos historiadores, intelectuales y gente de la cultura ligada al cine manifiestan su rechazo por la fiesta brava, misma que pasa por ser excluida de la historia como registro documental, lo cual mueve a concientizar a quienes se ven involucrados para que, dejando a un lado ciertos prejuicios, valoren la calidad de muchos materiales hoy sujetos al riesgo de que desaparezcan si no se atienden a tiempo y con un criterio común, tal y como se aplica para otros registros que ya vemos no solo son documentales o películas de ficción. Probablemente sean mucho más importantes aquellas imágenes sin argumento específico, pero que poseen uno propio inmensamente rico. Y no nos referimos exclusivamente al asunto taurino -del que se hace énfasis-, sino también de otros géneros y ámbitos cotidianos que no pueden quedar excluidos por ningún motivo.

Como sabemos, dicha expresión de la realidad, y una más de las categorías que el arte ha puesto al servicio de la tauromaquia, ha podido recoger desde finales del siglo XIX y hasta nuestros días un amplio despliegue de registros entre cortos, medios y largometrajes así como documentales que, de acuerdo al acopio de información el cual he reunido en un trabajo que lleva el mismo título de esta colaboración, alcanza los 516 títulos.

Así que entre “Lasso Thrower” (algo así como el “lanzador del lazo”) filmada a finales de 1894 por los representantes de Thomas Alva Edison, donde el picador de toros Vicente Oropeza se convirtió en efímero protagonista. Y hasta llegar a “Francis Wollf es un FILÓSOFO EN LA ARENA”, producción de este 2018 (gracias al quehacer de Aarón Fernández y Jesús Muñoz), existen infinidad de testimonios que ha recogido el cine, el video así como las generaciones tecnológicas de nuestros días, que por fortuna, permiten apreciar una buena mayoría; aunque es de lamentar la pérdida irreversible de otras tantas producciones o materiales.

En esa cuidadosa revisión faltan por agregar alrededor de unos 300 nuevos títulos sobre materiales que en años recientes han ingresado a la “Filmoteca de la U.N.A.M.” Se trata de algunas colecciones particulares, de las que en su momento daré más detalles. Entiendo que entre un buen número de aficionados, estos conservan las películas originales que incluso llegaron a filmar padres o abuelos, lo cual significa que poseen el valor agregado de lo antiguo así como por el contenido que allí se concentra. Sin embargo, no hay que olvidar que se trata de material orgánico el cual, si no tiene las condiciones idóneas de conservación y preservación, corren el peligro de descomponerse y con ello, perderse para siempre.

Confieso que la experiencia que he ido compartiendo con la FILMOTECA desde 2002 y hasta hoy ha sido invaluable, pues no solo tuve oportunidad de ser editor responsable de cuatros discos DVD en su colección TESOROS DE LA FILMOTECA DE LA UNAM (TAUROMAQUIA I-IV, 2002-2007), sino que he continuado una labor constante de rescate y calificación de otros tantos fondos los cuales ya son posibles observar en esta generosa institución.

El tema taurino no ha sido ajeno a la cinematografía en sus diversas expresiones, por lo que, hoy día podemos acercarnos a cintas que hicieron época, como “¡Ora Ponciano!” o “¡Torero!”, obras dirigidas por Gabriel Soria y Carlos Velo en 1936 y 1956 respectivamente.

No dudo que ese compendio de materiales, sean profesionales, experimentales o caseros, y que han logrado aprehender muestras dispersas de acontecimientos taurinos, permiten apreciar en una idealizada “línea del tiempo” en al menos todo el siglo XX una mejor cobertura, por lo que ante lo evidente de la realidad de las imágenes, entendemos qué fue el toreo en diversas épocas.

Gracias al cine se ha logrado recuperar el paso, la memoria, aunque sean efímeros, donde aparecen algunos de esos héroes de los que nos han contado maravillas. O del momento en que ocurre un percance. Los hay que recogen escenas en el campo, en los tendidos de la plaza y otras locaciones.

Incluso el surrealismo, es posible apreciarlo en “Los caprichos de la agonía”, de Juan Ibáñez (1972). O el hiperrealismo que consiguió Rodrigo Lebrija hace poco más de un año en su producción “El brujo de Apizaco”, documental construido por sordas escenas de un personaje cuya aspiración es (era) el toreo. Lamentablemente diversas tentaciones sometieron a Rodolfo Rodríguez que, por largos episodios, se convirtió en un ser vulnerable que ¿vive o vivió? en un “mundillo” soterrado, en descomposición. Esa realidad se encuentra ahí, provocando incluso discusiones gratuitas o desencantos de quienes esperaban una película de “toros”, cuando en realidad se trataba de testimonios construidos por “El Pana”, hasta su muerte.

No olvidamos en esta reseña documentales como la larga serie de “Cine Mundial”, con más de 1000 títulos, concebida entre los años 50 y 70 del siglo pasado por Manuel Barbachano Ponce, y que hicieron las delicias de cinéfilos. En esos reportajes no faltaba el tema taurino exaltado con narraciones de personajes como Fernando Marcos, Ramiro Gamboa, Daniel Pérez Alcaraz o José Alameda.

En fin, que el cine –aquí y ahora-, es capaz de proveernos de todos esos encantos o crudezas que, llevados a la ficción, logran tejer tragedias y esperanzas; hazañas o silencios que trasminan desde esos materiales que conviene ponen en valor gracias a la dimensión de las historias que se conservan en su gran mayoría, en ese misterioso y explosivo nitrato.

Como habrán podido comprobar, la lista es larga y el espacio, que ya va terminándose… por lo que nos deja “picados”, de ahí que en futuras colaboraciones volveré a tratar con mucho gusto temas como el cine y los toros. Hasta la próxima.

INTERESANTES APRECIACIONES DE JOSÉ DE LA TIXERA EN 1804.

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CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 

La Muleta. Revista de toros. Año I. México, noviembre 20 de 1887, N° 12. Cromolitografía de P. P. García. Agradezco al Centro Cultural y de Convenciones “Tres Marías” (Morelia, Michoacán) haberme permitido consultar el ejemplar de esta rara edición. Biblioteca “GARBOSA”.

1796 fue un año clave para el toreo, pues se publica la considerada primera “Tauromaquia” como tratado técnico y estético de ese ejercicio, gracias a la suma de experiencia de dos personajes clave. Me refiero a José Delgado “Pepe Hillo, Pepeillo o Hillo” según algunas versiones en el manejo de su seudónimo así como a José de la Tixera, a quien debe vérsele como un aficionado de avanzada y quien tuvo unas ideas que no quedaron ahí. Las mismas continuaron en otros escritos cuyo contenido fueron motivo para que D. Luis Carmena y Millán, célebre bibliófilo español de finales del XIX editara el raro facsímil de “Las Fiestas de Toros” de 1804.

De aquella “Tauromaquia”, quedaron plasmadas en la teoría muchas de las experiencias que la práctica estaba dando a los que desempeñaban aquel ejercicio, sobre todo cuando el toreo ya se manifestaba plenamente concebido por los de a pie. Cuarenta años después se alcanzaba una nueva escala en este tipo de evoluciones, y entonces salía a la luz otra “Tauromaquia” más. Se trata de la de Francisco Montes “Paquiro”, elaborada conjuntamente y al parecer con Santos López Pelegrín “Abenamar”, aunque de este último persisten las dudas sobre si participó o no en aquel empeño.

Don Josef de la Tixera envía una carta dedicada al Visconde de Sancho-Miranda en ese 1804 en la que queda de manifiesto el estado de cosas que guardaba la fiesta de toros por aquellos tempranos tiempos, apenas despuntaba el siglo antepasado. En las primeras línea consideraba el toreo como un “piélago del Arte y Ciencia Tauromática…” para luego darse a una labor en que recuerda y cita los nombres de algunos “de los más hábiles y experimentados Aficionados y Toreros” de ese entonces.

Entre las curiosidades que va apuntando, menciona el hecho de que, en opinión suya, sería muy importante ensayar las suertes con un toro maquinal que “idéntico al propuesto… hice construir”. Como resultado de esos ensayos “auxiliados de la voz viva de un buen teórico, y verdadero inteligente, lograrían aprender sin contingencia, y con perfección el Arte de torear en una corta parte del dilatado tiempo, que por lo regular emplean en su adquisición, a costa de innumerables caídas, riesgos, porrazos, y cornadas (…).”

Párrafos adelante menciona a integrantes de la nobleza que dejaron un legado en el toreo a caballo. Luego lo hace con los picadores que, jerárquicamente y para esos años aún conservaban ciertos privilegios, estando entre otros uno de apellido Varo a quien considera de la Tixera como el “reformador del desaire, con que hasta su época se presentaba con casaquillas, o capotillos de mangas perdidas, o sueltas mal cortadas, y peor guarnecidas. También introduxo (sic) el uso de la redecilla, y en una palabra, se miraba para todo como un modelo de primor y gentileza”.

No se quedan atrás ni el rondeño Pedro Romero pero tampoco José Delgado, sevillano de origen, quien forjó “una habilidad tan brillante y universal con la espada, banderillas, capa, y sus originales graciosos y difíciles quarteos (sic), o recortes, que con singularidad en estos no tuvo semejante hasta la última hora de su vida…”

Ahora bien, derivado de su “Proposición Quarta y última” incluida en la misiva, plantea en la misma una pregunta clave: “¿De qué proviene, que no son tan bravos, revueltos y duros para el hierro como los toros de nuestra Península, los Mexicanos, Limeños, de Buenos-Ayres, y otras provincias de América; y qué géneros de suertes son las decantadas, que usan con ellos los Yndios, y demás Criollos en sus celebradas funciones?”

En casi diez páginas, teje un discurso mismo que, por obvias razones debió hacerlo como resultado del conocimiento que de esas dinámicas tuvo en informantes que proporcionaron sus impresiones más directas. Aquellos eran tiempos en que por ejemplo, la navegación se convirtió en el vínculo de contacto entre el viejo y el nuevo continente, de ahí que existiera esa enorme posibilidad de una dinámica de viajeros. Así que más de uno debió poner al tanto a nuestro personaje, quien tuvo a bien escribir los siguientes aspectos:

“En los Reynos de México, Lima, y otros de la América Española, se crían toros de bastante alzada y bravos; aunque para las varas, banderillas y estoque, de muy inferior valentía que los de nuestra Península. Los menos feroces de esta son superiores a los más bravos y fuertes de aquellas.

“La principal causa física de semejante variedad consiste en la notable que hay entre aquellos y estos climas, y en lo menos substancioso de los pastos de allí. Por consiguiente no son los Americanos tan ligeros, revueltos y prontos. Esta misma falta de disposición, o potencia, da margen a que con ellos se executen (sic) las suertes, que con los de nuestro continente es remoto verificar sin un casi inevitable riesgo”.

Por lo que allí menciona, varios aspectos requieren de la necesaria decodificación. Veamos.

Fue a finales del siglo XVIII cuando la ganadería en España entró en un sólido proceso de profesionalización, tal y como se puede apreciar en la definición de las castas y ramas que fueron empleadas para encontrar el tipo de toro que se prestara a las nuevas condiciones de un espectáculo que pasaba del estado primitivo a otro más evolucionado. Ese mismo fenómeno ocurrió en nuestros territorios, aprovechando para ello un toro criollo que resultó, al paso de tres siglos, resultado de la presencia de antiguas castas españolas como la serrana, cacereña, canaria, retinta e incluso navarra que aquí se desplegaron en forma caótica, debido a que no existieron métodos propicios con vistas a la consolidación de alguna casta. De ahí que de la Tixera mencione aquel balance donde el toro americano en lo general, y el novohispano en lo particular, contara con un perfil donde quizá, el fenotipo no se acercaba del todo con el español, y que su bravura se entendiera más como una seña de embestir, sin más.

Que los pastos y lo prodigioso de las tierras en estos rumbos no fuesen del todo generosos, como parte de una condición más favorable para el toro novohispano, parece convertirse en un asunto que no se corresponde necesariamente con la raza bovina española. Pero como ya quedó dicho, los hacendados españoles entraron por la senda de la profesionalización y no fue sino hasta un siglo después que ese proceso lo pusieron en marcha los nuestros casi al concluir el siglo XIX, sin olvidar que para finales del XVIII hubo algún refresco en Guanamé y luego al mediar el XIX, sucedió lo mismo en Atenco con casta navarra.

Sobre Guanamé, se puede abundar con datos al afirmar que don Bernardo de Gálvez (Conde de Gálvez, hijo de don Matías de Gálvez, virrey Nº 49, que gobernó durante el reinado del rey Carlos III del 17 de junio de 1785 al 30 de noviembre de 1786 en que murió. La audiencia gobernó hasta el 8 de mayo de 1787) fue quien trajo los toros españoles de lidia, “pie” de simiente en la hacienda de Guanamé, ubicada en el estado de san Luis Potosí.

Estas afirmaciones fueron compartidas por el diestro potosino Pedro Nolasco Acosta con el entonces joven periodista Carlos Cuesta Baquero, mismas que quedaron confirmadas desde 1882, cuando este último tuvo oportunidad de conversar con el señor Atanasio Hernández Soberón, propietario en su momento de la mencionada hacienda. El mismo afirmaba:

Los toros bravos de mi ganadería “Guanamé” provienen de toros de lidia que importó de España el virrey Conde de Gálvez. Son toros de casta salamanquina y castellana”

Y la reseña continua:

Guanamé, extinta ganadería mexicana que tuvo prestigio durante los años que van de 1800 hasta los años mismos de la Revolución. Ubicada en el estado de san Luis Potosí era la predilecta de los aficionados potosinos. Estaba a una distancia de veinte leguas de la ciudad de san Luis, y a las plazas de toros de esa capital llevaban encierros de cinco o seis toros de Guanamé, domingo a domingo. Alrededor de 150 han de haberse lidiado anualmente. También enviaban algunas corridas -pocas, sólo tres o cuatro- a las plazas de Saltillo y Zacatecas. Cuando ya hubo ferrocarril entre san Luis Potosí y la ciudad de México, vinieron toros de Guanamé a las plazas “El Paseo”, “Colón” y “Bucareli”, pero no con frecuencia.

El origen de esta vacada fue de toros españoles dedicados a la lidia, no de reses para el abasto. Los importó, con la finalidad de formar ganadería, el Conde de Gálvez, de nombre don Bernardo de Gálvez, hijo de don Matías. Ambos tuvieron el cargo de virreyes en la Nueva España y don Bernardo fue de los gobernantes que protegió la fiesta taurómaca. Por esto quiso hacerse ganadero, criando toros bravos en una de las extensas haciendas que poseyó en el entonces Departamento de San Luis Potosí.

Realizó su propósito con reses salamanquinas. No está especificado de cuál de las numerosas vacadas de la provincia de Salamanca, si bien todas gozaban de aceptación en los cosos españoles, lidiándose frecuentemente en el de Madrid. Que los primitivos toros de Guanamé tuvieron de progenitores a reses salamanquinas, lo sé por conversaciones que tuve –afirma Cuesta Baquero– con el señor don Atanasio Hernández Soberón, propietario de la hacienda en el lapso de los años 1875 a 1884.

El citado señor Hernández Soberón y yo fuimos vecinos de domicilio. Además, frecuentemente iba yo acompañando a mi amigo el espada potosino Pedro Nolasco Acosta, a pagar, en el despacho del señor Hernández Soberón, el valor de los toros que iban a ser lidiados. Hago estas aclaraciones debido a que uno de mis amigos muy apreciados publicó en un historial de las ganaderías bravas mexicanas que los toros de Guanamé eran descendientes de la ganadería castellana propiedad del Duque de Veragua.

Los toros españoles importados -fuesen salamanquinos o castellanos veragüeños- estuvieron alojados en las dehesas potosinas después de fallecido el Conde de Gálvez, que los encargó en el último de los nueve años que tuvo de virreinato (de 1785 a 1794) [aquí aclaro que sólo gobernó poco más de un año, del 17 de junio de 1785 al 30 de noviembre de 1786 en que murió, por lo que fue en ese mismo periodo en que tuvieron que darse todas las condiciones deseadas por Gálvez N. del A.]. La descendencia de esos bureles estuvo apta para la lidia a comienzos del siglo XIX -1800- y la ganadería fue formada en la primera década, de 1800 a 1810. Esa es la antigüedad que tuvo.

Este es uno de los últimos carteles en que aparecían anunciados los toros de Guanamé a principios del siglo XX. Col. del autor.

   Viene a continuación un interesante complemento.

Se conservó la casta, aunque no emplearon cuidados para refinarla. En Guanamé no se hacía tienta como es usual, ni de otra manera, ni aun la de pelele o dominguillo. Lo único que hacían era tener apartadas las camadas en potreros especiales, nombrados “El Burrito”, “Los Tajos”, y “El Estribo”. Los de este sitio eran toros de mayor confianza y elegidos para las corridas postineras, en las que era necesario que los bureles hicieran honor a la divisa y a su fama.

Los toros de Guanamé eran corpulentos, de buen trapío -algo bastos, sin exageración como siempre fueron sus ascendientes- bravos y nobles. Excepcionalmente resultaba alguno marrajo. Por el aspecto imponente y por la resistencia que tenían, soportando la brega sin fatigas, causaban temor en los toreros, ya fuesen mexicanos o españoles. La costumbre de torearlos hizo que los lidiadores potosinos –Pedro Nolasco Acosta y compañeros- los vieran indiferentemente. Pero los toreros de otros lugares, que habían escuchado platicar de los toros potosinos, los deseaban. Por esto rehusaban contratos para torear en san Luis Potosí y sólo iban a esa ciudad cuando estaban urgidos de dinero, por no tener solicitud en otras plazas. Ir a san Luis Potosí considerábase realizar una hazaña.

El temor aumentó desde que hubo las tremendas cogidas que motivaron el fallecimiento del incipiente torero aborigen Juan Aguirre y la muy grave lesión que sufrió el espada aragonés Nicanor Villa Villita, y pocos años después el trágico fallecimiento del novillero español Manuel Cuadrado “El Gordito”, nativo de Sanlúcar de Barrameda, coterráneo de “Señó Manué” Hermosilla. Entonces, los toros de Guanamé adquirieron la fatídica nombradía de los miureños. Y así se les nombró: los miuras mexicanos. Gozaron de esa significación haciendo pareja con las reses de la ganadería de Atlanga.

La repulsión de algunos espadas hacia los toros de Guanamé y la facilidad que, por medio de los ferrocarriles, surgió para sustituirlos por los de otras vacadas, aunque estuvieran lejanas de la capital potosina, hicieron que perdieran ese mercado. Tuvo escasa solicitud de corridas y don Mariano Hernández Ceballos -propietario sucesor de don Atanasio Hernández Soberón– pretendió poner el remedio, haciendo un cruzamiento de vacas de su ganadería con sementales de Atenco. La finalidad era que los toros perdieran corpulencia, sin menguar en bravura. No consiguió lo deseado: prosiguieron igualmente corpulentos y siendo bravos, pero ya no pastueños, sino de genio, de temperamento.

La Revolución vino a terminar con el problema, aniquilando la ganadería. Siendo muy numerosa, los jefes revolucionarios la eligieron para abastecedora de sus tropas. Diariamente llevábanse por ferrocarril numerosas reses que eran sacrificadas en lugares lejanos. Así terminó la ganadería de Guanamé, que en su divisa tenía los colores verde y negro. (LA LIDIA. Revista gráfica taurina año II, Nº 53 del 26 de noviembre de 1943).

En su época de mayor auge tal fue la apoteosis, que un número de LA MULETA dedicó una hermosa cromolitografía como memoria de aquel glorioso momento. Sin embargo, poco tiempo después, la de Guanamé vino a menos pues los fiascos se repitieron tanto que dejaron de comprarse encierros para las plazas de toros de la capital.

Guanamé desapareció al comenzar el siglo XX, pero le queda el orgullo de ser la primera ganadería en que se cruzaron toros y vacas españoles, con toros y vacas netamente mexicanos.

Por el interés del tema, continuaré la próxima semana.

“LAS FIESTAS DE TOROS (1804)”, NUTRIENTE DE REFLEXIONES.

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CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Ignacio Garibay en Huamantla el 18 de agosto de 2018. Fotografía: Dr. Raúl Aragón López.

El personaje de la fotografía es Ignacio Garibay, quien el sábado anterior compareció en Huamantla. Raúl Aragón López, médico cirujano ortopedista, realizó la toma y el resultado fue este: una especie de regreso a los orígenes, cuando al parecer Garibay, pretendiendo aliviarse, lo que hizo fue lancear a la verónica hacia arriba y afuera, cumpliendo con lo que tauromaquias como las de Pepe Hillo o la de Montes; pero también los usos y costumbres, establecieron durante todo el siglo XIX y los primeros 30 del XX.

Esa fue en esencia, parte de las preocupaciones que un gremio como el de los toreros imprimió para conseguir la necesaria evolución de la tauromaquia, en cuyos aspectos eminentemente teóricos estaba al tanto José de la Tixera, con quien regresamos para seguir la estela de sus observaciones.

Lo que llama la atención en “Las fiestas de toros”, es esa apreciación que hacía no solo del ganado americano, sino de quienes las conducían por los campos; si lanceaban o rejoneaban en las plazas. Lamentablemente no da nombres, con lo que el anonimato fortalece aquel misterio donde los personajes activos en el ámbito rural, jugaron un protagonismo que fortaleció las prácticas de uso frecuente, las cuales pulimentaron para luego practicarlas en la plaza.

Para ello fue necesario el uso de varios elementos y así lo afirma:

“Es incontrovertible, que en las citadas Provincias de la América [México, Perú y Buenos Aires] se ven los mejores ginetes (sic) que hay en el Orbe descubierto”.

Y en seguida lo justifica así:

“Entre las muchas pruebas que tienen dadas de su singular pericia a caballo, hacen continuamente en los campos y plazas las que en parte han ejecutado hace muchos años en algunas de las nuestras. Éstas son las de enlazar los toros por las astas, o el pie, o mano que se proponen con una guindaleta (cuerda, lazo o peal, para mejor entenderlo), revoleándola, y tirándola desde el caballo, aunque éste y el toro vayan en el más veloz escape (…).

Luego “…se apea el diestro, para derribar el toro, a cuyo fin, o le mete la cola por entre las piernas, o la pasa de un hijar a otro por debajo de la barriga, y suspendiendo un poco los cuartos traseros, y tirando de aquella por un lado, le cae al opuesto, con la mira de atarle de pies y manos, o matarlo, si le acomoda”.

Poco más adelante refiere otras prácticas que consistían en que los “diestros” se dedicaban a “montar los toros con mucho denuedo, prontitud y agilidad, para lo que los enlazan (…), y luego los tesan (o sujetan con cuerda muy corta) hasta enfrontilarlos con el palo, que a dicho intento, y el de ponerles la silla, se fija en medio de la plaza”.

Lo que de la Tixera afirma es que, los territorios americanos convertidos en unidades de producción agrícola y ganadera, contaron con la presencia de personajes que de una u otra manera entendieron que no solo se aplicaba el control para desplazar los ganados de un sitio a otro, sino que también tuvieron claro el hecho de que existía una absoluta libertad para desarrollar ejercicios de lucidez y destreza que luego extendían en las plazas. Esto significó un incremento del diálogo entre los espacios rural y urbano que permitieron el despliegue de suertes que fascinaron a los asistentes a los espectáculos taurinos, y en ese anonimato ya mencionado líneas atrás, surgieron jinetes que antecedieron el quehacer en figuras que afirmaron suertes como el coleadero y el jaripeo al punto de convertirlas en elementos centrales en las corridas de toros. En ese sentido, me refiero a personajes como Ignacio Gadea, Lino Zamora y el propio Ponciano Díaz, que al parecer se convirtió en la cumbre de aquellas expresiones. Gracias a las lecciones que día con día recibió y practicó directamente el atenqueño en la célebre hacienda del valle de Toluca, permitieron conducirlo por una plena experiencia que aprovechó sin taza ni medida.

Nuestro autor aún nos tiene reservadas otras observaciones que veremos de inmediato.

“También usan, ya montados, del rejón, el que ponen de dos maneras: la una situando el caballo algo atravesado a la izquierda de modo, que la cabeza del toro se dirija al estribo derecho, con el fin de salir adelante con el caballo, luego que el toro se ceba en el rejón; y la otra ocupando éste y aquél una línea recta con el objeto de que sin salir de ella reciba el toro el rejón, con el que generalmente muere al primero que le clavan.

“En este género de suerte no se da salida a el caballo, ni hace con el otro movimiento, que llamarle un poco a la izquierda, a la manera que si se intentara hacer una media pirueta tan rendida sobre los pies, que casi diese con los corvejones en el suelo; en cuya posición permanece el caballo los momentos que tarda el toro en ser despojo del valor y destreza del ginete, si sale bien el lance.

“Este es uno de los más vistosos y lucidos, que puede emprenderse con un caballo maestro, mandado con todas las reglas del arte”.

Una extraña galantería llevó a los integrantes de la última élite novohispana, allá por 1814 al intento de celebrar juegos de cañas con objeto de exaltar la restauración de Fernando VII en el poder. Aquella intención no se concretó, pero deja ver que esos personajes guardaban profunda relación con “todas las reglas del arte” señaladas por de la Tixera.

Esto por un lado. Por el otro, es de recordar el hecho de que entre las figuras ya reconocidas en el toreo de esos momentos, se encontraban los célebres hermanos Sóstenes, José María y Luis Ávila, acompañados por otros como Felipe Monroy, José Antonio Romero, José Legorreta o Jerónimo Meza. Todos ellos habrían de plegarse al mandato de al menos el primer tratado teórico que se diseminaba de viva voz, en ese ir y venir de viajeros y toreros, pues no se tiene certeza sobre si llegaron o no ejemplares de la misma, como sí se sabe gracias a que en 1842, José Justo Gómez de la Cortina, el conocido Conde de la Cortina reseñó el ejemplar de la Tauromaquia del propio “Hillo” en el Mosaico Mexicano.

No es casual tampoco que, en otra edición, la que salió de la imprenta de Juan C. Aguilar en 1887 se indicara, además del índice, que se trataba de la primera edición mexicana “corregida al estilo de las suertes del país y aumentada con el uso del manejo de la reata y el jirapeo.” (sic) [término que el tipógrafo pudo haber confundido, siendo correcto jaripeo. Sin embargo “girapeo o jirapeo” también tiene una connotación que no es distante de su propósito en cuanto tal].

De acuerdo a lo que hasta aquí nos comenta, no debemos olvidar que lo hace justo en la transición de siglos, del XVIII al XIX, precisamente cuando el protagonismo de los de a caballo quedó atrás y fueron los de a pie quienes se posicionaron para cohesionar la que será esa escena central que se extiende hasta nuestros días, como resultado de una marcha permanente –no ajena en intentos de disuasión-; y que pretende continuar, quizá hasta donde el destino se lo tenga marcado.

Para cerrar con estas notas, don José apuntaba hacia 1804 que en “estos últimos años se han ido introduciendo el estoque, banderillas y varas por algunos Españoles europeos, al modo que lo practican en nuestras plazas, lo que ya se va haciendo común en las de México, Lima, Cartagena, y Havana (sic).

“Aunque en éstas suelen picar los Criollos a caballo, es sin pararle, según generalmente lo ejecutan nuestros Conocedores, o Mayorales, y muchos Aficionados, particularmente en los campos de Andalucía.

“A lo expuesto se reduce todo lo que esencialmente ejecutan con los toros los patricios de las repetidas Provincias, en cuyo estado se halla el de las continuas funciones, que en ellas se ven; pues no son menos aficionados a estas en aquel dilatado país, que en el enunciado que existimos”.

Hasta aquí con los que son últimos párrafos en “Las fiestas de toros”, cuyas notabilísimas observaciones nos permiten entender el estado de cosas habido en estos pagos. Para ello es necesaria una o más lecturas que permitan decodificar los dichos que de la Tixera plantea, al punto de que fue gracias a la presencia, y en este caso debe reconocerse, de Tomás Venegas El Gachupín Toreador, que estuvo en territorio novohispano entre 1766 y principios del XIX. Al convertirse en una figura consagrada, seguramente influyó al imponer los nuevos instrumentos para lidiar reses bravas. Tuvieron que pasar casi 30 años para que otro personaje de origen hispano, en este caso Bernardo Gaviño y Rueda, impulsara las prácticas tauromáquicas. No tanto porque hiciera suyos aquellos tratados, de los que fue ajeno por encontrarse en otro espacio físico, pero también bajo otras circunstancias de índole política, social o religiosa (México estaba recientemente emancipado de España), aunque fue capaz de alcanzar mayor trascendencia que la de aquel paisano suyo. Pero el hecho es que ambos fueron una especie de tutores espirituales que condujeron el arte y la técnica taurina por senderos que se convirtieron en caminos correctos para el devenir del espectáculo en nuestro país. Ya lo decía el Dr. Carlos Cuesta Baquero: “nunca ha existido una tauromaquia positivamente mexicana, sino que siempre ha sido la española practicada por mexicanos”.

CUANDO LA FIESTA DE TOROS SE UNÍA A LA ASUNCIÓN PRESIDENCIAL.

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A TORO PASADO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Hace algunos años (2006 y diciembre para ser más exacto), preparé el texto que ahora comparto. Con motivo de la próxima asunción a la presidencia de la república, misma que asumirá desde el 1° de diciembre de 2018 el Lic. Andrés Manuel López Obrador, parece oportuno adelantar algunos datos que podrían ser de interés, mismo factor que mostramos los taurinos en las decisiones que el nuevo gobernante vaya a tener respecto a la tauromaquia que se desarrolla en nuestro país. Por los antecedentes con que contamos sobre su posicionamiento, es claro pensar sobre el hecho de que es respetuoso de dicha representación, en la medida en que esta se lleve a cabo bajo los términos de legalidad existentes. Quizá con eso, nos demostrará que dentro de las profundas decisiones que deberá poner en práctica, y que son de carácter nacional, el toreo se mantenga sí, bajo su observación, pero con mejores posibilidades de avanzar, demostrando en cada una de las actividades que se llevan a cabo de manera interna o externa que hay propósitos claros por darle el sentido profesional que per se tiene en tanto tradición. No olvidemos que se trata de una actividad comercial, crematística y con fines de entretenimiento que en nada afectan lo dicho por grupos contrarios que persisten en sus afanes de eliminarla y donde lo menos que pueden decir al respecto es que los taurinos son sicópatas.

Ojalá sea del agrado de los visitantes a este blog la presente lectura.

CUANDO LA FIESTA DE TOROS SE UNÍA A LA ASUNCIÓN PRESIDENCIAL.

Nunca antes, en la historia del México contemporáneo, la toma de poder se había convertido en un hecho tan controvertido como complejo. Esto sucedió el 1º de diciembre de 2006, cuando en brevísima sesión, Felipe Calderón Hinojosa –llamado también el “presidente espurio”- protestó ante un pleno de la Cámara de Diputados completamente desquiciado y fuera de control. Luego de ese acontecimiento efímero, la protesta del gabinete se realizó en el hermético espacio del Auditorio Nacional, donde en acto perfectamente controlado por el ejército pudo desarrollarse en medio de una “tranquilidad” mediática y forzosa que estableció el nuevo gobierno. Lamentable hecho dejó una honda huella de humillaciones, de improperios y desconfianzas que al cabo de los primeros días que transcurren se reafirma con la serie de detestables y aborrecibles medidas que fueron siendo tomadas, sobre todo cuando se anunció el recorte al presupuesto en cultura y el aumento al salario entre los miembros de las fuerzas armadas.

Todo este capítulo me lleva a reflexionar sobre la forma en que han cambiado los esquemas desde los tiempos virreinales, pasando por los siglos XIX y XX donde la figura emblemática de un virrey, un presidente, miembro del ejército, o de la iglesia asumía la máxima autoridad del gobierno en medio de la protocolaria ceremonia a la que se sumaban los fastos respectivos, donde el gozo popular se traducía en fiestas donde los toros no podían faltar, en medio también del Te Deum, los fuegos de artificio, los repiques, desfiles y otras conmemoraciones de grata memoria. Precisamente esa “memoria” quedó impresa en infinidad de descripciones de fiesta, sin faltar otras tantas referencias y publicaciones de las que a continuación presento una relación de las mismas.[1]

Obra que, a mi parecer debe considerarse como fuente de registro sobre festejos, y en este caso particular, los ocurridos en 1566, es la de Luis González Obregón: Semblanza de Martín Cortés.[2] En ella se refieren dos acontecimientos: el de la llegada de Martín Cortés, hijo del Capitán General don Hernán Cortés y de doña Juana de Zúñiga entre los años de 1562 y 1563, para lo cual se le recibió entre grandes fiestas:

Al llegar a Coyoacán, villa que pertenecía al marqués, le recibieron como hubieran podido recibir al mismo rey en persona, pues le acompañó la flor y nata de la tierra, entre ella D. Luis de Velasco, el hijo del virrey; y fue de verse la grandeza y el acompañamiento con que se le recibió, gastándose sin cuento el dinero “en galas, juegos y fiestas”.[3]

Representación contemporánea del alanceo de un toro en la plaza de toros de la Carretera de Aragón, en Madrid, hacia principios del siglo XX. En José María de Cossío: Los toros. Tratado técnico e histórico. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1974-1997. 12 v., V. II, p. 56.

Otro asunto, bastante mezclado con la conjura que, en 1566 ya empezaba a tomar tintes riesgosos, y que terminó más adelante con la detención y ejecución de los hermanos Ávila, es que habiendo dado a luz doña Ana Ramírez de Arellano (esposa del marqués) dos mellizos, el marqués decidió bautizarlos demostrando con ese pretexto su poder y riqueza, aspecto que se capitalizó “con grande aparato y ostentación, celebrando fiestas dignas de un rey, que duraron de seis a ocho días”.[4]

  1. Alemán, Mateo: Sucesos de D. Frai García Guerra, Arzobispo de México, a cuyo cargo estuvo el gobierno de la Nueva España. A Antonio de Salazar Canónigo de la Santa Iglesia de México, mayordomo y administrador general de los diezmos y rentas de ella: Por el Contador Mateo Alemán, criado del rey nuestro señor. Con licencia en México. En la emprenta de la Viuda de Pedro Balli. Por C. Adriano César. Año de 1613.
  2. Ramírez de Vargas, Alonso: ELOGIO PANEGÍRICO FESTIVO APLAUSO iris político, y diseño triunfal de Eneas verdadero, con que la Muy Noble, y Leal Ciudad de México, recibió al Exmo. Señor D. ANTONIO SEBASTIÁN DE TOLEDO, Y SALAZAR; MARQUÉS DE MANCERA. Señor de las Cinco Uillas, y de la del Marmol, Caballero de la Orden de Alcántara: Administrador perpétuo de Puerto Llano; del Consejo de Guerra Virrey, Gobernador, y Capitán de esta Nueva España (…) A quien lo consagra DON (…). Con licencia: en México, por la Viuda de Bernardo Calderón, año de 1664.
  3. Valtierra, P. Manuel de: Sol en León, ascendencia esclarecida. ✝ Exaltación gozosa. ✝ Discurrida en las empressas, y Symbolos Políticos de el Arco Triumphal, que erigió la Ciudad de la Puebla de los Ángeles, para el día diez, y feis de Octubre de ochen- ✝ ta y ocho deftinado a la Solemne, y ✝ [ ✝ ] feliz entrada de [ ✝ ] el Excellentissimo Señor Don Gafpar de la Cerda, Sandobal, Sylva, y Mendoza, Conde de Galve, Gentilhombre de la Camara de fu Mageftad, Señor de las Uillas de Sacedon, y Tortola, Caballero del Orden de Alcantara, y comendador de Zalamea, y Ceclavin (…) Con Licencia, en la Puebla de los Ángeles, en la Imprenta Nueva [  ✝ ]. Plantiniana de Diego Fernández de León.-[  ✝ ] Por el P. Manvel de Valtierra de la Compañía de Jesvs.
  4. Métrica panegyrica descripción De las plaufibles fieftas, que, á dirección del Exmo. Señor Conde Galve, Virrey, y Capitán General defta Nueva-España, fe celebraron, obfequiosas, en la muy Noble, y leal Ciudad de México, al feliz Cafamiento de Nuestro Catholico Monarcha D. Carlos Segundo, con la Auguftiffima Reyna y Señora Doña Maria-Ana Palatina del Rhin, Babiera, y Neuburg. Verfifica fu narración, vn corto Ingenio Andaluz, hijo del Hafpalenfe Betis; cuyo nombre fe ommite, porque (no profeffando efta Ciencia) no fe le atribuya á oficio, lo que folo es en él (aunque tofca) habilidad. Dedicado a la Excelentiffima Señora Doña Elvira de Toledo, y Osorio, Condefa de Galve, Virreyna defta Nueva-Efpaña, á cuyos pies fe poftra el Author. Con licencia. En México: por Doña María de Benavides Viuda de Juan de Ribera en el Empedradillo. Año de 1691.

BOCANEGRA, Matías (atribuido): Addición a los festexos que… se hizieron al Marqués (de Villena) mi señor… México: Bernardo Calderón, 1640.

–: Zodíaco Regio, templo político, al… Marqués de Villena… México, 1641 (Incluye Viage por tierra y mar del Excellentissimo… Marqués de Villena, pt. 4).

TORRES, Nicolás de: Festín hecho por las morenas criollas de la muy noble… ciudad de México. Al recebimiento del excmo. Señor Marqués de Villena… México, 1640.

Viage de tierra y mar, feliz por mar y tierra que hizo el Virrey Marqués de Villena. De Cristóbal Gutiérrez de Medina. México: Iuan Ruyz, 1640.

Viajes del virrey marqués de Villena. Introd. y notas de Manuel Romero de Terreros. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Historia, 1947. Xi, 87 p. ils. (UNAM. Inst. de Historia, 3).

ESTRADA MEDINILLA, María. Relación… a una Religiosa prima suya. México: Francisco Robledo, s.f. (hacia 1640-1641).

También de la misma autora se encuentra la siguiente obra:

Incluido en “Viaje por tierra, y mar del Excellentissimo Señor Don Diego López Pacheco i Bobadilla, Marqués de Villena, i Moia, Duque de Escalona &c. Aplausos y festejos a su venida por Virrey desta Nueva España. Al Excellentisimo Señor Don Gaspar de Guzmán Conde Duque de Olivares, Duque de Salucar la Maior &c. dedicado por el Colegio Mexicano de la Compañía de Iesus. México: Francisco Robledo impresor, 161 para Fiestas de Toros. IVEGO DE CAÑAS, y alcancías, que celebró la Nobilifsima Ciudad de Mexico, a veinte y fiete de Nouiembre defte año de 1640 / En celebración de la venida a efte Reyno, el Excellentifsimo Señor Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Efcalona, Virrey Capitán General defta Nueva Efpaña, &cc. Por Doña María de Eftrada Medinilla. 19 p.

–: Viage por tierra, y mar de… Diego López Pacheco y Bobadilla. México: Robledo, 1641.

GREGORIO MARTÍN DE GUIJO: 1648 – 1664.[5]

1650

-Juramento del señor virrey (Conde de Alva de Lista). Bienvenida, recepción, toros y tocotines de los indios (esto último en Chapultepec). (28 de junio).

-Entrada del virrey entre gran ceremonia. Te deum laudamus, arco triunfal y otros (3 de julio).

-Máscara de los Estudiantes de la Compañía. Máscara a “lo faceto” que se decía en “hacinamiento de gracias de la venida del señor virrey…” (7 de julio).

1651

-Honras del señor Arzobispo. Asistió el virrey, audiencia, tribunales, todas las religiones y mucho número de gente (15 de enero).

-Fiesta de la Cruz en el Rastro. Los rastreros celebraron la fiesta con una lucida máscara de indios, misa, simulacros militares. El turco en el remate del castillo. Participación y compañía del virrey a la plaza, donde hubo tres días de toros. Similar aparato, con el “que se alborotó el reino”, tuvo lugar en diciembre del año anterior (7 de mayo).

-Festejo del conde de Alva, acompañado de la nobleza del reino, paseó con notable concurso de gente en bizarros caballos (29 de junio).

-Fiesta de Santa Teresa con asistencia del virrey y audiencia, a más de las religiones (15 de octubre).

-Toros.[6]

1652

-Iglesia de la Piedad, día de la Purificación de nuestra Señora, apertura de la iglesia, casa y convento a nuestra Señora de la Piedad (acudió a ella todo el reino) (2 de febrero).

-Máscaras. Celebra sus años el virrey con toros, lidiados en el parque (3 de septiembre).[7]

-Consagración del señor arzobispo, con asistencia de diversas personalidades (25 de julio).

-Entrada del señor arzobispo, quien fue recibido con arco de colgaduras y acompañado por diversas órdenes religiosas y el pueblo (3 de agosto).

-Entrada del virrey duque de Alburquerque. Arco en forma acostumbrada (15 de agosto).

-Pendón transferido por la dilación de la entrada del virrey (24 de agosto).

-Toros (22, 23 y 25 de diciembre).

1654

-Salida del Conde de Alva de Lista en medio de gran demostración popular (17 de octubre).

1659

-Entrada del Conde de Baños (16 de septiembre).

-Toros (22 de noviembre).

1662

-Años de la virreina (25 de mayo).

1664

-Pendón asistido del señor obispo virrey (12-13 de agosto).

-Entrada del virrey en Chapultepec. Hubo toros. (7 de octubre).

-Entrada del de Mancera en el gobierno. Hubo toros en Chapultepec (15 de octubre).

-Primera asistencia del virrey en la iglesia de San Lucas (18 de octubre).

-Segunda asistencia, en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen (19 de octubre).

-Asistencia del virrey a Catedral. Fiesta del Patrocinio de Nuestra Señora (9 de noviembre).

-Entrada del señor arzobispo Cuevas (10 de noviembre).

-Posesión del señor arzobispo (15 de noviembre).

(Hasta aquí Gregorio Martín de Guijo).

ANTONIO DE ROBLES (1665 – 1703).[8]

1670

-Recibimiento del señor arzobispo (8 de diciembre).

1673

-Casamiento de la hija del virrey (28 de mayo).

-Entrada del duque de Veraguas a Chapultepec (16 de noviembre).

-Entrada del virrey a la ciudad de México (8 de diciembre).

1683

-Entrada del arzobispo (4 de octubre)

-Fuegos de la cruzada y sarao con asistencia de los virreyes (28 de noviembre).

-Toros en el Volador (2, 9, 13, 23, 28 y 30 de diciembre).

1684

-Toros en la plazuela de la Trinidad. Cañas y máscaras (segunda quincena de junio).

-Los años del hijo del virrey (5 de julio).

1686

-Asiste el virrey a la fiesta de los Betlemitas (27 de diciembre).

1687

-Acto de la Universidad al Virrey (21 de enero).

1688

-Años del virrey. Hubo carreras y comedia (6 de enero).

-Entrada del virrey en público (4 de diciembre).

1695

-Visita de los virreyes a la Santísima Trinidad, donde hubo comedia (31 de enero).

-Toros en Chapultepec (15 de noviembre).

1696

-Entrada del virrey (27 de febrero).

1697

-Entrada del conde de Moctezuma por virrey (2 de febrero).

1701

-Toros por el virreinato del señor arzobispo en la plazuela de San Diego (13-15 de diciembre).

1702

-Recepción del palio por el señor arzobispo (6 de enero).

-Posesión del virreinato (27 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (28 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (2-3 de diciembre).

1703

-Vuelta de los virreyes a la ciudad. Toros (4-6 de junio).

-Toros de los virreyes a la ciudad. Toros. (4-6 de junio).

-Toros que se jugaron en Chapultepec a los años de la señora virreina (25 de junio).

-Toros en Chapultepec, en honor de los años de la hija de los señores virreyes (30 de julio-1° de agosto).

-Toros en Chapultepec a los años del señor virrey. Carreras de los de Toluca, que vinieron a celebrarle los años con dichos toros y juegos de cañas y alcancías. (9 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (10 de noviembre). (297 acontecimientos).

Cuenta Artemio de Valle-Arizpe que don Juan de Guevara, capellán del convento de Santa Inés e ingenio conocido en la ciudad de México, escribió una muy celebrada comedia, y la descripción de la entrada del Virrey Duque de Alburquerque, año de 1653.[9]

1653: Elogio panegírico y aclamación festiva al duque de Alburquerque… México: Hipólito de Rivera, 1653.

…que en realidad no solo fue una, sino que hubo dos obras al respecto. Aquí tenemos la referencia de esa segunda:

GUEVARA, Juan de. Felicissima entrada y recebimiento que… México hizo a… Francisco Fernández de la Cueva. México: Vda. De Bernardo Calderón, 1653. (Faltan p. 3-4).

1653: Miguel Sánchez: El David seraphico, de la solemme fiesta qve la Real Vniversidad de México celebró a la Immacvlada Concepcion de la Virgen Maria madre de Dios: en qve ratificó el jvramento de sv defensa / a deuoción del Bachiller Miguel Sanchez Presbytero. México, por la Viuda de Bernardo Calderón.

1653: Esphera de Apolo y theatro del sol, exemplar de prelados en la svntvosa fábrica, y portada trivnfal, qve la mvy avgvsta, y esclarecida iglesia metropolitana de México erigido, en festivos aplavsos a la venida del ilvstríssimo señor don Marcelo López de Azcona meritíssimo colegial mayor del colegio de San Ildefonso de Alcalá. En México, Por la Viuda de Bernardo Calderón.

1660: Pedro Fernández Ossorio. Título: Ivpiter benevolo astro ethico politico, ideas symbolica de principes Qve en la svmptvosa fabrica de vn arco trivmphal dedica obseqviosa, y consagra festiva la illvstrissima iglesia metropolitana de México Al Exmo señor D. Iuan de la Cerda, y Leyba, conde de Baños, marqves de Leyba. México., Vda. de Bernardo Calderon.

1664: RAMÍREZ DE VARGAS, Alonso. Elogio panegírico, festivo aplauso, iris político, y diseño triunfal… con que… México recibió al… marqués de Manzera… México: Vda. De Bernardo Calderón.

En Guillermo Tovar de Teresa: Bibliografía novohispana de arte (Primera parte) Impresos mexicanos relativos al arte de los siglos XVI al XVIII.  Prólogo de José Pascual Buxó. México, Fondo de Cultura Económica, 1988. 2 V. Ils., facs.

1670: PEÑA PERALTA, Alonso de la, y Pedro Fernández Osorio. Pan mystico: numen simbólico, symulachro político que… erigió…. la… imperial metropolitana iglesia de México a… Fr. Payo Enríquez de Ribera… México: Vda. De Bernardo Calderón.

1679-1680: Transformacion theo politica ydea mythologica de príncipe pastor sagrado proteo, alegorizada en imágenes, descifrada en números qve en el aparato magnifico del triumphal arco y padrón glorioso, en el fausto día de su plausible recibimiento dispuso y consagró al ilustmo. y rev.mo señor D. D. Francisco de Agviar Seijas y Vlloa.

1680: RAMÍREZ SANTIBAÑES, Juan Antonio. Pierica narración de la plausible pompa con que entró en… México, el… conde de Paredes… México: Francisco Rodríguez Lupercio, 1680.

1680: SIGÜENZA Y GÓNGORA, Carlos de. Glorias de Querétaro. México: Vda. De Bernardo Calderón, 1680. (Contiene también Primavera indiana).

1681: Géminis alegórico… triumphal pompa, y festivo diseño… que… Puebla… consagró… a la… entrada del… virrey… México: Francisco Rodríguez Lupercio.

1702: Triumphal pompa, y festivo aparato en que bajo la idea del Dios Apolo, se sombrearon las heroycas empressas [microforma]:de el excmo. señor D. Juan Francisco de Guemes y Horcasitas, theniente gl. de los Reales Exercitos, Governador, que fue, de la ciudad de la Habana actual Vi-Rey, Governador, y capitan general de esta Nueva-España, y presidente de la Real Audienica, y Chancilleria, &c: en el sumptuoso arco, que para su publico ingresso erigió al afectuoso esmero de la nobilissima, e imperial Corte Mexicana.

Contiene: Relacion comica, e individual noticia de el Arco Triumphal, que para la publica entrada de el Excmo. señor D. Juan Francisco de Guemes y Horcasitas… erigió la nobilissima, é imperial ciudad de México.

Triumphal Pompa, que la… Ciudad de México, dispuso a la entrada del Exmo. Señor, Marqués de Cassa Fuerte… México: José Bernardo de Hogal, 1722.

1722: “Prometheo alegorico que la insigne iglesia metropolitana de México, dispuso en su entrada, al Exmo. señor, don Jvan Antonio Vázquez de Acuña, marqués de Cassa Fverte”… México, J. B. de Hogal, 1722.[10]

1724: LÓPEZ, Patricio Antonio. General aclamación de la lealtad mexicana; en la más solemne jura de… Luis Primero… México, 1724.

1732: CABRERA Y QUINTERO, Cayetano. Viva copia del magnánimo, sagrado machabeo Joan Hyrcano, el ilmo señor doctor don Joan Antonio de Vizarrón, y Eguiarreta… México: José Bernardo de Hogal, 1732.

1739: NAVARRETE, Francisco Antonio. Relación peregrina de el agua corriente, que para beber… goza la… ciudad de Santiago de Querétaro… México: José Bernardo de Hogal, 1739.

1743: CABRERA Y QUINTERO, Cayetano (Atribuido) Métrico indicio, y representación panegyrica del triumphal areo… al recibimiento… del excmo. Sr. D. Pedro Debrián y Augustin, conde de Fuenclara… México.

1743: Cayetano de Cabrera y Quintero:Nuevo Ulysses, delineado según el original del grande Homero, en las tablas de Odyssea y espendido en el arco triumphal, que la primada Nueva España Santa Iglesia de México, erigió en sus puertas al ingresso del excelentissimo s[eño]r d[on] Pedro Cebrián Augustín […] virrey gobernador, y capitán general de esta Nueva España. [manuscrito]

1756: ABARCA Y VALDA, José Mariano de. Loa, y explicación del arco… en la entrada que hizo… el… marqués de las Amarillas… México: Bibliotheca Mexicana, 1756.

1756: Título: Acción cómico-alegórica, que en applauso y recibi[mi]ento a los exc[elentísi]mos señores d[on] Augustin, y d[o]ña María Luisa de Ahumada y Villalón, marqueses de las Amarillas, virreyes de esta Nueva Hespaña etc. se representan en el Colegio de S[an] Miguel de Beth[le]n de esta ciudad de México, año de 1756.

1771: RUIZ, Tomás Antonio. Descripción joco-seria de la entrada pública que hizo… en… México… el excmo. Señor Frei d. Antonio María de Bucareli y Ursúa… México: Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

1771: Descripción joco seria de la entrada pública, que hizo en la mui noble imperial ciudad de México el día 31, de octubre de 1771, s.l., s.f.

1808: Enciso, Joaquín y del Callejo, Josef: Sinceras demostraciones de júbilo, con que el Real y Pontificio Seminario Palafoxiano de S. Pedro y S. Juan de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la América Septentrional concurrió a celebrar la solemne Proclamación de nuestro Augusto Soberano el Señor Don Fernando VII, de Borbón el amado, y del glorioso triunfo de las armas españolas por su rescate y defensa, contra la perfidia del Emperador de los franceses Napoleón I… y la dedican a la Ínclita Nación Española. México, Imprenta de Arizpe, 1808.

1809: García Quiñones, José: Descripción de las demostraciones con que la muy noble y muy leal Ciudad de Puebla de los Ángeles, segunda de este Reino de Nueva España con su presidente Señor Manuel de Flon Conde de la Cadena, gobernador política y militar de ella… solemnizaron la pública proclamación y el Juramento Pleito homenaje que la mañana del 31 de agosto de 1808 Don Fernando de Borbón Séptimo de este nombre nuestro Rey. En la Imprenta de Pedro de la Rosa, año de 1809.

1822: Sencilla manifestación de las funciones con que la Villa de San Miguel el Grande solemnizó la jura de las Tres Garantías, y la sanción de la Independencia del Imperio Mexicano, celebrada en la Villa de Córdoba, que por encargo del muy Ilustre Ayuntamiento de dicha Villa, escribiera un religioso del Convento de San Francisco y un individuo distinguido de la Compañía de Milicias…, México, Imprenta de don Mariano Zúñiga y Ontiveros.

Diario de sucesos notables (1752-1758). México, Imprenta de Juan R. Navarro, Calle de Chiquis Nº 6, 1854. T. VI, comprende los años 1754-1756 (269 p.)

5 de noviembre de 1755 (p. 180): De Puebla escriben, que el 27 del próximo pasado llegó a aquella ciudad el Exmo. Sr. Marqués de las Amarillas, quien hizo su entrada pública (corriéronsele tres días de toros).

24 de noviembre de 1755 (p. 188): Plazuela del Volador, vistosamente colgada, principiaron los toros en obsequio de la llegada de SS.EE; en mañana y tarde se lidiaron catorce toros, sin que se hubiera experimentado ninguna desgracia, continuáronse otros cuatro días, siendo los concursos numerosísimos, y en todos ellos se logró el que no se experimentase ninguna fatalidad; dio S.E. muchos premios a los toreadores de a pie y de a caballo que demostraron su habilidad.

1768: Breve descripción de los festivos sucesos de esta ciudad de la Puebla de los Ángeles: Anexando la succinta descripción de las fiestas que en esta ciudad de la Puebla se hicieron / por D. Thomas Antonio Ruiz. En honor del venerable siervo de dios, Don Juan de Palafox y Mendoza. Panfleto original publicado en Puebla en 1768 con motivo de la canonización del arzobispo Palafox y Mendoza. Incluye poemas de José Muñóz, Diego Miguel Quintero, Manuel del Castillo y Tomás Antonio Ruiz. 50 p.

Diario de sucesos notables (1752-1758). México, Imprenta de Juan R. Navarro, Calle de Chiquis Nº 6, 1854. T. VII, comprende los años 1756-1758 (262 p.).

26 de julio de 1756 (p. 16): La mañana del 26 pasaron SS. EE. [los virreyes D. Agustín de Ahumada Villalón, Marqués de las Amarillas, y Dª Merced Luisa de Ahumada y Bruna, Marquesa de las Amarillas] al pueblo de San Ángel a la casa de Campo del Sr. Oidor decano D. Francisco Antonio Chávarri, quien les tuvo un ostentoso festejo, siendo correspondiente el banquete y refresco: concurrieron a esta función muchas personas de distinción, y en aquel pueblo había varias familias que pasaron a él con el motivo de celebrarse en el convento de Carmelitas el Corpus y Señora Santa Ana, y divertirse en las amenidades que ofrece aquel país: mantuviéronse SS.EE. en el siguiente día 27, por haber corridas de toros y otras diversiones, que les fue preciso estarse hasta después del anochecer, restituyéndose a esta ciudad a las once de la noche.

30 de mayo de 1758 (p. 258): La mañana del 30, días de S.M. el Sr. D. Fernando VI, que dios prospere, en la santa iglesia catedral hubo misa de gracias (…)

Concurrieron también muchas señoras principales, y al anochecer se ministró un amplio refresco, siguiendo luego un festejo que duró hasta la media noche: háse construido en este pueblo (de San Ángel) una hermosa plaza de toros con crecido número de cuartones, sus barreras, lumbreras y tendidos cubiertos, primorosamente pintada, que tenía de costo 4,000 pesos, y que principiarán a correr el día 5 del próximo venidero; festejo con que obsequian a SS. EE. El actual gobernador y justicia mayor del Estado y marquesado del Valle, por estar aquel lugar dentro de su gobierno.

1771: Descripción joco-seria de la entrada publica, que hizo en la mui noble [i]mperial ciudad de México en dia 31. de Octubre de 1771. El excmô. señor [?]rei D. Antonio Maria Bucareli, y Ursua, Henestrosa, Laso de la Vega, Villasis, y Cordova, [ca]ballero del orden de S Juan, Comendador de la Bóbeda Toro en el mismo orden,… &c. &c. Dispúsola D. Thomas Antonio Ruiz. — [México]: En México la imprenta de D. Felipe de Zúñiga y Ontiveros, calle de la Palma, año de 1771. [8] p.

1771: Explicacion / de los adornos / simbólicos i poeticos / del Arco de Triunfo, / que para la entrada / pública i solemne / del Excmô. Sr. / Frei Don Antonio Maria / de Bucareli i Ursua / Henestrosa Laso de la Vega Villasis i Córdova, Caballero / Comendador de la Bóbeda de Toro en el Orden de San / Juan, Teniente General de los Reales Egércitos de S. M. / Virrei Gobernador i Capitan General de esta N. España, / Presidente de su R. Audiencia, Superintendente General / de la R. Hacienda, Presidente de la Junta del Tabaco, / Conservador de este Ramo i Subdelegado General / del Establecimiento de Correos Marítimos / en este Reino &c. &c. / Erigio / esta Nobilisima e Imperial / Ciudad de México. / El dia 31 de Octubre de 1771. / Por D. Joachin Velasquez de Leon / Colegial Maior Antiguo de Santa Maria de Todos / Santos, Abogado de la Real Audiencia, i Catedrático / de Matematicas de la Real Vniversidad. / Con las licencias necesarias — [México]: Impresa en México por D. Felipe de Zúñiga i Ontiveros calle de la Palma, año de 1771. [2], 22 p.

Diario de sucesos notables, escrito por C. (…) y comprende los años de 1675 a 1696). En: Documentos para la historia de México, T. VIII. México, Antigua librería de la voz de la Religión, de T.S.G. calle de San Juan de Letrán número 3, 1854. (96 p.).

-5 de octubre de 1686 (p. 40): El día 5 entró el nuevo virrey a Chapultepec, amaneció purgado (…). al día siguiente, hubo toros en Chapultepec y gran concurrencia.

-12 de enero de 1695 (p. 90): El día 12 hubo toros en la Piedad, en celebridad de los años del virrey. El Conde de Santiago y otros caballeros torearon en su obsequio. En 1º de noviembre de 1821, torearon varios de los llamados generales en la plaza de San Pablo en obsequio de Iturbide: distinguiéndose como buen garrochero (Luis) Quintanar.

Y la siguiente página es el inicio de: El diario curioso de México de D. José Gómez. Cabo de Alabarderos. Está publicado en lo que se creyó conveniente en los primeros números del Museo mexicano del año de 1848, tomo primero. Documentos para la historia de México. México, Antigua Imp. De la Voz de la Religión, de T.S.G. calle de San Juan de Letrán número 3. 1854. 156 p. (Incompleto). Este documento se torna en un aporte más, aunque sólo contiene algunas referencias bastante vagas y breves sobre el tema taurino.

Joseph Gómez de la Parra: Famosos triumphos y victoriosos trofeos, que el día 15 de julio del año de 1708, el primero del festivo triunfo, que celebró el Illmo. v. dean y cabildo, sede bacante, de la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España en honor de la Inmaculada Concepción de María SS. N. S. su titular, para dar gracias á Dios N. S. por el feliz nacimiento de su alteza el Sr. don Luis I, príncipe de las Asturias / prenuncio a la siempre augusta y católica majestad de el Sr. don Felipe V, rey de España y emperador de las Indias, su excelso padre, y lo dedica y consagra, al siempre invicto monarca y cristianísimo rey de Francia su bisabuelo, el Sr. don Luis XIV, el Dr. don (…).-Puebla: Oficina de don Joseph Pérez [1709]. 80 f.[11]

 Gustavo Curiel: “Fiestas para un virrey. La entrada triunfal a la ciudad de México del conde de Baños. El Caso de un patrocinio oficial. 1660”. En: Patrocinio, colección, y circulación de las artes. XX Coloquio Internacional de Historia del Arte. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1997. 826 p. Ils., facs. (p. 155-193). (Estudios de Arte y Estética, 46).

1792: SAN LUIS POTOSÍ, cd. El Ayuntamiento de San Luis Potosí informa al virrey Revillagigedo que don Pedro Alonso de Alles remitirá medallas de oro, plata y cobre para que sean enviadas al monarca y su familia. Se detalla que las de oro son once, veinte de plata y veinte de cobre, y a quiénes deben otorgarse. Se incluyen los testimonios de amor y fidelidad sobre la proclamación del nuevo monarca Carlos IV y una descripción detallada de los festejos, adorno de las calles y casas, así como actos relativos al evento. Archivo General de la Nación, Ramo: Policía, Vol. 111, exp. s/n, fs. 381, 400.[12]

 1810: MÉXICO, cd. Cuentas de los gastos erogados con motivo del recibimiento del virrey don Francisco Xavier Venegas, entregadas por el licenciado don José Ramón de la Peza en representación del fallecido regidor Ignacio José de la Peza, su tío. Se describen muebles –entre ellos una cama imperial charoladas, obra de Manuel Tolsá, a quien se pagaron 750 pesos-, ropas de cama, adornos y telas, candiles, enseres de casa, diversos muebles, alimentos, bebidas, vinos, dulces y golosinas, adorno de las calles, flores y los gastos para recibirlo a su entrada a la ciudad. Archivo General de la Nación, Ramo: Policía, Vol. 129, exp. 1, fs. 1, 78.[13]

Relación y descripción del Templo Real de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, y su Catedral. Que de orden de su majestad acabó, y consagró a 18 de abril de 1649 el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Juan de Palafox y Mendoza, del Consejo Real de las Indias, y Obispo de esta Diócesis: Su despedida, y salida para los Reinos de España. Con dos cartas Pastorales del mismo Ilustrísimo Señor sobre la materia. Escrita por el Licenciado D. Antonio Tamariz de Carmona, Cura, y Vicario por su Majestad del Partido de Teziutlán. Dedícala al Excelentísimo Señor D. García de Avellaneda y Haro, Conde de Castrillo, Gentilhombre de la Cámara de su Majestad, Comendador de la Obrería en la Orden de Calatrava, de los Consejos de Estado y Guerra, y Presidente en el Real, y Supremo de las Indias.[14]

1818: Colombini y Camayori, Francisco: Canto lírico anacreóntico que con el justo y plausible motivo de celebrar los dias de nuestra Exma. Señora Vireyna Poña Rosa Gastón de Apodaca, dixo y en fiel testimonio de su profundo respeto, tiene el honor de dedicar a S. E. el Teniente Coronel Conde de Colombini, agregado al Real Cuerpo de Inválidos de esta Nueva España. — México, imp. de D. Alexandro Valdés. [1818] 1 p.l., 11p.

1822: [En la solemne coronación del Señor Don Agustin I, Emperador de México.] — México, imprenta Imperial del Sr. Valdés. [1822] 4p.

1822: [PLAUSIBLE aclamación a nuestro querido Emperador Agustin Primero] — México, imp. de D. Mariano Ontiveros. [1822] [4]p.

1817: A los felices dias del excmo. Señor Don Juan Ruiz de Apodaca conde del venadito, virey, gobernador y Capitan General de Esta N. E. &c. &c. &c. — [México: s.n., 1817?] [2] p.

1820: Anfriso, Pseud. Los días á nuestro virey el excelentisimo señor D. Juan Ruiz de Apodaca, Conde del Venadito, etc. etc. etc. por el ciudadano… — Méjico, Imp. de Ontiveros. [1820] 1.l. 15cm.

1793: Diego García Panes: Diario particular del camino que sigue un virrey de México. Desde su llegada a Veracruz hasta su entrada pública en la capital […] [1793], transcripción de Alberto Tamayo, estudio introductorio de Lourdes Díaz-Trechuelo, Madrid, CEHOPU / CEDEX (Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente), 1994.

La obra de Francisco de Solano: Las voces de la ciudad. México a través de sus impresos, 1539-1821, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994. LXX + 330 p. (Biblioteca de Historia de América, 9), es una fuente fundamentalísima para estos asuntos que se tratan aquí. Verán porqué.

Este mismo texto, con algunas variantes, incluso en el mismo título: “Las voces de la ciudad de México. Aproximación a la historiografía de la ciudad de México”, aparece en: La ciudad. Concepto y obra. (VI Coloquio de Historia del Arte). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1987. 289 pp. Ils., fots., facs. (Estudios de Arte y Estética 19). (El material de Francisco de Solano aparece de la página 55 a la 77).

Por considerar de vital importancia sus apreciaciones al respecto del tema que ahora nos convoca, quiero traer aquí su segunda sección, denominada

La ciudad festiva.

Los momentos de regocijo fueron numerosos durante el periodo colonial máxime cuando el marco urbano era, a la vez, sede de la capitalidad de un virreinato. Al tiempo de la festividad municipal se añadían las ocasiones en las que debían festejarse determinadas fechas nacionales y todo el ancho capítulo abierto por la generosidad con que la capital recibía a sus autoridades. Manifestaciones multitudinarias hechas para fustigar el gozo masivo, como la masiva diversión para provocar contentos y motivar intercomunicación entre pueblo y autoridad. La misma característica abierta al entusiasmo se orienta con la muerte. Las exequias, los duelos, los funerales, los túmulos a los virreyes muertos en ejercicio, el dolor por los monarcas y sus familiares fallecidos a millares de kilómetros de distancia auténticamente se vivía, doloridamente, con participación multitudinaria de toda la ciudad: unida tanto para el regocijo como para la tiniebla.

La misma generosidad para estos actos se refleja en la literatura que los comenta y trata. Un elevado número de folletos, textos, recogen estas manifestaciones masivas, que muestran una cara visible ciudadana, tan importante como el puesto que México adquiere en el Mundo Hispánico. Así este apartado contaría con las siguientes subdivisiones:

Fiestas municipales

Fiestas nacionales

Festejos con motivo de la llegada de autoridades

Participación en acontecimientos políticos españoles

Túmulos, exequias, duelos.

Esta historiografía señala cómo la ciudad intenta divertirse. Frente a la monotonía de la rutina, la festividad rompe con alboroto la igualdad de los días anodinos, en donde hasta la comida es semejante todos los días. En el cómo se gasta el tiempo festivo, en el cómo se emplea, y en qué proporción de participación tienen las clases sociales son aspectos que pueden encontrarse en esta manifestación que obtiene tan rica historiografía, de la que se presentan ciento treinta y tres ejemplos de otros tantos textos que describen la circunstancia de un determinado regocijo.[15]

Las fiestas municipales se suscriben a unas cuantas. La ciudad corre con los gastos de luminarias, castillos y fuegos de artificio, comedias y juegos de lanzas, toros y cañas, pago de cera, aceite, sermón y estipendio por las misas. Todo ello para alegrarse masivamente por el patrocinio de sus santos patronos. Ante la inseguridad y la incertidumbre que vive la ciudad colonial, se apagan las angustias mediante la protección solicitada a los patronos. Los días de fiestas grandes se hallan dedicados: a San Hipólito, el 13 de agosto; a la Virgen de los Remedios, el 1º de septiembre; el 11 y 12 de diciembre a la Virgen de Guadalupe. En la primera ocasión, además el municipio salía corporativamente con todo boato y lujo exterior posible, desde el cabildo a la catedral, y luego a la iglesia del santo, para verificar el homenaje y el paseo del pendón: ceremonia que se ejecutaba desde que Carlos V lo fijara en real cédula en 1530 “en celebridad de la rendición de esta ciudad a las armas católicas”. Junto a estas fiestas grandes, que se celebraban conforme a su talla, un número elevado de fiestas de tono menor, para celebrar los otros patronos de la ciudad: San José, San Antonio Abad, San Felipe de Jesús, San Bernardo y San Antonio de Papua, San Francisco Javier, San Isidro, la Candelaria y el Corpus.

Veinticinco obras se recogen, desde 1579 a 1810, que hablan de fiestas muy varias: bastantes de ellas, procesiones de la Virgen de los Remedios, desde su ermita a la ciudad; lo mismo que a la Virgen de Guadalupe, pero también gozos por la beatificación o canonización de santos españoles: Santa Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Juan de Dios, Francisco de Borja, en una sola ocasión con pasión de paisanaje la de Felipe de Jesús.

En otras ocasiones la festividad venía provocada por motivos gubernamentales: proclamaciones de nuevos monarcas y juras de la población, festejos por los cumpleaños o días onomásticos de los reyes, lo mismo que por sus casamientos o el nacimiento de sus hijos. Una verdadera identidad entre capital de virreinato y dinastía reinante se verifica desde bien temporano: historiográficamente desde 1557 en que se imprime el “comentario de la jura hecha al invictísimo rey don Felipe II”. La última de las manifestaciones, en 1809, en que se efectuó la jura de Fernando VII. Entre ambas se registran dieciséis ejemplos.

Cada una de estas festividades se verifica con aparato y plena participación de la ciudad. Pero donde la ciudad colonial se singulariza de los otros núcleos urbanos occidentales del tiempo moderno es en los festejos surgidos con motivos de la llegada de las autoridades. Virreyes y arzobispos son acogidos con una generosidad y un aparato que sólo la inventiva del barroco podría haberse atrevido a desarrollar con tamaña categoría. El fervor de la acogida se montaba en torno a un arco, el arco triunfal que representaba no sólo una obra maestra de la arquitectura en madera, sino ocasión de otros tantos motivos de piezas literarias, pictóricas, escultóricas en yeso o estuco. Además de reflexión de literatura política en donde emblemas y jeroglíficos, junto a elementos decorativos, cifraban las virtudes que la ciudad esperaba de sus gobernantes: a veces, tan intrincados los emblemas, que precisaban de explicación. Dramatismo y exuberancia que son elementos de raigambre en un México cada vez más seguro de su categoría de ciudad privilegiada de ciudad capital. Los arcos triunfales se suceden en catarata, sobre todo desde 1640 a fin del XVII [e incluso hasta bien entrado el XIX o al comenzar el XX. N. del A.], acompañados siempre de una literatura que perpetúa los asombros y las admiraciones. Arcos que seguirán montándose durante el Setecientos, pero con ánimos más sosegados, como si las ansias del siglo XVII se hubieran envejecido. Es justamente en estos arcos que la ciudad levanta en honor de sus autoridades donde se observa el destino capitalino: la literatura que recoge estas actividades efímeras –muy numerosa, por cierto, cuarenta y seis títulos- es puntual en destacar el papel de la ciudad de México: es, se la define, “metrópoli del imperio occidental”, “corte ilustre del occidental imperio”, y “siempre noble, ilustre, imperial, regia ciudad de México, metrópoli de América y Corte de su Nueva España” y no son títulos vanos, sino que actúa tal como proclama.

Pero lo verdaderamente significativo es el papel que los acontecimientos del mundo hispánico tienen y obtienen en la ciudad de México. se viven en una tal sincronía que denotan la perfecta preocupación por las coyunturas políticas hispánicas, capaces de interesarse por sucesos que afectaban a una misma extendida comunidad.

El mismo fervor que se muestra por la alegría, se dedica a la muerte. A la que se ha ido habituando durante la vida, como un entrenamiento, educando al fiel a través de oradores, predicadores. Los ayes, duelos, exequias, funerales, epitafios y oraciones fúnebres se levantan, también, como espectáculo y fenómeno de masas, pero ciertamente como escenificación del sentimiento final, y como otro ejemplo vivo más que recordarle al vecino de México que “la vida es un río que va a dar al mar que es el morir”. Como homenaje de la ciudad a las autoridades fallecidas en su cargo, como a pontífices, y familia real. La misma agilidad de un arte breve, que dura lo que dura un llanto, el aparato de los arcos triunfales se paraleliza con los túmulos. Es casi la misma idea, el mismo decorado, el mismo sentimiento de servir de portada –al buen gobierno uno, a la eternidad los otros-, tratados del mismo modo: cargado y recargado de emblemas, figuras, símbolos, jeroglíficos en loor del difunto. Túmulo y arco triunfal tenían que “inventarse”. Las claves de los inventos y las soluciones de los jeroglíficos se imprimieron, junto a la descripción de los fastos y de los lamentos, junto a los nombres de los artistas, de los músicos. Denotando siempre niveles culturales y profesionales de artífices y artesanos, que obtenían con él un merecido reconocimiento. Elementos todos que se conjuntan a las oraciones fúnebres y a los sermones de regocijo: los opúsculos repletos de datos sobre la ciudad en gozo y sobre la ciudad doliente.

Todo ello crea un estilo y un comportamiento. No sólo masivo, sino individual. Por eso, cuando el ciudadano se alegra o se conduele en su propio nivel a su propia escala, y a su propia estatura, imita la grandilocuencia de la fiesta: ya fuese para alegrarse, como para morir.[16]

Esta obra, la de Francisco de Solano,[17] contiene un número de otras tantas referencias que por su naturaleza y curiosidad, no me resisto incluirlas a continuación.

HISTORIAS GENERALES DE LA CONQUISTA. FUNDACIÓN Y DESCRIPCIONES DE LA CIUDAD DE MÈXICO.

p. 14, ref. 20A: RIBADENEIRA Y BARRIENTOS, Joaquín Antonio. 1757. Diario notable de la excma. Sra. Marquesa de las Amarillas, virreina de México, desde el puerto de Cádiz hasta la referida Corte, escrito por un crfiado de su excelencia. México, Biblioteca Mexicana.

VIDA DIARIA. NORMATIVA VIRREINAL SOBRE CIUDAD DE MÉXICO

p. 43, ref. 245: 1770 BANDO de 5 de noviembre, del virrey Marqués de Croix, prohibiendo que durante las corridas de toros salten espectadores a la plaza, así como otras medidas para el mejor orden en las corridas.

AGN, Bandos VII, 87.

p. 43, ref. 246: 1770 BANDO del virrey Marqués de Croix por el que se expresan los nombres de los toreros y las castas de los toros que van a lidiarse durante los festejos: señalando las calles en donde han de situarse los coches de los espectadores.

AGN. Bandos, VII, 88.

NORMATIVA DE GOBIERNO

p. 50, ref. 315: 1772. BANDO de 5 de febrero, del virrey D. Antonio Ma. de Bucareli, mandando hacer demostraciones de júbilo por el nacimiento del Infante Don Carlos Clemente.

AGN. Bandos, VIII, 17.

p. 50, ref. 316: 1775. BANDO del virrey D. Antonio María de Bucareli, ordenando hacer fiestas por el nacimiento de la Infanta Dª Carlota. México.

ACTIVIDADES CONSTRUCTIVAS. CONSTRUCCIÓN DE TEMPLOS Y MONUMENTOS.

p. 104, ref. 925: BÁRCENA VALMASEDA, Miguel. 1648. Relación de la pompa festiva y solemne colocación de una santa y hermosa cruz de piedra que el Ilmo. Sr. Don Juan de Mañozca, arzobispo de México… trasladó al cementerio de esta iglesia catedral de México. Y del célebre novenario, jubileo de cuarenta y ocho horas y procesión de sangre que se tuvo por la peste y necesidades públicas de la monarquía y de este Reino. México. Hipólito de Ribera.

VIDA FESTIVA. FIESTAS NACIONALES.

p. 168, ref. 1514: CORTO INGENIO ANDALUZ. 1691. Métrica panegírica, descripción de las plausibles fiestas que, a dirección del Excmo. Sr. Conde de Galve, virrey, se celebraron, obsequiosos, en la muy noble y leal Ciudad de México al feliz casamiento de nuestro católico monarca Don Carlos II con la augustísima Reina y Señora Doña María Ana, palatina del Rhin, Neoburgo y Baviera. Versifica su narración un (…), hijo del hispalense Betis, cuyo nombre omite porque (no profesando esta ciencia) no se le atribuya al oficio lo que sólo es en él (aunque tosca) habilidad. México. María Benavides, viuda de Juan de Ribera.

p. 172, ref. 1560: 1786. Rendido y fiel obsequio en festiva demostración de los felices días del Excmo. Sr. Don Bernardo de Gálvez, conde de Gálvez, virrey. México. José de Jáuregui.

p. 172, ref. 1561: VALDÉS, Manuel Antonio. Apuntes de algunas de las gloriosas acciones del Excmo. Sr. Don Bernardo de Gálvez, conde de Gálvez, virrey… hacíalos, en un romance heróico, Don (…), autor de la Gazeta Mexicana. México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

p. 175, ref. 1572: AYROLO CALAR, Gabriel de. Canción y jeroglífico que se hizo a la entrada de México del virrey Marqués de Montesclaros. En “Pensil de príncipes y varones ilustres”. 1617. Sevilla, Fernando Rey.

p. 175, ref. 1574: MUÑOZ MOLINA, Juan. Elogia en verso del Excmo. Sr. Marqués de Cerralbo, virrey. México, 1631.

p. 175, ref. 1575: ADICIÓN… a los festejos que en la ciudad de México se hicieron al Marqués de Villena, mi señor, con el particular que le dedicó el Colegio de la Compañía de Jesús. México, 1640, Bernardo Calderón.

 p. 175, ref. 1579: ESTRADA Y OROZCO, Sabina. Relación de las dos entradas del Excmo. Sr. Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Escalona, virrey, y del Ilmo. Sr. Don Juan de Palafox y Mendoza, Obispo de Puebla y Visitador General de este Reino. México, 1640, Francisco Robredo.

p. 175, ref. 1580: Festín hecho por las morenas criollas de la muy noble y muy leal Ciudad de México al recibimiento y entrada del Excmo. Sr. Marqués de Villena, virrey. México, 1640.

p. 175, ref. 1581: RÍOS ZAVALA, Juan de los. Mexicus animata: Oratio panegyrica in Academia Mexicana prolata curam Excmo. Dom. Marchione de Villena Nova Hispaniae pro Rege. México, 1640.

p. 175, ref. 1582: Viaje por mar y tierra del virrey Marqués de Villena. Aplausos y fiestas en Ciudad de México. México, 1641.

p. 176, ref. 1585: GUEVARA, Juan de. Progresos, recibimientos y festejos que se hicieron al Ilmo. Sr. Don Juan de Mañozca, arzobispo de esta Ciudad de México. México, 1645, Francisco Robredo.

p. 176, ref. 1586: ALAVES PINELO, Alonso de. Astro mitológico político que en la entrada y recibimiento del Excmo. Sr. Don Luis Enriquez de Guzmán, Marqués de Alva de Liste, virrey, consagró la ilustrísima, nobilísima y muy leal Ciuydad de México, metrópoli del imperio occidental en el arco triunfal que erigió por trofeos a la inmortalidad de su memoria. México, 1650, Juan Ruiz.

p. 176, ref. 1588: Entrada faustosísima en México de su virrey el Excmo. Sr. Duque de Alburquerque. México, 1650, viuda de Bernardo Calderón.

p. 176, ref. 1591: GUEVARA, Juan de: Felicísima entrada y recibimiento que esta muy noble y muy leal Ciudad de México hizo al Excmo. Sr. Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, virrey. México, 1653, viuda de Bernardo Calderón.

p. 175, ref. 1592: Marte católico, astro político, planeta de héroes y ascendiente de príncipes que en las lúcidas sombras de una triunfal portada ofrece, representa, dedica la siempre esclarecida, sacra, augusta Iglesia Metropolitana de México al Excmo. Sr. Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, virrey. México, 1653, viuda de Bernardo Calderón.

p. 175, ref. 1594: SALAZAR Y TORRES, Agustín de. Elogio panegírico y aclamación festiva, diseño triunfal y pompa laudatoria de Ulises verdadero, consagrada al Excmo. Sr. Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, virrey, la muy leal y la muy ilustre imperial Ciudad de México, como a su defensor en la guerra y como a su conservador en la paz. México, 1653, por Hipólito de Ribera.

p. 177, ref. 1598: CASTELLANOS, Francisco. Alegoría del Apolo délfico para idea del gobierno de un nuevo príncipe: en la entrada triunfal del Marqués de Mancera, virrey. México, 1664, por Bernardo Calderón.

p. 177, ref. 1600: RAMÍREZ DE VARGAS, Alonso. Elogio panegírico, festivo, iris político y diseño triunfal de Eneas verdadero, con que la muy noble y leal Ciudad de México recibió al Excmo. Sr. Don Antonio Sebastián de Toledo y Salazar, Marqués de Mancera, virrey. México, 1664, por la viuda de Bernardo Calderón.

p. 177, ref. 1601: RIBERA, Diego. Narración de la espléndida demostración con que celebró México la entrada de su virrey el Excmo. Sr. Marqués de Mancera. México, 1664.

p. 177, ref. 1602: VELEZ DE GUEVARA, Juan. Feliz entrada en México de su virrey Don Antonio Sebastián de Toledo, Marqués de Mancera, en 15 de octubre de 1664. México, 1664, por la viuda de Bernardo Calderón.

p. 177, ref. 1604: PÉREZ QUINTANILLA, Miguel de y Diego de Ribera. Histórica imagen de proezas, emblemático ejemplar de virtudes del original Perseo: prevenido en oráculos mitológicos y descifrado en colores poéticos que, a los congratuladotes fastos y aparato célebre, dispuso para la felice entrada y recibimiento del Excmo. Sr. Don Pedro Colón de Portugal, Duque de Veragua, virrey, la santa iglesia catedral metropolitana de México. México, 1673, por la viuda de Bernardo Calderón.

 p. 178, ref. 1605: CARRILLO Y ALBORNOZ, Alonso. Descripción en verso, de la celebridad con que entró en México su nuevo virrey el Excmo. Sr. Conde de Paredes. México, 1680.

p. 178, ref. 1608: RAMÍREZ SANTIBAÑEZ, Juan Antonio. Relación piérica de la solemnidad con que recibió la Ciudad de México a su virrey el Escmo. Sr. Conde de Paredes. México, 1680, por Francisco Rodríguez Lupercio.

p. 179, ref. 1623: Serenissimus princeps Fernandus de Lancaster. Versos latinos a su ingreso en México. México, 1711, por los Herederos de la Viuda de Francisco Rodríguez Lupercio.

p. 180, ref. 1629: Triunfal pompa que a la nobilísima Ciudad de México dispuso a la entrada del Excmo. Sr. Don Juan Antonio Vázquez de Acuña, Marqués de Casa Fuerte, virrey. México, 1722, por José Bernardo de Hogal.

p. 180, ref. 1632: CARRANZA, Francisco Javier. Alabanza poética a la entrada del Excmo. Sr. Duque de la Conquista, virrey. México, 1739.

p. 181, ref. 1637: Triunfal pompa y festivo aparato en que bajo la idea del dios Apolo se sombrearon las empresas del Excmo. Sr. Don Juan Francisco Güemes y Horcaditas, virrey, en el suntuoso arco que para su público ingreso erigió el afectuoso esmero de la nobilísima e imperial cortel mexicana. México, 1746, por Imprenta Real.

p. 181, ref. 1640: URRUTIA DE VERGARA y ESTRADA, Manuel. Eneas español: poética idea del arco que erigió esta nobilísima e imperial Ciudad de México a la pública entrada del Excmo. Sr. Don Agustín de Ahumada, Marqués de las Amarillas, Virrey. México, 1756, por los Herederos de la Viuda de José Bernardo de Hogal.

p. 181, ref. 1642: RESTÁN, Juan Nepomuceno. Erguido Olimpo o el más elevado de los montes trasladado al ameno plantel de esta Septentrional América. Ajustada idea en que esta metropolitana iglesia de México sombrea, admirada, la frondosidad de las heroicas empresas y celebra el primer ingreso en ella del Excmo. Sr. Don Joaquín Currana Cruillas, Marqués de Cruillas, virrey. México, 1761, por la Imprenta Real del Colegio de San Ildefonso.

p. 181, ref. 1644: CUEVAS AGUIRRE, José Ángel de. Arenga que, a nombre de la muy noble, insigne y muy leal Ciudad de México, hizo don (…), regidor decano de su ayuntamiento en la solemne y pública entrada del Excmo. Sr. Don Antonio María de Bucareli y Ursúa, virrey. México, 1771, por Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

p. 181, ref. 1644 A: RODRÍGUEZ MANSO, José Antonio. Rendido coloquio entre la Muy Ilustre Ciudad de la Habana y la Nobilísima de México, en amoroso afecto al Excmo. Sr. Virrey de esta Nueva España Don Antonio María de Bucareli. México, 1771, por José Antonio de Hogal.

p. 181, ref. 1645: RUIZ, Tomás Antonio. Descripción jocoseria de la entrada pública que hizo en la muy noble, imperial Ciudad de México el día 31 de Octubre de 1771, el Excmo. Sr. Don Antonio María de Bucareli, virrey. México, 1771, por Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

p. 182, ref. 1647: CUEVAS AGUIRRE Y AVENDAÑO, José Ángel de. Arenga que, a nombre de la muy noble, insigne y muy leal Ciudad de México, hizo don (…), regidor decano de su ayuntamiento en la solemne y pública entrada del Excmo. Sr. Don Matías de Gálvez, virrey. México, 1771.

p. 182, ref. 1651: MARTÍNEZ, Diego. Excusa que de Calíope de no haber venido con sus hermanas las musas a celebrar el virreinato del Excmo. Sr. Don Alonso Núñez de Haro y Peralta, arzobispo de México. México, 1787, por Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

 p. 182, ref. 1652: BRANCIFORTE, Marqués de. Bando del 17 de noviembre del virrey (…) dando reglas y pautas para las fiestas de toros que se celebrarían con motivo de su llegada al gobierno del virreinato. México, 1794.

FIESTAS DE ASOCIACIONES Y CORPORACIONES CIVILES Y ECLESIÁSTICAS

p. 185, ref. 1663: Festejo del Colegio de la Compañía de Jesús de México al virrey Marqués de Villena. México, 1640, por Bernardo Calderón.

LA CIUDAD DE MÉXICO EN LA TRANSICIÓN (1808-1821). VIDA FESTIVA.

p. 251, ref. 2228: LEAL DE GAVIEA, P. José. El regocijo mexicano por la deseada y feliz entrada del Excmo. Sr. Don Francisco Venegas, virrey de esta Nuyeva España. México, 1810, por Mariano de Zúñiga y Ontiveros.

 p. 251, ref, 2229: SIERRA, Francisco de. Pronóstico de la felicidad americana, natural y debido desahogo de un español americano por el feliz arribo a estas provincias del Excmo. Sr. D. Francisco Javier Venegas, virrey. México, 1810, por Mariano de Zúñiga y Ontiveros.

p. 251, ref. 2230: COLOMBINI, Conde de. Parabien al Excmo. Sr. D. Juan Ruiz de Apodaca, virrey… con el plausible motivo y en celebridad de su feliz llegada a esta capital. México, 1816, por Alejandro Valdés.

Salvador García Bolio: GAZETA DE MÉXICO, 1722, 1728-1742. Recopiló (…). México, Bibliófilos Taurinos de México, s.a.e. 80 p. Ils., facs. De este documento, que recoge las noticias más relevantes en su sentido estrictamente taurino, no puedo dejar de mencionar también el enorme trabajo de los dos autores fundamentales de la misma. Tanto a Castorena y Ursúa como a Sahagún de Arévalo.

Juan Ignacio María de Castorena y Ursúa, Juan Francisco Sahagún de Arévalo: GACETAS DE MÉXICO. CASTORENA y URSÚA (1722) – SAHAGÚN DE ARÉVALO (1728 a 1742). Introducción por Francisco González de Cossío. México, Secretaría de Educación Pública, 1950. 3 V. (Colección “Testimonios mexicanos”, 4-6).

Otras obras, dedicadas a este mismo aspecto, recomendables todas ellas son las que se enuncian a continuación:

Miguel Ángel Cuenya Mateos: Fiestas y virreyes en la Puebla colonial, Lecturas históricas de Puebla 29, Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, 1989.

Nancy H., Fee: “La entrada angelopolitana: Ritual and Myth in the Viceregal Entry in Puebla de los Ángeles” en The Americas, vol. 52, núm. 3, Washington, Academy of American Franciscan History (Tam), 1996, 283-320.

Antonio Joaquín de Rivadeneyra Barrientos: Diario notable de la excelentísima señora Marquesa de las Amarillas virreina de México, desde el puerto de Cádiz hasta la referida corte, escrito por un criado de su excelencia D.A.J.R.B.F.D.M. México, Imprenta de la Biblioteca Mexicana, 1757 (Viaje de la Marquesa de las Amarillas descrito en verso por don (…). Impreso en México en 1757, y ahora reimpreso con notas de Manuel Romero de Terreros y Vinent, Marqués de San Francisco), publicado en el tomo V de los Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, México, Imprenta del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, 1914.

Beatriz Berndt León Mariscal: “Discursos de poder en un nuevo dominio: El trayecto del Virrey Marqués de las Amarillas de Veracruz a Puebla, las fiestas de entrada y el ceremonial político”.[18]

Juana Martínez Villa: “La fiesta regia en Valladolid de Michoacán. Política, sociedad y cultura en el México Borbónico”. Tesis que, para obtener el título de Maestra en Historia, Presenta (…). UNIVERSIDAD MICHOACANA DE SAN NICOLÁS DE HIDALGO, INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS dentro del PROGRAMA DE MAESTRÍA, OPCIÓN HISTORIA DE MÉXICO. Director de Tesis: Marco Antonio Landavazo. Morelia, Michoacán; febrero de 2006. 104 p.

María José Garrido Asperó: “Las fiestas celebradas en la ciudad de México. de capital a la Nueva España a capital del imperio de Agustín I. Permanencias y cambios en la legislación festiva” en Manuel Ferrer (coord.), Los pueblos indios y el parteaguas de la independencia de México, México, IIJ-UNAM, 1999 (Serie Doctrina Jurídica, 2).

Ceremonial de la N[obilísima] C[iudad] de México por lo acaecido el año de 1755.[19]

Esto corresponde al virreinato. En cuanto al siglo XIX, cuento con datos que a continuación comparto:

 AVISO AL PÚBLICO / Habiendo cesado los motivos que habían suspen- / dido las corridas de toros (anunciadas en el / impreso de 3 de octubre último) en justa celebridad / de la Jura de Ntro. Augusto Emperador el Sr. D. / Agustín 1º (Q.D.G.) ha acordado el Exmo. Ayun- / tamiento Constitucional que las referidas corridas / sean por quince días, en la Plaza principal que se / distribuirá por sitios de siete varas, consignán- / dole a los de sombra 400 pesos y a los de sol 280 / debiendo ocurrir los solicitantes a los Sres. Tesoreros / Municipales para que les den todas las instruccio- / nes necesarias a cuyo efecto se presentarán en la / oficina desde el lunes 2 de Diciembre próximo de / las once a la una. Puebla y Noviembre 28 / de 1822.

Herrera (Rúbrica)[20]

Curioso cartel de la PLAZA NACIONAL DE TOROS, enclavada en lo que hoy es la “Plaza de la Constitución”, o “Zócalo” de la Ciudad de México.[21]

 PLAZA NACIONAL DE TOROS.

Domingo 15 de agosto de 1824

(SI EL TIEMPO LO PERMITE)

    La empresa, deseando tomar parte en los justos regocijos por los felices acontecimientos de Guadalajara, no menos que en la debida celebridad del EXMO. Sr. D. NICOLÁS BRAVO, a cuya política y acierto se han debido, determina en la tarde de este día una sobresaliente corrida, en la que se lidiarán ocho escogidos toros de la acreditada raza de Atenco, incluso el embolado, con que dará fin.

Con tan plausible objeto las cuadrillas de a pie y a caballo ofrecen llenar el gusto de los espectadores en cuanto les sea posible, esforzando sus habilidades.

ENTRADAS

SOMBRA: Con boletines que se expenderán a 4 reales en la primera casilla.

SOL: Con boletines que se expenderán a 2 reales en las casillas 7ª y 8ª y se entregarán en la puerta.

Las lumbreras por entero se arrendarán a cuatro pesos cada una con boletines de ocho personas en la alacena de D. Anacleto González en el portal de Mercaderes, desde el día anterior hasta la una de este, y de esta hora en adelante en la puerta principal de la misma plaza.

Imaginemos de pronto, el ingreso a la plaza de toros del Lic. Benito Juárez acompañado de su Sra. Esposa Da. Margarita Maza de Juárez. En la plaza vemos a los más insignes personajes, como los más desagradables individuos quienes han hecho de nuestra nación la viva imagen de su circunstancia.

Antes de hacer comentarios generales, quisiera presentar una pequeña relación de festejos  donde vemos presente al oaxaqueño en corridas de toros.

-27 de enero de 1861. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Gran Función extraordinaria dedicada al Exmo. Sr. Presidente interino de la República D. Benito Juárez quien la honrará con su presencia. Toros de Atenco. Bernardo Gaviño y su cuadrilla. Graciosa mojiganga y magníficos juegos artificiales dirigidos por el afamado pirotécnico D. Severino Jiménez.[22]

-9 de noviembre de 1862. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Corrida a beneficio de los Héroes de Puebla. Cinco toros escogidos de Atenco para la cuadrilla de Pablo Mendoza. Dos para el coleadero y el embolado de costumbre.[23]

-22 de febrero de 1863. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Gran corrida de toros a beneficio de los hospitales militares de la Santísima y de las Vizcaínas. Cuadrilla de Pablo Mendoza.[24]

-3 de noviembre de 1867. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Beneficio de los damnificados del huracán en Matamoros. Cuadrilla de Bernardo Gaviño, toros de Atenco. Toro embolado, mojiganga y toros para el coleadero.

Como se ve, quienes iban a mostrarse tan contradictorios de la fiesta no desdeñaban entonces usarla como instrumento para agenciarse recursos financieros con los cuales sostener su lucha.[25]

Ya metidos en considerar qué tan sincero haya sido Juárez o no con la fiesta, vayamos a conocer algunos testimonios que lo califican como antitaurómaco.

Tal consideración la encontramos expuesta por un periodista, pero uno de la fuente taurina, el Dr. Carlos Cuesta Baquero cuyo anagrama lo identifica como Roque Solares Tacubac. Refiriéndose a Julio Bonilla, otro periodista -creador del “Arte de la Lidia” en 1884- comenta:

Era (J. Bonilla) asiduo concurrente a las corridas que desde el año de 1867 en adelante eran efectuadas en los pueblos inmediatos, relativamente, a la ciudad de México. Eran en Cuautitlán, Tlalnepantla, Texcoco, Amecameca, Zumpango y otros. También en la ciudad de Toluca, capital del Estado de México. No las había en la metrópoli y en la jurisdicción del Distrito Federal, POR TENERLAS PROHIBÍDAS EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, LICENCIADO DON BENITO JUÁREZ, QUIEN FUE ANTITAUROMÁQUICO, A PESAR DE QUE A VECES RECURRIÓ A “LOS TOROS” para arbitrarse dinero destinado al sostenimiento de hospitales militares, cuando el heroico asedio que sostuvo la ciudad de Puebla en el año de 1863 (11).[26]

La contradicción a la que he orientado esta propuesta puede tener dos causas básicas:

1.-Que de verdad Juárez haya sido antitaurino y sólo se prestara para consolidar con su presencia una serie de festejos benéficos.

2.-Que resultara ser uno de los adoctrinados, bien por los liberales, bien por la prensa (o condicionado por ésta).

Con todo esto:

¿Qué pudo ver Juárez en todo aquel colorido espectáculo?

¿Repugnancia, aberración, barbarie o la oportunidad de fortalecer la ideología más recomendable por entonces a los ambiciosos proyectos de tener un México metido a trabajar en el progreso?

La obra de José Ramón Malo: Diario de sucesos notables (1832-1864). Arreglados y anotados por el P. Mariano Cuevas, S.J. México, Editorial Patria, S.A., 1948. 2 Vols. Ils., nos provee de datos útiles para estos objetivos y puede consultarse en su edición, la de hace 70 años.

Continuamos.

 CUADRO DE ACTUACIONES DE BERNARDO GAVIÑO y SU PARTICIPACIÓN EN ESTE TIPO DE FESTIVIDADES. (1839-1876).

 1839: (…) Corrida extraordinaria, celebrada en septiembre de 1839 en la Plaza principal de San Pablo, con asistencia del Presidente de la República, don Anastasio Bustamante. Partieron plaza los granaderos del Batallón del Comercio; se lidiaron siete toros de las razas de Huaracha y Tlahuililpa, alternándose la corrida con otras diversiones: un globo adornado con las armas nacionales y los retratos de Hidalgo e Iturbide que, al ascender, arrojó una bandada de pájaros; un toro jineteado por Ignacio Chávez; un salto mortal ejecutado por Marcelino Salceda, y una pantomima, Los Mecos, durante la que se lidió un toro embolado, picándolo en caballos en pelo y dándole muerte con una macana de fuego. Gaviño debe haber actuado en este festejo, matando de “mete y saca”, o “a la olla” como se diría después en el apogeo de Ponciano Díaz, nada nuevo en el toreo, porque así estoqueaban los clásicos Pepe Illo y Romero…

 1842: PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. 3 de febrero. Bernardo Gaviño y cuadrilla. Corrida en obsequio del Exmo. Sr. general presidente, benemérito de la Patria, D. Antonio López de Santa Anna.

 1844: PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 6 de octubre. 7 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. La empresa, deseosa de contribuir por su parte a la satisfacción pública por el feliz enlace del Escmo. Sr. Presidente General Don Antonio López de Santa Anna con la Escma. Sra. Da. Dolores Tosta, ha dispuesto una sobresaliente corrida de toros.

Programa:

Una marcha militar y una salva de artillería que hará un fortín puesto al intento, anunciarán la llegada de la Escma. Sra. Presidenta. Pasado el despejo del circo, se lidiarán 3 toros, y en seguida el mismo fortín repetirá la salva, descubriéndose un grupo de la América sostenida por los antiguos aztecas.

Estos, en celebridad de su digna presidenta, lidiarán con un toro, que en aquel acto saldrá adornado de listones y bandas, banderillándolo y dándole muerte con una macana de fuego.

Seguirán otros 4 toros de la misma raza, y por fin de función se iluminará el fortín y dos pirámides, en cuyos remates se verá el retrato de la Escma. Sra. Presidenta y vivas a sus Excelencias.

1850: PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 15 de diciembre. Primera y gran función de inauguración. Función dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la República, general de división D. José Joaquín Herrera. Seis arrogantes toros del famoso cercado de Atenco serán lidiados por los diestros discípulos de Bernardo Gaviño.

Corresponden a 1851 los tres siguientes festejos:

PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 27 de julio. 7 toros de Molinos de Caballero (fracción de Atenco). Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Corrida en celebridad del cumpleaños del Exmo. Sr. Presidente de la República, general de división D. Mariano Arista. Después que se haya dado muerte al segundo toro de la lid, se presentará en el circo un artista mexicano, para hacer subir un hermoso Balón o globo. Los demás intermedios se cubrirán con dos toros para el coleadero. Hermosos y brillantes fuegos artificiales.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 24 de agosto. Toros de Xajay. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros para el coleadero. Simulacro del Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha, acompañado de su escudero Sancho, acometerá con lanza en ristre a otro arrogante toro embolado. Corrida cuyos productos se destinaron para la compostura y adorno de los paseos públicos en los días 16 y 27 de septiembre, que además incluyó vistosa Jamaica, con almuerzos de todas clases preparados con el mejor gusto. Una fuerza de 100 hombres del batallón de Bravos, hará los honores de ordenanza al Escmo. Sr. Presidente, que se signa honrar la función, y en este momento se saludará a S.E. con una salva de cohetes y se enarbolará el pabellón nacional.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 30 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Siete toros de El Cazadero. Asiste el presidente Mariano Arista.

Para 1853 se cuenta con estos seis registros:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 24 de abril. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 9 toros de Atenco. Función en celebridad del feliz arribo del Exmo. Sr. Presidente de la República, general D. Antonio López de Santa Anna.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Lunes 25 de abril. Segunda magnífica y extraordinaria función en honor del general D. Antonio López de Santa Anna. Nueve toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Actuación de Ignacio Gadea.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 12 de junio. Magnífica y extraordinaria función en celebridad de los días del Exmo. Sr. Presidente de la República, general don Antonio López de Santa Anna.

“Se lidiarán nueve toros muy escogidos de las conocidas y acreditadas razas de Queréndaro y San José del Carmen. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Se presenta Antonio Cerrilla, banderillero.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Lunes 13 de junio. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 9 o más toros si la tarde lo permite. Un toro para jinetear y el embolado. La función fue en celebridad de los días del Excmo. Sr. Presidente de la República.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 9 de octubre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. Función extraordinaria a la Escma. Sra. Dª Dolores Tosta de Santa Anna. Un hermoso globo y música militar que tiene contratada la empresa, alternará en los intermedios con la que lleva la tropa designada para partir plaza. En estas fechas, debe haber actuado en la cuadrilla de Gaviño el banderillero Joaquín López “El Calderetero”, quien vino en compañía de Juan Pastor “El Babero”, actuando, como ya se sabe ese diestro en la plaza de la Habana, Cuba.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de diciembre. Corrida extraordinaria a beneficio de la Hacienda de Atenco y dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la Nación, Benemérito de la Patria, don Antonio López de Santa Anna, y a su digna esposa Exma. Sra. doña Dolores Tosta de Santa Anna. Siete toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

    En 1854 se dieron estos otros:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 15 de enero. Solemne y extraordinaria función de obsequio dedicada a S. A. S. el Presidente de la República Mexicana, general de división, benemérito de la Patria, caballero gran cruz de la real y distinguida orden española de Carlos III y gran maestro de la nacional y distinguida orden mexicana de Guadalupe, D. Antonio López de Santa Anna, a su S. A. S. su digna esposa; y a los caballeros de dicha orden, en celebridad de la instauración de ésta, y cuya fiesta concurrirá S. A. S. el príncipe de Nassau, invitado por S. A. S. el presidente de la República. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Seis o más toros de Atenco.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Jueves 18 de mayo. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 8 toros de Atenco. Dos toros para colear y toro embolado. Brillante y sobresaliente corrida de toros, en celebridad del triunfal y feliz regreso a esta capital, de S.A.S. el general presidente de la república mexicana, benemérito de la patria D. Antonio López de Santa Anna, a quien le dedica la empresa, e igualmente a S.A.S. su digna esposa, por la cumplida satisfacción que experimenta con tan grato y plausible acontecimiento.

Johann Salomón Hegi (1814-1896): “Cuadrilla española en la plaza de toros”. Siglo XIX. Acuarela sobre papel. 54 x 74 cm. Col. Salomón y Brigitte Schäter, Zurich, Suiza. Probablemente el personaje que aparece debajo del palco presidencial, rematado con la figura del águila y la serpiente, sea el mismísimo Santa Anna.

Fuente: Gustavo Curiel, et. al.: Pintura y vida cotidiana en México. 1650-1950. México, Fomento Cultural Banamex, A.C., Conaculta, 1999. 365 pp. Ils, retrs., grabs. (pp. 183).

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de junio. Corrida para celebrar el cumpleaños del Serenísimo Señor Presidente. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 8 toros de Atenco y de El Cazadero, propiedad de D. José Juan Cervantes y D. José María de la Peña respectivamente. Un toro de cola y el embolado. Corrida que celebró el feliz cumpleaños de S.A.S. D. Antonio López de Santa Anna.

Se conocen entre otros, siete acontecimientos celebrados en 1855:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 21 de enero. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Función a beneficio de Bernardo Gaviño, a la cual se dignará concurrir S.A.A. el general Presidente Don Antonio López de Santa Anna.

Los toros saldrán a la plaza engalanados con vistosas moñas de raso y terciopelo. El 4º toro será banderillado a caballo por el más famoso caporal de la hacienda de Atenco. Se colearán dos ligeros toros. Entre el quinto y sexto toro saldrá uno embolado de la misma raza de Atenco, que será lidiado por la chistosa mojiganga de los “hombres gordos en burros, enanos y gigantes”.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de febrero. Función a beneficio de las haciendas de Atenco y El Cazadero. Magnífico fuegos de artificio. Iluminación general de la plaza. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Función dedicada a S.A.S. Don Antonio López de Santa Anna y a su muy digna esposa, Sma. Da Dolores Tosta de Santa Anna.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Martes 20 de febrero. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 4 toros: de Atenco y del Cazadero. Segunda función de carnaval la que se signará honrar con su asistencia S.A.S. Don Antonio López de Santa Anna y su digna esposa, la Sma. Sra. Dª Dolores Tosta de Santa Anna. Se echarán varios toros de cola. La cuadrilla se presentará de máscara compuesta de distintas parejas propiamente vestidas y lidiarán 3 toros. Toro embolado y fuegos de artificio.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de mayo. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco y un novillo para el embolado. Función dedicada a S.A.A. la señora presidenta Dª Dolores Tosta de Santa Anna. Comparsa de la muerte en zancos. Dos toros para cola.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Miércoles 13 de junio. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 7 toros de Atenco. Función extraordinaria dedicada a SS.AA.SS. el General Presidente Don Antonio López de Santa Anna y su digna esposa Dª Dolores Tosta de Santa Anna, por los propietarios de las haciendas de Atenco y el Cazadero. Dos toros para coleadero. Un becerro de Atenco que lidiará la cuadrilla en zancos. Toro embolado que tendrá la frente cubierta de monedas de plata.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 17 de junio. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 7 toros de Atenco. Función extraordinaria dedicada a SS.AA.SS. el General Presidente Don Antonio López de Santa Anna y su digna esposa Dª Dolores Tosta de Santa Anna, por los propietarios de las haciendas de Atenco y el Cazadero. Dos toros para coleadero. Un becerro de Atenco que lidiará la cuadrilla en zancos. Toro embolado que tendrá la frente cubierta de monedas de plata.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de noviembre. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Brillante y extraordinaria función de obsequio, dedicada al Escmo. Sr. Presidente interino de la República, general de división, D. Juan Álvarez. Magníficos fuegos de artificio y sobresaliente iluminación. Mojiganga de D. Quijote y Sancho Panza que lidiará un toro embolado. Dos toros de cola que los acreditados coleadores manifestarán sus habilidades en los caballos en pelo. Toro embolado.

1856: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de abril. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Junta patriótica de 1856. Se contará con la asistencia al Escmo. Sr. Presidente de la república, general D. Ignacio Comonfort. Becerro lidiado por la cuadrilla en zancos. Toro embolado.

 1856: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de mayo. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Gran función extraordinaria a beneficio de Manuel Esquino, la que se dignará honrar con su asistencia el Escmo. Sr. Presidente de la república, general D. Ignacio Comonfort. (Francisco Togno).

 Tres tardes de 1857:

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS / EN LA DE SAN PABLO. / GRAN FUNCION ESTRAORDINARIA, / En celebridad del cumpleaños del Exmo. Sr. Presidente de la República, / PARA LA TARDE DEL / DOMINGO 9 DE AGOSTO DE 1857. / Para celebrar como es debido tan feliz natalicio, hoy se complacen el asentista de esta Plaza, de que el espectáculo que prepara con todo empeño y cuidado, sea la manifestación más sincera de su respeto y adhesión / AL PRIMER MAGISTRADO DE LA REPÚBLICA, / DON IGNACIO COMONFORT. / Con tan loable motivo se verificará la función con arreglo al siguiente  / PROGRAMA.

A las dos de la tarde se abrirán las puertas de la Plaza para recibir al respetable público, quien la encontrará magníficamente adornada: a las tres, una música militar se situará en la parte exterior de la sombra de dicha plaza, para tocar diversas piezas de gusto, hasta el momento en que llegue el Exmo. Sr. Presidente, en cuyo acto se izará el PABELLÓN NACIONAL, el que será saludado con veintiún tiros: en seguida se hará el despejo de la plaza por una fuerza de cien hombres armados, de uno de los cuerpos de la guarnición, que se presentarán vestidos de gala.

SEIS SOBERBIOS TOROS, / INCLUSO EL EMBOLADO, / de los más acreditado en esta plaza por su gallarda presencia y bravura, están escogidos para la lid de esta tarde. Otros dos toros de raza humilde servirán para el COLEADERO. / Para aumentar la diversión de tan plausible día, ofrece / EL HOMBRE FENÓMENO, /, ejecutar la gineteada en otro toro bravo que al intento vendrá a más de los de la lid, y está dispuesto a desempeñar cualquier de las suertes que ya tiene manifestadas. / Con el objeto de duplicar más y más el gusto de este día, está dispuesto / OTRO INTERMEDIO MUY DIVERTIDO; / Después que se haya dado muerte al tercer toro, se presentarán figurados / D. Quijote de la Mancha / y su escudero SANCHO PANZA, a desempeñar una de sus aventuras buscando a su DULCINEA, la que encontrarán robada y por defenderla se verá precisado a combatir con el raptor. En el furor de esta pelea se aparecerán unas figuras muy extrañas y ridículas en zancos a mediar en la lucha, y estando en este laberinto tan divertido se soltará un BRAVÌSIMO TORO EMBOLADO, con el cual todos los de la comparsa harán las suertes que les dicte su valor. / Concluida la corrida de toros, se iluminará la plaza con brillantes y escogidas luces de colores. Acto continuo, el pirotécnico mexicano presentará unos / FUEGOS ARTIFICIALES, / tan placenteros, que sin duda alguna estará el espectáculo verdaderamente lucido; tocando a la vez la diana dos música militares, las que en toda la diversión se están alternando, a efecto de que no falta en ningún intervalo tan melodioso sonido a los oídos de los dignos espectadores. /…/ La función comenzará luego que se presente S.E. / FRANCISCO HERAS.

-Estado de conservación: Bueno. Es copia del original.

-Imprenta: Tip. De M. Murguía.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de septiembre. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Función dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la República Don Ignacio Comonfort.

 

El cartel de aquella jornada. Col. del autor.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de septiembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco.

“Sabedores algunos amigos míos de mi regreso de la isla de Cuba a esta capital, declara Bernardo Gaviño en septiembre del 57, se han empeñado para que diese alguna corrida y accediendo yo gustoso en un tanto a sus peticiones, he dispuesto dar una en la tarde del día de hoy, en obsequio al Excmo. señor Presidente de la República don Ignacio Comonfort, a quien tengo el honor de dedicarla, y el que la honrará con su presencia”. La función debe dar principio “tan pronto como el Excmo. señor Presidente se presente en su palco, le harán los honores y partirá la plaza una de las compañías de rifleros que para el efecto estará en el local con anticipación. Uno de los toros será banderilleado por mí alternando con los picadores, y otro también floreado y banderilleado a caballo por Pilar Cruz. Habrá suertes de “manganear y jinetear potros cerreros, que tanto ha divertido al público las veces que se ha verificado”.

 Aquí, los carteles de seis festejos en 1858:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Viernes 15 de enero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Asiste a los toros el Presidente Antonio López de Santa Ana. (Véase, Luis Ruiz Quiroz: Efemérides Taurinas Mexicanas. México, Bibliófilos Taurinos de México, A.C., 2006. 441 p., p. 21).

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 7 de febrero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Extraordinario fenómeno Alejo Garza, fuegos de artificio. Presencia del Sr. Presidente interino, Gral D. Félix Zuloaga.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. (Fecha sin precisar). Beneficio de Bernardo Gaviño. Seguramente esta tarde, que debe corresponder al mes de marzo, se lidiaron toros de la estancia del Tejocote, escogidos personalmente por el conservador Miguel Miramón para la cuadrilla de Bernardo Gaviño. Entre esos toros, fueron célebres el cárdeno “Espejito”, el engatillado “Cometa” y el muy terrible “Veneno”.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de abril. 5 toros de Atenco y 5 del Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Dos funciones en una. Plaza dividida en dos. Función en celebridad del cumpleaños del Escmo. Sr. Presidente general D. Félix Zuloaga y feliz regreso a la capital del Escmo Sr. General D. Luis G. Osollo, quienes la honrarán con su asistencia. 10 toros (…) mas dos toros embolados. Dos mojigangas, una en zancos.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de abril. 5 toros de Atenco y 5 del Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Dos funciones en una. Plaza dividida en dos. Función en celebridad del feliz regreso a la capital del Escmo Sr. General D. Luis G. Osollo, quien la honrará con su asistencia. 10 toros (…) mas dos toros embolados. Dos mojigangas, una en zancos.

Cartel de la plaza de toros del MONTECILLO (SAN LUIS POTOSÍ), para el domingo 25 de abril de 1858.

TOROS / PLAZA DEL MONTECILLO, DOMINGO 25 DE ABRIL DE 1858 / FUNCIÓN EXTRAORDINARIA / DEDICADA AL EXMO. SR. GENERAL EN JEFE D. / MIGUEL Miramón / Y A LA VALIENTE DIVISIÓN QUE MILITA A SUS ORDENES.

Deber es sin duda de todo mexicano manifestar su gratitud a los hombres que sacrificando en aras de la patria en bienestar y aún su propia existencia, arrostran los peligros por dar al país el orden y tranquilidad que tan necesaria le es. Después de tantos días de agitación y desconfianza; cuando se tenía que esta hermosa capital fuese el teatro de la guerra fraticida; cuando el estrago del cañón solo dejara destrucción, ruinas y escombros, cuando por último, solo quedaran a los potosinos días de luto y de lágrimas, vinieron al fin los valientes del Ejército Restaurador, abriéndose paso por entre la turba enemiga a reunirse con sus dignos compañeros los sufridos defensores de San Luis a restablecer la tranquilidad y a escarmentar a las facciones vandálicas, que tan de cerca amenazaban con sus depredaciones y desmanes. ¡Honor y gloria a los valientes del Ejército; a los defensores de la causa del orden y de las garantías!

Es por lo tanto que los empresarios esta vez deseando dar un testimonio de su reconocimiento al Ejército Restaurador, dedican la presente función al bizarro Señor General Don MIGUEL MIRAMÓN; a los valientes que triunfando de la potente Coalición en Salamanca vinieron a ceñirse un nuevo e inmarcesible laurel en el Puerto de Carretas, y a los beneméritos defensores de la Plaza de San Luis. El espectáculo que ciertamente no será digno de tan ilustres héroes, más al menos la empresa apurará sus esfuerzos por dar a la función toda la amenidad posible, distribuyéndola en el orden siguiente:

A las cuatro de la tarde comenzará a tocar una excelente música variadas y escogidas piezas.

A continuación el cuerpo de Carabineros de la División hará un brillante y lucido despejo de Plaza.

Por la premura del tiempo que se ha dispuesto la función solo se lidiarán a muerte cuatro o cinco arrogantes toros de la acreditada raza de la Hacienda de la PILA

Y uno embolado para los aficionados. La compañía nada dejará que desear.

NOTA.-A las cuatro y media en punto si el tiempo lo permite.

El corral para los caballos está dispuesto.

Imprenta de Dávalos.[27]

 Tres corresponden a 1859:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 30 de enero. 7 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Función dedicada el Escmo. Sr. General de División D. Miguel Miramón.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 13 de febrero. 6 toros de Atenco. Beneficio de Bernardo Gaviño. Función en celebridad de la inauguración a la presidencia, del Excmo. Sr. General de División D. Miguel Miramón, quien la honrará con su asistencia. Con el objeto de amenizar la función, se ejecutará una especie de TORNEO por los picadores, poniendo al cuarto toro de la lid unos rejoncillos, de los que saldrán vistosos listones de todos colores, con los cuales quedará el bicho bien adornado. Mojiganga LOS POLVOS DE LA MADRE CELESTINA, coleadero y toro embolado.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Seis toros de Atenco. Debido al regocijo por los espléndidos triunfos que últimamente han adquirido las tropas del supremo gobierno, se anuncia para esta tarde, una sobresaliente corrida de toros, en celebridad del glorioso triunfo adquirido por el Excmo. Sr. Presidente Don Miguel Miramón, y a la que honrará también con su asistencia el Excmo. Sr. General de División Don Tomás Mejía. Coleadero, toro embolado, y fuegos artificiales, entre otros el simulacro de una reñida batalla, figurando la TOMA DE UNA FORTIFICACIÓN.

1860: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 18 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Cinco toros de Atenco. Corrida a beneficio de las familias pobres de esta ciudad. Toro embolado y fuegos artificiales.

    Debido al triunfo del ejército constitucionalista, al mando del General Jesús González Ortega, acérrimo enemigo del General Miguel Miramón, este último se vio obligado a pedir asilo a la embajada española, por lo que fue acogido por uno de sus representantes, el señor Ballesteros. Esto ocurrió la noche del 24 de diciembre de 1860.

Concepción Lombardo de Miramón, apunta en sus Memorias, que estando ya bajo la protección diplomática

“…oímos otra llamada en la puerta de la embajada; el que venía a pedir asilo era un famoso torero, Bernardo Gaviño, que por tener simpatías por mi esposo y haberse dedicado algunas corridas de toros, temía ser maltratado por los constitucionalistas”. (Memorias, p. 300).

 Cuatro de 1861:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Posible actuación de Bernardo Gaviño, la tarde del 13 de enero, en función dedicada al Sr. General D. Jesús González Ortega. Se desconoce de donde fueron los toros lidiados.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de enero. Toros de Atenco. Bernardo Gaviño y su cuadrilla. Función extraordinaria en celebridad del orden constitucional y término de la guerra civil. Mojiganga y toro embolado.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de enero. Toros de Atenco. Bernardo Gaviño y su cuadrilla. Función extraordinaria dedicada al Exmo. Sr. Presidente Interino de la República, D. Benito Juárez.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 17 de noviembre. 6 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Corrida a beneficio Asistencia del C. Presidente de la República. Beneficio de las viudas, huérfanos y heridos de la Brigada Tapia.

1864: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Viernes 16 de septiembre. Para solemnizar este día de grato recuerdo para los mexicanos, S.M. el emperador Maximiliano I se ha servido disponer diversos regocijos públicos y entre ellos se verificará el de una sobresaliente Corrida de Toros de la acreditada raza de Atenco, y dirigida la cuadrilla de gladiadores por el bien conocido Bernardo Gaviño.

 1864: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de diciembre. El palco de SS. MM. estará adornado por una cortina de tela de galón de plata, trabajada como la de oro. Cuadrilla de Bernardo Gaviño (misma que será retratada por los fotógrafos Sres. Galini y Cía). Cinco toros de Atenco.

 1867: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Magnífica función que da la Junta Patriótica para la tarde del domingo 15 de septiembre de 1867. Primer gran corrida que se celebró después de la Intervención, presentando el siguiente programa:

“Gran partimiento de plaza por uno de los batallones de la guarnición. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Orden de la Corrida. Después de despejada la plaza, se lidiarán tres arrogantes toros a muerte de la acreditada hacienda de Atenco. Después del tercer toro se presentará la divertida mojiganga de Galopinas y aguadores mexicanos, a los que se les soltará un bravo torete. A continuación se lidiarán otros dos toros de muerte, concluyendo la función con un toro embolado para los aficionados”.

 1867: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 3 de noviembre. Extraordinaria y grandiosa función a beneficio de los desgraciados que han sufrido las consecuencias del horroroso huracán e inundación en Matamoros y otras poblaciones mexicanas de las orillas del Bravo, a la cual asistirá el Presidente de la República Mexicana C. Benito Juárez. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Cinco toros de Atenco.

 1876: PLAZA DE TOROS DE TLALNEPANTLA, EDO. DE MÉXICO. Domingo 11 de junio. Toros de San Diego de los Padres. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

De las páginas gloriosas en el libro de los recuerdos para San Diego de los Padres, aparecen los toros GENDARME y FLECHA, lidiados en Tlalnepantla, al parecer el domingo 11 de junio de 1876, cuando visitaba nuestro país don Carlos VII de Borbón.

Clementina Díaz y de Ovando, en su libro Carlos VII EL PRIMER BORBÓN EN MÉXICO, relata el acontecimiento.

El domingo 11(de junio de 1876) don Carlos asistió en Tlalnepantla a una corrida de toros. Muy príncipe, pero llegó a su palco como cualquier plebeyo, entre pisotones y empujones. La gente de sol lo ovacionó a su manera gritándole indistintamente; ¡don Carlos! O ¡don Borbón! Los bichos resultaron bravos, un picador y un banderillero se lucieron, y “un chulillo hábil y valiente manejó la capa como el barón Gostkowski el claque”.

Don Carlos estuvo muy cordial con los que le ofrecieron la fiesta, llamó a su palco al banderillero y al picador (y como veremos después, al propio Gaviño), y los premió con esplendidez. El picador bien lo merecía ya que realizó toda una proeza, según reseñó La Revista Universal el 13 de junio:

La hazaña del picador merece contarse: embistió el toro y resistió el de a caballo bravamente; ni él se cansaba de arremeter; ni el hombre de resistir; al fin, desmontándose hábilmente sin separar la pica de la testuz, el picador se deslizó del caballo, se precipitó entre las astas del toro, soltó la púa, se aferró con los brazos y las piernas de la cabeza del animal, y mantuvo todavía algunos minutos completamente dominado y sujeto contra el suelo por un asta. El de la hazaña fue objeto de grandes ovaciones: ¡si al menos el mérito de la lucha hubiera salvado al mísero animal! (46).

Pero faltaba que Enrique María de Borbón llamara a su palco a Bernardo Gaviño a quien regaló una petaquilla y le dijo: “Con estos toros no se echan de menos los de España”.

Finalmente este otro festejo, celebrado en 1894:

Faltan por ahora, muchas otras noticias de aquellas jornadas ocurridas en el siglo XX. Me parece que ese será motivo para la continuación del que por ahora concluye.


[1] Aclaro que en el presente registro, pueda presentarse alguna duplicidad de datos, para lo cual suplico que el lector salve dicha situación.

[2] Luis González Obregón: Semblanza de Martín Cortés. México, Fondo de Cultura Económica, 2005. 95 p. (Centzontle).

[3] Op. Cit., p. 16 y ss.

[4] Ibidem., p. 67 y ss.

[5] Gregorio Martín de Guijo: DIARIO. 1648-1664. Edición y prólogo de Manuel Romero de Terreros. México, Editorial Porrúa, S.A., 1953. 2 V. (Colección de escritores mexicanos, 64-65).

[6] Gregorio Martín de Guijo: DIARIO. 1648-1664. Edición y prólogo de Manuel Romero de Terreros. México, Editorial Porrúa, S.A., 1953. 2 V. (Colección de escritores mexicanos, 64-65). Vol. I., p. 179-180. Atrás se ha dicho la peste de fríos y calenturas que sobrevino a los naturales en algunas doctrinas de indios en esta ciudad, y procesiones públicas que hicieron, y saltó a muchos españoles que los padecen; y siendo sabedor de ello el virrey, dio licencia para que se lidiasen toros enfrente del balcón de palacio, y se lidiaron por octubre y a 6 y 7 de noviembre, y estándolos lidiando, andaba por la calle una procesión de sangre que salió de Santa María la Redonda.

[7] Op. Cit., p. 199-200: Martes 3 de septiembre y algunos días antes de éste, después del día de San Luis, celebró el virrey cumplimiento de sus años con toros, que se lidiaron en el parque, con tablados que se armaron, y dieron los toros los condes de Calimaya y Orizaba, y Fr. Jerónimo de Andrada, provincial del orden de la Merced, y el día referido y el siguiente hicieron los mulatos y negros de esta ciudad una máscara a caballo con singulares galas, y todas las naciones, y armada una cuadrilla de punta en blanco que ésta salió de casa don Andrés Pardo de Lagos, oidor más antiguo de la real audiencia, con nota de todo el pueblo, así por esta permisión como porque la cuadrilla que representó a los españoles se pusieron hábitos de Santiago, Calatrava, Alcántara, San Juan y Cristo en los pechos, y rodearon toda la ciudad, y luego a hora competente entraron en dicho parque a vista del virrey y audiencia y de los tribunales con el de la inquisición, que fueron convidados del virrey.

[8] Antonio de Robles: DIARIO DE SUCESOS NOTABLES (1665-1703). Edición y prólogo de Antonio Castro Leal. México, Editorial Porrúa, S.A., 1946. 3 V. (Colección de escritores mexicanos, 30-32).

[9] Artemio de Valle-Arizpe: Historia de la ciudad de México según los relatos de sus cronistas. México, 5ª ed., Editorial Jus, 1977. 531 p., p. 396-397.

[10] Además: José de Jesús Núñez y Domínguez: Un virrey limeño en México: Don Juan de Acuña, marqués de Casa-Fuerte. México, Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, 1927. XXVIII-416 p. Ils., facs.

[11] Cien impresos Coloniales Poblanos. Compilación y coordinación: Susana López Sánchez y Ana Buriano Castro. México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1991. 212 p. Ils., facs., p. 106.

[12] Delia Pezzat Arzave: CATÁLOGOS DE DOCUMENTOS DE ARTE. archivo General de la Nación, México. Ramos: Policía, Ayuntamientos, Caminos y Calzadas. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2002. 138 p. Ils., fots., planos (Catálogos de Documentos de Arte, 28)., p. 53.

[13] Op. Cit., p. 54.

[14] Antonio Tamariz de Carmona: Relación y descripción del Templo Real de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, y su Catedral. Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, 1991. XXVI + 195 p. Facs. (Bibliotheca Angelopolitana, VII).

[15] Dicha “historiografía” no fue incluida en el texto publicado en México. Seguramente deberá aparecer en el texto que apareció en Madrid en 1994.

[16] Francisco de Solano: “Las voces de la ciudad de México. aproximación a la historiografía de la ciudad de México”. En: La ciudad. Concepto y obra. (VI Coloquio de Historia del Arte). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1987. 289 pp. Ils., fots., facs. (Estudios de Arte y Estética 19)., p. 68-72.

[17] Francisco de Solano: Las voces de la ciudad. México a través de sus impresos, 1539-1821. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994. LXX + 330 p.  (Biblioteca de Historia de América, 9).

[18] “Relaciones” Nº 101, Revista de la Universidad Michoacana. Invierno 2005, Vol. XXVI, p. 227-259.

[19] Ceremonial de la N[obilísima] C[iudad] de México por lo acaecido el año de 1755. Transcripción, prólogo y notas de Andrés Henestrosa. México, Organización Editorial Novaro, S.A., 1976. 124 p. Ils., retrs.

[20] Fuente: Colección de Julio Téllez García.

[21] [A.H.D.F.] Ramo: Diversiones Públicas, Vol. 856, exp. 71: Se convocan postores para la formación de la plaza en que han de hacerse las corridas en celebridad de la Jura del Emperador Agustín 1º. Año de 1823. Sobre reconocimiento de la plaza para las corridas por la coronación de Agustín 1º.-Fojas 10.

[22] Agradezco al Lic. Julio Téllez García el permitirme el acceso a su biblioteca y llegar hasta el original de dicha corrida.

[23] Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. T. I., p. 166.

[24] Op. cit., p. 167.

[25] Benjamín Flores Hernández: La ciudad y la fiesta. Los primeros tres siglos y medio de tauromaquia en México, 1526-1867. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976. (Colección Regiones de México)., p. 122.

[26] La Lidia Nº 3 del 11 de diciembre de 1942.

[27] Cortesía, María Elena Salas Cuesta.

CLAUDE POPELIN OPINA SOBRE EL TORO MEXICANO EN 1964.

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APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS.

 RESEÑA DE UN ARTÍCULO DEL AUTOR FRANCÉS, POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

“Pardito”, semental de Mimiahuapam. El Ruedo. Madrid, España.

    Claude Popelin estuvo en México durante el verano de 1964. Como resultado de su visita, y entre otras cosas, pudo llevar a cabo una auténtica exploración por diversas ganaderías de toros bravos de lo cual encontramos un interesante balance en su artículo “El toro mejicano” (sic) publicado en la célebre revista El Ruedo, en su número 1056, del 15 de septiembre (p. 18-20).

Al parecer este no era su primer contacto con nuestro país, y en particular con el toreo que por entonces alcanzaba ya dimensiones muy importantes. Un año atrás dictó la conferencia “Méjico, segunda patria del Toreo” en el Club Taurino de París, lo que significa que gozaba de información y conocimiento plenos lo cual, por otro lado nos propone llevar a cabo la búsqueda respectiva de ese texto.

Popelin no era ajeno a este ambiente, pues llegó a publicar un buen número de libros lo que significa entenderlo como un aficionado pensante. En “El toro mejicano”, sus primeras apreciaciones nos hablan de un país en el cual se celebraban hace poco más de medio siglo 150 corridas y 300 novilladas, tomando en cuenta que la glosopeda o fiebre aftosa seguía siendo un factor de crisis en el campo, pues desde 1942 en que se declaró este mal, hubo necesidad de cerrar las fronteras aplicando fuertes controles sanitarios, y de que todo aquel ganado que hubiese adquirido la enfermedad o mostrara síntomas de la misma fuese separado y sacrificado. Como no había certeza de aquello, el sacrificio fue colectivo y en grandes cantidades. Es bueno recordar que la fiebre aftosa se produce por causa viral, muy contagiosa, afectando ganados mayores y menores, con síntomas como fiebre alta y el desarrollo de úlceras en el hocico así como erosiones en vesícula y ampollas de gran tamaño en pezuñas y ubre.

De inmediato nos da otra razón de peso a aquel estado de cosas argumentando que frente al problema representado por aquella enfermedad, hubo épocas, como las del siglo XIX en que la fiesta de toros en este país se sirvió de su ganado “criollo”, del que sin mala intención se puede decir que era más o menos “morucho”. No fue sino hasta comienzos del XX en que por intervención de Antonio Llaguno, fundador en su condición de ganadería brava de San Mateo, hubo desde aquellos tiempos una afortunada aplicación selectiva con productos de tal origen. Y va más allá al escribir:

“De mil vacas así compradas no conservó, después de tentarlas, sino veinticinco, de las que salió el primer toro, de acuerdo a lo que le fue compartido al autor, entre otros títulos de “Los toros desde la barrera”, el cual fue lidiado por Ricardo Torres “Bombita” en la plaza de Aguascalientes en 1906 (¿se trata del célebre “Húngaro”?) y así es, en efecto pues refiere que su cabeza, ya disecada se conservó en casa del hermano de Alfonso Ramírez “Calesero”.

Más adelante refiere que “Valiéndose de su personal amistad con Bombita, el escrupuloso ganadero logró del marqués de Saltillo varias remesas de vacas y de sementales a partir del año 1909. Esta nueva línea de pura ascendencia andaluza se utilizó con el tiempo para formar una serie de ganaderías que conservan las características primitivas. Son esencialmente hoy día los Torrecilla propiedad desde 1932 de Julián Llaguno (hermano de Antonio); los Mimiahuapam, Valparaíso, Santo Domingo, Tequisquiapan, Javier Garfias, Jesús Cabrera, San Antonio de Triana, Villacarmela, Cerro Gordo, Juan Aguirre…

Luego pone su mirada en el campo tlaxcalteca, sobre todo a partir de la ganadería madre más estable por entonces: Piedras Negras, la cual “después de haber adquirido algunos sementales de Murube recogió la sangre de Saltillo en los antiguos Tepeyahualco. A su vez, la venta de sus productos ha contribuido a crear otras ganaderías de calidad, tal como La Laguna”.

Sobre Pastejé apunta: “se han formado en gran parte con los de San Diego de los Padres, procedentes en un principio de cruces con sementales de Ibarra y de Pablo Romero, pero que se abrieron ulteriormente a una larga aportación de reses también oriundas de Saltillo”.

Popelin dice que La Punta, constituida en principio con sangre de San Mateo (vía Saltillo), fue “prácticamente eliminada en 1925 y la ganadería se reconstituyó con reses de Campos Varela, a la que los hermanos Madrazo (Francisco y José) han añadido posteriormente sementales de Domingo Ortega, entre otros”.

En aquel 1964 ya había en todo el país 114 ganaderías integradas a la entonces Asociación de Criadores de Toros con lo que estaban garantizados los festejos que empresas desplegadas por el territorio nacional organizaron por entonces. Por lo tanto, su primera gran conclusión fue “…que el toro borrego no se da. Lo que sí ocurre, y ha ocurrido siempre, es que marcan una frecuente tendencia a aplomarse en el último tercio. Es consecuencia de un poder más relativo, debido a las distintas condiciones de su alimentación. En España, el ganado tiene normalmente asegurada la hierba durante ocho meses del año. En el altiplano de Méjico, por razones metereológicas, sólo dispone de ella durante poco más de cuatro meses. Además, la ley Agraria limita los pastos a 500 cabezas de ganado mayor, aplicando un índice de aridez variable según los estados…”

Y no dudó en preguntar directamente a Luis Barroso Barona –entonces propietario de San Miguel de Mimiahuapam– sobre el hecho de que unos toros vienen a caerse y otros no.

“Intervienen tres causas distintas: la insuficiente alimentación de madres e hijos; el engordamiento precipitado de los toros en los tres últimos meses, y la consaguinidad”, me contestó sin vacilar.

Sobre aquel Mimiahuapam, el de su primera época hace evocaciones que recrean ese pedazo de campo bravo como sigue: “Monte arriba de la bella hacienda, dentro de sus potreros (sinónimo mejicano de cercados) individuales están los siete sementales: “Emperador” (hijo de un semental oriundo del Conde de la Corte y de una vaca de San Diego de los Padres, el cual, con los dieciséis años cumplidos, se conserva todavía por haber sido el fundador de la ganadería). “Cominito” (que ha engordado de una manera descomunal, porque ha aprendido a beberse el aguamiel de los magueyes), “Sereno” (indultado por su bravura excepcional en Querétaro el 25 de diciembre de 1962). “Mejicano”, “Pardito”, “Vencedor”, “El Cid”. Acompañado de Guadalupe, el mayoral [o vaquero] azteca, los he visitado uno después de otro”.

Describe a continuación la serie de obras emprendidas para dar un mejor tratamiento al ganado en un territorio ubicado a 2,700 metros de altura (le sorprende mucho el detalle de la altitud). Por ejemplo, el llevar agua a los abrevaderos, sitio en el que se encontró con 220 vacas de vientre, las cuales, acompañadas de sus becerros, “comían la hierba joven del inmenso ‘corredero’ de más de dos kilómetros de largo por ochocientos metros de ancho, que ha sido previsto para las tientas por derribo de machos… Los vaqueros mejicanos no llevan jamás la vara en el campo; les basta con hacer restallar su lazo para repeler cualquier res que se desmande”.

Por aquel entonces todos los animales de la ganadería, machos y hembras, llevaban marcados con hierro detrás de la oreja izquierda la reproducción de su número de orden y, detrás de la derecha, la fecha exacta de su nacimiento, con mención del día, mes y año. De esa forma, el fraude era imposible de consumar.

Viene a continuación un hermoso retrato que describe así: “Al pisar el ruedo de la placita de tienta y encontrarse delante de vacas tan bien encastadas, se creería uno… en Andalucía, si no fuera por dos detalles: que la Santa Imagen de la Virgen de Guadalupe ocupa el sitio de la de la Virgen del Rocío, y que en el horizonte los picos nevados de los volcanes parecen a su vez presenciar la faena”.

Lo que habrá de decir al final, es un balance concreto, pues determina que en el resto de las ganaderías no encontraba la misma homogeneidad, “sea porque los cruces con sementales españoles no ligaron igualmente bien, sea porque sus propietarios no han tenido los recursos necesarios para mejorar adecuadamente la cría. Les toca abastecer de ganado a los espectáculos de menor categoría y, entre ellos, a gran parte de las novilladas”. Otro factor importante fue sugerir el exterminio y control de la glosopeda, aspecto que vino a superarse al finalizar el siglo pasado, con los primeros experimentos logrados a partir de la inseminación artificial, mismos que han ido presentando resultados que muestran y demuestran que, con un trabajo constante, sólido y siempre dirigiéndolo a los propósitos fijados por los ganaderos mismos, las aspiraciones se concretarán felizmente.

MORANTE, ¿EXTRAVAGANTE?

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CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Fotografía: Arjona.

   José Antonio “Morante de la Puebla” ha comparecido en la más reciente edición de la corrida “Goyesca”, en la hermosísima plaza de Ronda. No tuvo la suerte de Cayetano Rivera Ordóñez y Roca Rey que salieron a hombros por las multitudes, y en olor de santidad.

Y es que, en uno de esos gestos protagónicos emprendidos por el sevillano se agrega este, el cual consistió en portar un traje que, a mi parecer, es la más cercana visión al traje que en tiempos denominados como “goyescos”, sirvió para que los lidiadores primitivos enfrentaran a los toros en la primera edad del toreo de a pie.

La serie fotográfica de Arjona nos deja admirar el porte del torero, donde destaca ese traje que guarda semejanzas con el de aquellas pinturas que el propio Goya y Lucientes realizó al retratar, entre otros a José y Pedro Romero o a “Costillares”.

“Morante” ha tenido de un tiempo para acá, la peculiar característica de llamar la atención en aspectos que resaltan su quehacer como matador de toros. Y lo hace dentro y fuera de los ruedos.

¡Es que es torero!, dirán unos.

¡Es que es un extravagante!, dirán otros juzgándole por atraer las miradas, pretendiendo con ello crearse un halo alimentado por comentarios y rumores. “Si van a hablar bien o mal de mi, pero que hablen”, sentenciaba en su momento la “diva” María Félix. Un libro de Francisco Reyero dedicado a otra figura, Rafael de Paula tiene un título harto exquisito: “Dicen de ti…” que en este caso aplicó también como anillo al dedo.

Pues “dicen de ti…” José Antonio, y vaya que ese traje parece pasar por alto las intervenciones de Armani, Francisco Montesinos o Lorenzo Caprile, diseñadores de nuestros tiempos. No, el traje en tonos pajizos fue recuperado de aquella esencia originaria, la que destacaba en las calles y que se metía a las plazas para vérselas con los toros. Abunda el galón, pero todavía no el brillo que poco a poco los toreadores fueron imponiendo estableciendo la jerarquización. Allí están también adornos, botones, bordados lo que se decanta por el traje de majo, sin más. Y en “majo” complementó la estampa con esas patillas a lo “Desperdicios” o a lo Montes. Un toque más: el capote de brega en seda con un color no tan intenso, más bien en un rosa pálido que también lució para el paseíllo, se convirtió en instrumento para el primer tercio, donde estuvo voluntarioso, sin más.

Anota Fernando Claramount en Historia ilustrada de la tauromaquia (I, 156) que a partir de mediados del siglo XVIII ocurre

el triunfo de la corriente popular que partiendo del vacío de la época de los últimos Austrias, crea el marchamo de la España costumbrista: los toros en primer lugar y, en torno, el flamenquismo, la gitanería y el majismo.

Abundando: “gitanería”, “majismo”, “taurinismo”, “flamenquismo” son desde el siglo que nos congrega terribles lacras de la sociedad española para ciertos críticos.

Para otras mentalidades son expresión genuina de vitalidad, de garbo y personalidad propia, con valores culturales específicos de muy honda raigambre.

   También, al revisar la Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia (en Julián Marías. La España posible en tiempos de Carlos III, p. 371, obra de D. Francisco María de Silve. Con licencia en Madrid: Por D. Antonio de Sancha, 1781), observamos en ella algo que entraña la condición de la vida popular española. Se aprecia en tal retrato la sintomática respuesta que el pueblo fue dando a un aspecto de “corrupción”, de “arrogancia” que ponen a funcionar un plebeyismo en potencia. Ello puede entenderse como una forma que presenta escalas en una España que en otros tiempos “tenía mayor dignidad” por lo cual su arrogancia devino en guapeza, y esta en majismo, respuestas de no querer perder carácter hegemónico del poderío de hazañas y alcances pasados (v. gr. el descubrimiento y conquista de América).

Tal majismo se hace compatible con el plebeyismo y se proyecta hacia la sociedad de abajo a arriba. Lo veremos a continuación. Néstor Luján (en Historia del toreo, 31) materialmente nos hace el “quite” para decir:

(…) coexiste en tanto un movimiento popular de reacción y casticismo; el pueblo se apega hondamente a sus propios atavíos, que en el siglo XVIII adquirieron en cada región su peculiar característica.

Y hay cita de cada una de esas “características”. Sin embargo

Todo se va afrancesando cuando el siglo crece. “Nuestros niños aun sabían catecismo y ya hablaban el francés”, escribe el P. Vélez. Vienen afeites del extranjero: agua de “lavanda”, agua “champarell”, agua de cerezas. Y, en medio de todo esto, la suciedad más frenética: cuando se escribió que era bueno lavarse diariamente las manos, la perplejidad fue total. Y cuando se dijo que igualmente se debía hacer con la cara, se consideró como una extravagancia de muy mal gusto, según los cronistas de entonces.

   También apreciamos en estas fotografías impecables la chaqueta media larga, los adornos en cantidad, botones con filigrana. Ya hay una presencia de las hombreras, mangas estrechas con filigranas como remate, faja y corbatín en tonos del mejor de los tabacos, medias claras de seda, y las zapatillas que no mostraban ninguna novedad, por tratarse de la actual configuración del traje.

Un toque más: la redecilla que no solo tuvo el remate, sino un propósito de defensa en caso de alguna caída, pues se concibió en un principio con ese objeto y es tan larga como cabello se dejaban crecer en la nuca. Con el tiempo, esa redecilla devino montera. Llama la atención esa soltura del calzón, que no de ante, pero sí de una confección que se adapta a nuestros tiempos, y la casaquilla con apenas esas insinuaciones en el bordado, que hacen juego con el chalequillo que parece convertido en pechera y escudo a la vez.

Lo demás, es puro arte, “gotitas de arte” que “Morante de la Puebla” supo dispersar en el coso malagueño de Ronda, ciudad sumida en aromas que despertaron ante la convocatoria del que viene siendo, año con año ese festejo emblemático, desde aquellas épocas en las que Antonio Ordóñez lo impulsó hasta llegar a estos tiempos en que algunos excesos quedaron al margen luego de que “Morante” desfiló al modo de los “chulos” recuperando así, en buena medida, el rancio sabor de la originalidad.

Otra exquisita imagen, de las vistas de Arjona.

EL APELLIDO BARBABOSA y SU RELACIÓN CON EL TORO BRAVO MEXICANO.

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CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Originalmente se trataba de un óleo, pintado por el célebre pintor novohispano Juan Rodríguez Juárez en 1714, que hoy día existe, muy deteriorado. Una buena reproducción fotográfica y luego la copia en pintura, elaborada por un señor llamado Jorge Sánchez en 1976, permitieron recuperar aquel retrato. (Imagen proporcionada por el Arq. Jorge Barbabosa Torres).

Hace relativamente poco, una de las aspiraciones del Lic. Juan de Dios Barbabosa Kubli fue materializar la fundación que lleva su nombre, constituida en julio de 2008, como asociación civil. Resultado de esa importante decisión, fue posible consolidarla, con lo que desde el 24 de agosto pasado, toca en mi persona ocupar el digno cargo como Director de la misma. Más adelante se podrá informar públicamente sobre otros importantes detalles, siendo uno de ellos en particular, el que tiene que ver con parte de los propósitos establecidos desde su creación. Se trata, en lo fundamental, del apoyo incondicional a la cultura taurina, la que en estos tiempos necesita un empuje sin precedentes, si para ello los aficionados decidimos dar ese paso indispensable en el que necesitamos justificar y argumentar de mejor manera el porqué de la tauromaquia, a partir de actividades concretas.

Pues bien, en ese sentido, y dado que el apellido Barbabosa ha tenido relación directa con este espectáculo desde 1835 y hasta nuestros días, conviene dedicar las siguientes notas a algunos de sus personajes más distinguidos.

Las doce o trece generaciones que se han constituido desde 1706 a la fecha, ven en D. Pedro Barbabosa Gómez de Guzmán y Parreño, como al patriarca de una de las familias mexicanas cuya estirpe, a lo largo de esos 312 que separan aquel año del presente, se ha involucrado, en diversas épocas con aspectos directamente relacionados con haciendas ganaderas. En particular, me refiero a Santín, San Diego de los Padres y Atenco, en ese orden.

Pedro Barbabosa Parreño (Cortegana, Huelva, España 1673-ciudad de México 1739), se desempeñó como Contador Mayor del Real Tribunal y Audiencia de Cuentas de la Nueva España y del Perú, en 1711.

Fue hasta 1770 aproximadamente, en que Felipe Barbabosa y Quixano (su hijo), Fiscal de la Real Hacienda de México adquirió la entonces antigua hacienda conocida como Santín, y que fue propiedad del Sr. Pedro Santín, de cuyo apellido se desprende el emblemático nombre que desde entonces llevó. Para 1835 existen los primeros testimonios en los que entre sus actividades como unidad de producción agrícola y ganadera, fue la de dedicarla a ganadería de toros bravos. En notas aparecidas en la “Testamentaría de D. Clara Cruz Manjarrez. 1834”, y en la foja N° 52, se anotaba lo siguiente:

Ganado bacuno. (…) 26 toros de 3 años para toreo a 16 ps. Además: 188 Bacas paridas de chiquito muy buena calidad a 18 ps.

Luego fue en 1863, cuando Jesús María y Rafael Barbabosa Arzate, adquirieron San Diego de los Padres.

“Esta Azienda fue del justísimo señor don Juan de Zumárraga, Arzobispo de México, y en este paraje tuvo su capilla su memoria y su beneración”, se lee en una losa, que mandó grabar sobre las ruinas de esa capilla, el señor don Bernabé Serrano, dueño de la hacienda en el año de 1736. Una cruz de piedra se irguió, junto a la losa, también por mandato del señor Serrano. Según noticias de esa inscripción, don Simón de la Cuadra, era el administrador de la “Azienda”, el 6 de octubre del año mencionado. Antes de que la propiedad fuera de don Bernabé Serrano, el Arzobispo don Juan de Zumárraga, anterior dueño, cedió la hacienda a los padres dieguinos (Padres Agustinos Misioneros de San Nicolás de las Islas Filipinas), y a causa de esta donación, desde entonces esas tierras se llamaron de San Diego de los Padres. Muy cerca de donde estuvo la primitiva capilla, cincuenta varas al sur de ella, se construyó otra, empezándose su edificación el 7 de enero de 1873, por mandato de quien en aquellos tiempos era propietario de esas tierras, y fue fundador de la ganadería brava de San Diego de los Padres, el señor don Rafael Barbabosa. La nueva capilla terminó de construirse el mismo año, el día 5 de octubre, colocándose diez días después de la conclusión de la obra, o sea el día 15 de ese mes, una placa que da noticia de ello.

Rafael Barbabosa Arzate y su hermano José María Barbabosa compraron San Diego de los Padres el 13 de octubre de 1863 a Refugio San Román de Cortina, por la cantidad de $33,600.00. Para entonces, la hacienda contaba con 863 hectáreas.

En 1887 murió don Rafael y heredó a sus hijos las Haciendas de Atenco, de San Agustín, de Santiaguito, de la Estancia de la Vaquería de Tepemajalco, de Zazacuala, de San Diego de los Padres y algunas casas en México como una en la calle de Puente Quebrado y otras más en Toluca entre ellas la del Callejón del Carmen N° 3 que pertenecían a esta familia, cuando menos desde 1850, y que fue la primera en llamarse Casa Barbabosa, hasta que en 1872 su hermano don Jesús María inició la construcción de la Casa Barbabosa del Jardín de los Mártires que fue la segunda en así llamarse.

El testimonio que Aurelio Barbabosa Saldaña escribiera el 6 de diciembre de 1889, explicando la forma en que se consolidó esta hacienda ganadera, no tiene desperdicio:

Siendo el señor mi padre, D. Rafael Barbabosa (q.d.p.g.), sumamente aficionado a las corridas de toros, tuvo positivos deseos de tener en su hacienda toros bravos, y no pudiendo lograrlo por otro medio, en el año de 1863 puso en práctica lo siguiente: comenzó a escoger en el ganado que existía los toros que daban más prueba de bravucones para echarlos de padres con las vacas, haciendo esta operación cada año hasta que el 15 de octubre de 1868 que en una fiesta de la hacienda se dio una corrida a la cual asistieron varios aficionados de Toluca, quienes quedaron muy complacidos del buen juego y bravura de los toros y con deseos de verlos torear en la plaza de Toluca y por una cuadrilla de profesión, lo que consiguieron formando una empresa y ajustando al matador Pablo Mendoza y su cuadrilla para que torease de estos toros, que fueron anunciados con el nombre de “únicos competidores de los de Atenco”, y cuya corrida se verificó en el mes de Marzo de 1869, quedando el público tan satisfecho que indulto uno de ellos por haber sobresalido en la lidia.

   Una vez conocidos dichos toros de la manera indicada, en Abril del mismo año de 69, el empresario de la Plaza de Puebla, Sr. Rodríguez, por recomendación de Pablo Mendoza, vino a ajustar toros de esta finca, habiendo agradado al público de tal manera, que desde esa época las empresas de esa ciudad, siguieron año por año ajustándolos para la temporada de Octubre a Febrero, hasta 1881 en que comenzaron a jugarse en la plaza del Huisachal, y por último en las del Paseo y Colón de México.

   Desde Lino Zamora, Abraham Parra, (Luis) Mazzantini y otros muchos toreros, se han presentado por primera vez lidiando estos toros.

   Sus hechos más notables son: por su nobleza, la de un toro de nombre Capulín que se había familiarizado tanto con el vaquero que lo cuidaba, que dormía cerca de él; al ser conducido para Puebla, y estando jugando con mucha bravura y después de haber matado con coraje los caballos de los picadores, arremetió contra el mismo vaquero a quien Bernardo Gaviño había hecho salir al redondel; como entonces el vaquero al verse arremetido le grita por su nombre y el toro baja la cabeza y sigue por otro rumbo.

   Volvieron a salir los picadores y siguió jugando con el mismo valor hasta ser indultado. Este toro murió a los pocos días por haber quedado muy lastimado por tantos piquetes.

   Se hicieron notables, igualmente, dos toros llamados el Azote, cuyo mismo nombre tenían por su semejanza en todo y que fueron indultados en Puebla; lo mismo que un pinto [El “pinto”, como se designaban entonces, pudo haber tenido varios colores verdaderos: aparejado, berrendo en cárdeno, berrendo alunarado, berrendo atigrado, berrendo capirote. E incluso sardo] llamado el Tigre, un amarillo [amarillo es equivalente a albahío] y un hornero [que corresponde al retinto] llamado el Pirata, y así otros que generalmente eran indultados y volvían a la hacienda quedando de padres con las vacas; asimismo se hizo notable en Tenancingo un toro que mató siete caballos, otro en Tlalnepantla de nombre el Gendarme, y por último, en la misma plaza el Flecha, que causó tal entusiasmo al Ministro Español, que llamó a Bernardo Gaviño a su palco y le regaló su petaca de puros, diciéndole: “con estos toros no se extrañan los de España”, (Clementina Díaz y de Ovando, Carlos VII. El primer Borbón en México, 1978, p. 64) debiendo agregar que el toro llamado Gendarme, que fue lidiado por la cuadrilla de (Juan León) el Mestizo y (Fernando Gutiérrez) el Niño, dejó horrorizado al público, pues quedaron en el redondel cinco caballos no solo muertos sino hechos pedazos.

Y con respecto a Atenco, conviene apuntar el hecho que, desde 1878, los mismos hermanos Jesús María y Rafael Barbabosa Arzate, entraron en acuerdos con Juan Cervantes y Ayestarán, último descendiente de la casa Condes Santiago-Calimaya, a quien compraron la hacienda y sus aperos. La prohibición que se impuso a las corridas de toros en la ciudad de México desde 1867 y hasta 1886, obligó a muchas haciendas dedicadas a la crianza de toros de lidia a bajar su producción. Sin embargo, en Atenco, y como quedará demostrado a continuación, por lo menos en aquel bienio 1878-1879, se mostró muy activa:

Año de 1878.

-PLAZA DE TOROS DE TLALNEPANTLA. Domingo 20 de enero. Cuadrilla de José M. Hernández. Se lidiarán cuatro arrogantes toros de los mejores cercados de Atenco y dos toros para el coleadero.

-PLAZA DE TOROS EN TLALNEPANTLA. Domingo 27 de enero. Cuadrilla de aficionados. Ascensión del Sr. Cantolla que dedica al C. General Porfirio Díaz. A continuación, se lidiarán a muerte dos valientes toros de la justamente afamada raza de Atenco. Otros tres toros, entre otros, el embolado.

-PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO DE MÉX. 10 de febrero. ¡¡CUATRO VALIENTES TOROS DE MUERTE, DE LA RAZA DE ATENCO! GRACIOSA MOJIGANGA: EL CASAMIENTO DE LOS INDIOS. TOROS EMBOLADOS. La cuadrilla del hábil lidiador Abraham Parra (El Borrego), contribuirá por su parte a amenizar la función, con difíciles y lucidos juegos tauromáquicos (…)

-PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO DE MÉX. 17 de febrero. ¡¡CUATRO TOROS DE MUERTE, DE LA RAZA DE ATENCO! MOJIGANGA: TIPOS CUBANOS, EN ZANCOS. TORO EMBOLADO.

-PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO DE MÉX. 24 de febrero. ¡ÚLTIMA, ÚLTIMA GRAN CORRIDA! CUATRO TOROS DE ATENCO. Se presentará la cuadrilla (Abraham) PARRA. En el intermedio del segundo al tercer toro, saldrá la graciosa mojiganga de MOROS Y CRISTIANOS.

-PLAZA DE TOROS EN TLALNEPANTLA. Domingo 24 de febrero. Una compañía de jóvenes aficionados lidiará soberbios bichos de Atenco de cuatro a cinco años de edad.

Espadas: Luis Rivas y Fernando Córcoles.

Banderilleros: Teodoro Gayosso, Luis Llano, Luis Lozano y Francisco Durán.

Capas: Ángel Yermo y Rafael Cancino.

Picadores: Manuel Plowes, G. de la Llave, José González y Francisco de la Fuente.

Locos: Pedro Valdes y Zorneza.

Lazadores: Manuel González Aragón, Manuel Brasseti, Mora, Dosamantes y Kern.

Coleadores: José González y Alfonso Labat.

(El Monitor Republicano, D.F., del 22 de febrero de 1878, p. 4).

-PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO DE MÉX. 5 de mayo. Sobresaliente corrida. Cuadrilla de Abraham Parra. Seis toros de Ayala, Santín, Atenco, San Diego de los Padres y Santa Isabel.

-PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO DE MÉX. 15 de septiembre. Cuatro toros de la acreditada Hacienda de Atenco. Cuadrilla (Abraham) Parra. Al finalizar la función, saldrá un bravo toro EMBOLADO.

-PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO DE MÉX. 1º de diciembre. Cuatro bravos toros de Atenco. Provisto Monte Parnaso. Cuadrilla (Abraham) Parra. Al finalizar la función, saldrá un bravo toro EMBOLADO.

-PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO DE MÉX. 8 de diciembre. Lid de dos bravos toros de Atenco. Divertida mojiganga por los indios BÁRBAROS CHICHIMECAS, y toro embolado. La cuadrilla, aunque no se mencionan datos en el cartel, incluye en la misma al intrépido Francisco Salazar.

-PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO DE MÉX. 22 de diciembre. 4 Toros de Atenco. Divertida mojiganga EL CASAMIENTO DE LOS INDIOS. Toro embolado. No hay datos sobre los alternantes de tal festejo en el cartel.

-PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO DE MÉX. 29 de diciembre. Beneficio de la cuadrilla que dirije el intrépido y modesto capitán ABRAHAM PARRA. Cuatro arrogantes toros de Atenco. Banderillas a caballo, por el hábil picador Joaquín Rodríguez. Dos toros a la cola, dos a manganeo y un embolado.

Además, el cartel, incluye las cuatro siguientes cuartetas:

AL PÚBLICO.

 La cuadrilla de Parra te presenta,

Público, su función de beneficio;

Si te mostrares a su afán propicio,

Sus deseos satisfechos dejarás.

 

Y ¿a quien mejor encomendar la suerte

De esta función que tantohemos deseado,

Que a tu grande bondad, público amado?

Por eso su mescenas (sic) tú seras.

 

En agradarte, ¡oh público bondadoso!

Cualquier artista en vano se afanara

Si antes con tu indulgencia no contara,

Cual creemos nosotros hoy contar.

 

Tú que admitiste hasta el presente día,

Nuestros trabajos con bondad ingente,

Por la postrera vez, ven indulgente,

De distracción, un rato a disfrutar.

 (Con la firma probable de la cuadrilla, aunque con inspiración de poeta anónimo).

 Año de 1879:

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 9 de febrero. Función dedicada al valiente y entusiasta pueblo y a todos los artesanos de esta hermosa ciudad. Cuatro arrogantes toros de la acreditada hacienda  de ATENCO, los que serán escogidos de la RINCONADA DE SAN GASPAR. Se presenta la intrépida y valerosa JUANA ESTRADA, la que banderillará un toro de la misma raza, subida en una mesa. Yeguas a la mangana y toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 16 de febrero. Dedicada al Srio. del Gobierno Lic. José Zubieta, y a todos los dignos Empleados del mismo, de esta capital. Lid de cuatro toros de la acreditada raza de Atenco. Mojiganga de MOROS Y CRISTIANOS, vistosos fuegos artificiales, luces de bengala. No hay datos de alternantes en el cartel.

-PLAZA DE TOROS DE PUEBLA, PUE. Domingo 13 de abril. Bernardo Gaviño y Ponciano Díaz, en la lidia de toros de Atenco. Esa tarde, el decano torero español concede una “alternativa” simbólica, puesto que el también conocido como “patriarca” no ostentaba el grado de matador de toros con alternativa.

La confirmación de este dato, aparece publicada en El Contemporáneo, San Luis Potosí, del 18 de abril de 1899, p. 2 que dice lo siguiente:

“Contratado por Bernardo Gaviño fue a Puebla, alternando allí con el viejo espada.

“Al fin tuvo que aceptar la dirección de la cuadrilla que toreaba en Puebla, inaugurando su carrera de espada en dicha ciudad el Domingo 13 de Abril de 1879, siendo sus padrinos los Sres. Azpíroz y Quintero.

“Se lidiaron esa tarde, cinco toros de Atenco, que fueron muertos a estocada por toro, conquistándose Ponciano en aquella para él memorable tarde, grandísimas ovaciones”.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 3 de mayo. Los productos de la corrida se destinarán al establecimiento de talleres en la cárcel de esta ciudad. Presentación del primer espada Benito Mendoza. 5 toros a muerte de las haciendas de Atenco, Comalco, San Nicolás Peralta, Salitre y Sila, y un embolado de Santín.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 11 de mayo. Cuatro valientes toros de la raza DE ATENCO. Banderillas a caballo por el inteligente Felipe Hernández. Presentación por primera vez en esta capital de la simpática e intrépida María de Jesús Solorio, que capoteará y banderillará a pie y a caballo al toro que mejor se preste. Mojiganga LOS HOMBRES GORDOS DE FRANCIA y toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 18 de mayo. 4 toros de ATENCO. Cuadrilla mexicana dirigida por Fernando Hernández, discípulo de Bernardo Gaviño. Competencia entre las valerosas JUANA ESTRADA Y MARÍA SOLORIO. Mojiganga REMODA ENCANTADA y toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 25 de mayo. A beneficio de Francisco Salazar. Cuatro fieras de Atenco. Ascensión aerostática, presentación de la diosa Calipso o sea la mujer encantada. Banderillas en zancos por el intrépido Mónico Rodríguez. Toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 1º de junio. “Soberbio ganado de la hacienda de Atenco. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Toro embolado. “Habiendo terminado la temporada en la ciudad de Puebla, en donde fui elevado al difícil rango de primer espada, por la benevolencia de tan ilustrado público, me he propuesto antes de disolver mi cuadrilla dedicar una función, que tenga por objeto, pagar un justo tributo a mis paisanos ofreciéndoles mis humildes trabajos; si estos son acogidos con agrado quedará altamente agradecido S.S. Ponciano Díaz.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 8 de junio. “Soberbio ganado de la hacienda de Atenco”, y toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. Jueves 12 de junio. Cuadrilla de Ponciano Díaz. ¡¡¡ Cuatro Toros de Atenco!!! Además, la mojiganga “Pirata barverisco y los soldados del Sultán”. Toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 16 de septiembre. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Cuatro toros de la Hacienda de Atenco, escogidos entre los mejores de la rinconada de San Gaspar, que nunca han desmentido su bravura y fiereza. La mojiganga “Los hombres gordos de Francia” y toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 21 de septiembre. No se encuentra mencionado el nombre de Ponciano Díaz, pero deduzco tal, debido al hecho que se menciona en el cartel sobre los hechos de la “corrida del martes último”, así como de que “por tener que marchar la cuadrilla a Puebla a donde ya está contratada para la presente temporada”. Los toros que se lidiarán (y que fueron cuatro) serán de acreditado cercado de Atenco. Además: Manganeo de yeguas cerreras y toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 12 de octubre. Espectáculo nuevo y sorprendente en esta población. Función monstruo para la tarde y noche del domingo (…). 5 toros a muerte de la acreditada y sin rival raza de ATENCO. Ascensión de dos globos. Banderillas con la boca, por el arriesgadísimo señor Felicitos Mejía. Vistosa iluminación, luz de bengala y romana.

El programa incluye las siguientes cinco cuartetas:

Por principio de cuentas el paseo…

 Por principio de cuentas el paseo

Con que la Empresa un beneficio alcanza;

Pues alienta en los pobres la esperanza

Y despierta en los ricos el deseo.

 

La música que sigue a la cuadrilla

Frente a la plaza tocará galana;

Inspiración de caridad cristiana

Y obsequio para elegres sin cuartilla.

 

A las cuatro y tres cuartos (si ese cielo

Adonde irán los Toros de seguro)

No pone a la cuadrilla en gran apuro,

Y a la gente de rumbo sin consuelo.

 

Tendrá al querido público la suerte

De ver veinte caballos sin sentido

Sin exhalar, heróicos, ni un gemido,

Y CINCO TORO, ¡ATENCIÓN! A MUERTE.

 

Y como todo regocijo cuesta

Y a fuerza de pesetas se conquista,

Si lo tienes a bien, público artista

(Según tus medios) lo siguiente apresta.

Versos de inspiración anónima.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 16 de noviembre. Lid a muerte de cuatro TOROS DE ATENCO. Cuadrilla Hernández. Nueva y divertida mojiganga de D. QUIJOTE EN SU FAMOSO ÁRABE, SÁNCHO PANSA EN SU QUERIDO ASNO, y DOÑA DULCINEA DEL TOBOSO, ENSUEÑO DORADO DEL ILUSTRE MANCHEGO. Banderillas a caballo por Felipe Hernández. Banderillas sobre un banco frente al toril, por Rafael Albarrán.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 25 de noviembre. 5 toros de ATENCO, lidiados por una “Cuadrilla de Comanches”. Además: Palo ensebado, jaripeo y jineteo de yeguas brutas. Dos toros a la cola y toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA, TOLUCA, EDO DE MÉX. 7 de diciembre. Sobresaliente función mixta. Verdadera lucha a muerte, al estilo romano con un oso y un bravísimo toros de Atenco. Ambas fieras en completa libertad en una jaula elevada en el centro de la plaza, en cuya lucha se versa el interés de 200 ps. Primera presentación de los hábiles banderilleros Antonio López y Marcos Ortega. 2 toros a muerte. Mojiganga “El casamiento de los indios”, y toro embolado.

-PLAZA DE TOROS DE PUEBLA, PUE. Domingo 16 de noviembre. Ponciano Díaz Salinas y su cuadrilla, lidiando toros de Atenco y San Diego de los Padres.

12 festejos en 1878 y 17 en 1879 –que no son malas cifras tomando en cuenta las circunstancias de la época-, demuestran una buena capacidad para proveer, junto con otras haciendas, esos 29 espectáculos que, como se habrá podido observar, eran eso, ¡auténticos espectáculos! Con lo anterior, queda más que claro el hecho de que Atenco seguía ostentando lugar de honor en la fiesta taurina decimonónica.

Por ahora, quedan estos primeros apuntes que seguirán más adelante, con algunos otros detalles que resignifiquen –como ya quedó dicho- este conocido apellido: BARBABOSA.


ENTRE LA ZOZOBRA y LA GENEROSIDAD…, SIEMBRE HABRÁ UN CAPOTE.

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CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Cartel del 13 de enero de 1867. Inserción en la prensa de la época.

   Difícil comenzar estas notas precisamente hoy, día que marca dos duras efemérides en la sociedad mexicana, debido al inevitable recuerdo de aquellos terremotos, el de 1985 y los dos de 2017 que tantas desgracias causaron. Para quienes padecieron, en todos sentidos esos fenómenos naturales, va mi reconocimiento y mensaje de fortaleza.

Reconfortable es pensar que, a lo largo de los varios siglos en que las corridas de toros llevan de convivir con nuestra historia, ha habido muestras de apoyo para paliar el dolor, la pérdida que se enfrenta como resultado de fenómenos asociados con la naturaleza –temblores, huracanes, e incluso aquellos provocados por guerras, entre otros muchos-. Por ello el beneficio, la solidaridad se hacen presentes de manera incondicional. En ese sentido, recordamos el último festejo celebrado con esa intención el 12 de diciembre de 2017, en la plaza de toros “México”.

Sin embargo, vale la pena recordar que esas expresiones solidarias se remontan a muchos años atrás, siendo entre algunas de las primeras la que sucede en 1738, cuando la Cofradía del Rosario de San Agustín de las Cuevas, expresa su petición para lidiar toros en la plaza levantada en dicho sitio, el día de la fiesta del Rosario y “así poder Beneficiarse de las limosnas”. En efecto, era la iglesia quien buscaba tal apoyo y así continuar con sus labores específicas.

Existe otra evidencia, la que se registra en 1791, cuando la Intendencia de Puebla sugería ampliar la celebración de festejos taurinos, destinando las ganancias en la reedificación de casas. Tres años más tarde, y en Oaxaca, y gracias a las fiestas de toros, fue posible tener los recursos para ayudar a llevar agua dulce al pueblo de Tiacolvia.

También entre 1795 y 1796, en Querétaro la petición fue que, con objeto de lo obtenido en ciertas corridas de toros, el dinero se empleara en la obra de la alameda.

Es decir, la obra pública también era uno de los propósitos con los que el espectáculo apoyó a mejorar la imagen de aquellos sitios que habían entrado en un proceso de abandono o faltos también de mantenimiento. Así que hubo, a lo largo de mucho tiempo, entre los últimos años del virreinato y los primeros en que ya México se ostentaba como nuevo estado-nación, donde se hicieron notar infinidad de fiestas destinadas a la obtención de recursos, que no solo estuvieron pensados para el buen mantenimiento de las ciudades, sino también para el apoyo en los casos de que un meteoro natural ocasionara daños como ocurrió en la plaza de toros del Paseo Nuevo (Ciudad de México), el domingo 29 de octubre de 1865. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros de Atenco. Cuatro toros de muerte. Dos para el coleadero. Ofrenda y rifa de 10 guajolotes, cada uno con un billete de la lotería de la Virgen, seis carneros y un novillo manso.-Mojiganga de los Hombres gordos de Europa. Toro embolado para los aficionados.

La Orquesta, 2ª época, México, jueves 28 de octubre de 1865, T. I., N° 94 comentó:

“Plaza de toros.

“Sabemos que la empresa de los cuernos está preparando para el domingo 29 una magnífica función, en la que tendrá lugar la rifa de 10 guajolotes, llevando cada uno un billete entero de la próxima lotería de la Virgen de Guadalupe, de 6 y grandes y gordos carneros y de un hermoso novillo. He aquí la ofrenda que la empresa piensa dar al público que asista a la referida corrida. No es mala, ¿verdad?

Sobre todo, señores

Los guajolotes,

Que llevarán cual novias

Ricas, sus dotes.

Luego el novillo.

Y además los carneros…

Ir es preciso.

   “También sabemos que la gran función que va a hacerse a beneficio de las desgraciadas familias que han sufrido las consecuencias de la inundación en esta capital, tendrá lugar el día 1° del próximo noviembre.

“Recomendamos al público que asista a dicha función, puesto que se trata nada menos que de hacer bien a las víctimas de… de los aguaceros”.

Plaza de toros del Paseo Nuevo. Miércoles 1º de noviembre de 1865. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Función a beneficio de las familias pobres que han sufrido las consecuencias de la inundación. Cuatro toros de muerte (Hacienda de Atenco). Cuatro para el coleadero por parejas en competencia. Uno para la mojiganga. Uno embolado para los aficionados.

    Cuatro años antes, se gestó la misma intención, sólo que con estas razones:

Plaza de toros del Paseo Nuevo. Domingo 16 de noviembre de 1861. 6 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Corrida a beneficio Asistencia del C. Presidente de la República. Beneficio de las viudas, huérfanos y heridos de la Brigada Tapia, sobre unos hechos sangrientos ocurridos en Pachuca.

De 1866 y comienzos de 1867 se dieron dos tardes con fines solidarios:

Plaza de toros del Paseo Nuevo. Domingo 18 de noviembre de 1866. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Cinco toros de Atenco y dos más para el coleadero. Corrida a beneficio de las familias pobres de esta ciudad. Toro embolado y fuegos artificiales.

Extraordinaria y grandiosa función, á beneficio de los desgraciados que han sufrido las consecuencias del horroroso huracán e inundación de Matamoros, y otras poblaciones mexicanas de las orillas del Bravo, a la cual asistirá el Presidente de la República, C. BENITO JUAREZ. Para el domingo 3 de noviembre de 1867.

CUADRILLA DE BERNARDO GAVIÑO

Cinco arrogantes y bravísimos toros de muerte de la sin rival hacienda de Atenco.-Un torete de la misma raza para la divertidísima mojiganga denominada: EL CONVIDADO DE PIEDRA Y DOÑA INES.-Ocho toros para coleadero, por parejas, con su premio para el que logre dar caída redonda, invitando para esta diversión a todos los aficionados que quieran tomar parte.-Toro embolado para los aficionados, el que saldrá adornado, tanto en la frente como en la cornamenta, con monedas de plata para los que las tomen.-Gran partimiento ó despejo de plaza, por uno de los mejores cuerpos de la guarnición.

La Junta establecida en esta capital para procurar socorro á las familias desgraciadas que se han quedado sin recursos en Matamoros y otras poblaciones mexicanas de las orillas del Bravo, casi destruidas por el Huracán, ha organizado una brillante función de toros cuyos productos están destinados a este objeto. Los propietarios de la plaza y el dueño de los toros, se han prestado generosamente á ello, y lo mismo ha hecho el simpático y popular jefe de la cuadrilla D. Bernardo Gaviño con su desprendimiento acostumbrado. La junta espera que el público acudirá solícito a esta función, que tiene por objeto enjugar las lágrimas de muchos infelices que se han quedado sin pan y sin abrigo.

ORDEN DE LA FUNCION

1.-Tan pronto como se presente en su palco el C. Presidente de la República se procederá al GRAN DESPEJO O PARTIMIENTO DE PLAZA

2.-Una vez despejado el redondel, se procederá a la lid del primer Toro de muerte.

3.-Dará principio el Coleadero por parejas, y al que diere caída redonda, se le entregará un ramito con escuditos de oro.

4.-Toro de muerte lidiado por la cuadrilla.

5.-Otros dos toros de cola por dos parejas, con premio.

6.-Toro de muerte lidiado por la cuadrilla.

7.-Otros dos toros de cola por pareja, con premio.

8.-Toro de muerte lidiado por la cuadrilla.

9.-Otros dos toros de cola por pareja, con premio.

10.-Toro de muerte lidiado por la cuadrilla.

11.-Graciosísima mojiganga denominada:

EL CONVIDADO DE PIEDRA Y DOÑA INES

Con acompañamiento de Esqueletos, Diablos, etc.

12.-TORO EMBOLADO

Para los aficionados, el que llevará de ofrenda en la frente y cornamenta, Monedas de plata para el que logre cogerlas.

PRECIOS DE ENTRADA

Lumbreras por entero para ocho personas                      $ 100

Entrada general a sombra                                                    $   10

Entrada general a sol                                                             $   02

La plaza estará magníficamente adornada interior y exteriormente. Por la junta central de socorros.-General Felipe Berriozabal, Rafael Martínez de la Torre.-M. M. de Zamacona.-Agustín del Río.-Manuel Saavedra.-General Manuel González.-Vicente Riva Palacio.-Anselmo de la Portilla.-Ramón Guzmán, Secretario.-Francisco Espinosa, Secretario.-Jesús Fuentes Muñiz, Tesorero.

Las puertas de la plaza se abrirán a la una de la tarde, y la función empezará a las tres y media.

NOTA.-Los boletos se expenden desde la víspera de la función, en el Puente de San Francisco junto al núm. 4; y en las casillas de la plaza el día de la función desde la una.

Plaza de toros del Paseo Nuevo. Domingo 13 de enero de 1867. Función extraordinaria de toros, a beneficio del “Hospicio de Pobres”, por unos aficionados. Toros de Atenco.

Las evidencias anteriores son apenas una pequeña muestra de cómo, la tauromaquia se ha mostrado generosa en diversas épocas, apoyando a los damnificados de este o aquel fenómeno natural; de esa o aquella circunstancia que provoca vulnerabilidad e incertidumbre. Ayudas como esas, se agradecen.

EDITORIAL.

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POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

CARTA ABIERTA DIRIGIDA A LOS SEÑORES

Christian von Roehrich, Ángel Luna, delegados salientes en la “Benito Juárez”; así como al C. Santiago Taboada, nuevo representante en la alcaldía de “Benito Juárez”.

Presente.-

Señores Roehrich y Luna:

Lamento comentarles, como un aficionado más a los toros que su actuación, al menos desde que la empresa de la plaza de toros “México” fue asumida por los señores Bailleres y Sordo Madaleno hace casi dos años, deja ver que no tuvo para ustedes el interés que amerita una expresión que, para su desarrollo cuenta con un reglamento, y además, como espectáculo público se encuentra incluido en la ley respectiva.

Simple y sencillamente “dejaron hacer”, y con esto, la empresa, entre otras cosas, tuvo a bien instalar un descarado servicio de bebidas alcohólicas que hoy permanece impune, con lo que podría pensarse que el esquilmo se encuentra a todo lo que da, y no importa ley ni autoridad que se interponga, pues lo visto es que solo hay una ley: la que pervive en los bares, antros y demás espacios donde se expenden este tipo de bebidas. El tránsito de vendedores es descarado, aún a pesar de que el Art. 56 del Reglamento Taurino en vigor recomienda otra situación, que a la letra dice:

A la hora anunciada en los programas para el inicio del festejo, el Juez de Plaza dará orden de que suenen clarines y timbales y la función comience. En ese momento suspenderán sus actividades los vendedores en los tendidos y los alquiladores de cojines y ni unos ni otros podrán ejercer su comercio, sino en el lapso que va del apuntillamiento del toro al toque que ordene la salida del siguiente. La empresa y los vendedores serán directamente responsables del cumplimiento de este artículo.

Este reglamento fue expedido el 21 de mayo de 1997 y cuenta con últimas reformas fechadas el 25 de octubre de 2004.

De igual forma, han instalado cantinas en espacios que cuentan con butacas, restando con ello posibilidades para que los asistentes ocupen dichas localidades (por supuesto hace falta que la plaza registre una vez sí y otra también el lleno, bajo el aviso de “¡No hay billetes!”, lo cual se percibe cada vez más lejano). Pero, en lo fundamental lo que notamos es que la autoridad de la autoridad no se ha impuesto, por lo que el mal pervive al punto de que no han logrado sancionar, ni tampoco clausurar una serie de condiciones que hasta hace poco no estaban presentes, y que tampoco lo estuvieron en otros tiempos en la plaza más importante del país (salvo que se vendiera y siga vendiendo cerveza, única bebida alcohólica que en el supuesto del cumplimiento legal está permitida).

Sin embargo, el hecho es que el giro que ahora presenta la plaza de toros “México”, parece estar clasificado en el concepto de bar y no de espacio para espectáculos públicos, con lo que crece el nivel en su falta de seriedad. Lamento de verdad, el hecho de que literalmente abandonaron su responsabilidad al no vigilar debidamente las condiciones en que ahora ha caído el coso capitalino.

Sr. Luna: está a punto de irse, por el cambio en puerta, pero tanto usted como el Sr. Von Roehrich evadieron cualquier asunto relacionado con este caso, que hoy ya se ha convertido en auténtica plaga…

Sr. Santiago Taboada

…esperamos que usted pueda hacer algo, tan luego tome las riendas administrativas en la “Benito Juárez”, para reparar la imagen de una plaza donde la empresa que la regentea –eso sí- lo hace a sus anchas, por lo que la autoregulación se ha convertido en figura de impunidad con lo que queda bastante claro que solapar más comercio, no les representa ninguna importancia –salvo la económica-, generando con ello la invasión de espacios que pueden convertirse en auténticas trampas humanas; siempre y cuando llegue a presentarse algún incidente o desalojo imprevisto. El resultado: venga, más y más comercio, ante el cual no estoy en contra; es una forma digna de ganarse la vida. El hecho es que permitirlo al exceso ha alcanzado puntos que pueden convertirse en un auténtico dolor de cabeza… o en un riesgo.

Pero aún faltan muchos otros puntos que deben corregirse para tener como resultado, el correcto desarrollo de un espectáculo público como el de las corridas de toros, mismo que se celebra en un recinto ubicado en la alcaldía que usted va a gobernar, a partir del 1° de diciembre próximo.

Lo que privó el domingo 23 de septiembre de 2018 en la plaza de toros “México” fue nuevamente ese estado de cosas, y creo que de seguir así, nos encontraremos con la persistencia ufana de quienes así lo han tolerado.

Espero, sobre todo de usted, la consideración a este asunto, y que quede corregido lo más que sea posible, porque ya es inminente la apertura de una temporada grande más: la 2018-2019.

Gracias por su atención.

UN DÍA COMO HOY, SE PRESENTA LA GANADERÍA DE SAN DIEGO DE LOS PADRES EN 1887.

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EFEMÉRIDES TAURINAS MEXICANAS DECIMONÓNICAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 

Uno de los varios Azote, este marcado con el N° 12, era un toro berrendo en negro, coletero y botinero y que lo toreó inmejorablemente Rodolfo Gaona el 15 de febrero de 1925 en “El Toreo” de la Condesa, con corte de orejas y rabo. Col. del autor.

Como lo podemos ver en las Efemérides taurinas mexicanas de Luis Ruiz Quiroz (q.e.p.d.), el día 26 de septiembre de 1887 –hoy hace la friolera de 131 años-, se presentaron por primera vez en la ciudad de México, toros que procedían de la ya conocida hacienda de San Diego de los Padres. Esto ocurrió en la plaza de toros “Colón” y quienes se enfrentaron al encierro fueron los matadores Juan León “El Mestizo” y Antonio Mercadilla “El Zenzontle”.

Para tener un panorama más completo y cercano a lo que significó en el pasado la hacienda sandieguina, lo mejor será compartirles una entrevista imaginaria que sostuve con don Manuel Barbabosa Saldaña, esto en mayo 30 de 1912. ¿Me acompañan?

Dígame usted, el porqué del nombre de la ganadería de San Diego de los Padres.

“Esta Azienda fue del justísimo señor don Juan de Zumárraga, Arzobispo de México, y en este paraje tuvo su capilla su memoria y su beneración”, se lee en una losa, que mandó grabar sobre las ruinas de esa capilla, el señor don Bernabé Serrano, dueño de la hacienda en el año de 1736. Una cruz de piedra se irguió, junto a la losa, también por mandato del señor Serrano. Según noticias de esa inscripción, don Simón de la Cuadra, era el administrador de la “Azienda”, el 6 de octubre del año mencionado. Antes de que la propiedad fuera de don Bernabé Serrano, el Arzobispo don Juan de Zumárraga, anterior dueño, cedió la hacienda a los padres dieguinos, y a causa de esta donación, desde entonces esas tierras se llamaron de San Diego de los Padres. Muy cerca de donde estuvo la primitiva capilla, cincuenta varas al sur de ella, se construyó otra, empezándose su edificación el 7 de enero de 1873, por mandato de quien en aquellos tiempos era propietario de esas tierras, y fue fundador de la ganadería brava de San Diego de los Padres, el señor don Rafael Barbabosa. La nueva capilla terminó de construirse el mismo año, el día 5 de octubre, colocándose diez días después de la conclusión de la obra, o sea el día 15 de ese mes, una placa que da noticia de ello.

Rafael Barbabosa Arzate compró San Diego de los Padres el 13 de octubre de 1863 a Refugio San Román de Cortina, por la cantidad de $33,600.00.

-Don Manuel, ¿puede usted darnos un panorama general de la ganadería de San Diego de los Padres?

-Con mucho gusto. Para ello me serviré de unas notas que redacté allá por 1912 y que titulé:

DATOS DE LA GANADERÍA DE SAN DIEGO DE LOS PADRES, propiedad de los SEÑORES RAFAEL BARBABOSA SUCESORES, vecinos de Toluca, Edo. De Méx.

-El Señor Rafael Barbabosa, por su gran afición a las corridas de toros, y deseoso de tener en su Hacienda de San Diego de los Padres toros bravos, tuvo un empeño grandísimo por formar una ganadería y para lograr sus fines seleccionaba entre sus vacas que tenía, para esquilmarlas en el producto de leche, aquellas que aunque mansas, tuvieran más brío y las acompañó de toros que fuesen más briosos y bravucones; con este objeto compró en la Hacienda del Salitre unos toros que caló él mismo, para hacerse de aquellos que se manifestaran más bravos.

-Me remontaré al año de 1863.

-Del producto de esta simiente iba seleccionando lo que daba mejor prueba en la CALA, que verificara en el patio de la Hacienda, con pieles secas de res que los utilizaba como dominguillos. Fueron pasando algunos años, durante los cuales el señor Barbabosa -mi padre- veía con gran gusto sus toros en un potrero, llamado de los Talayotes y como no se lidiaban sus toros, su diversión consistía en calarlos en el llano y verlos enojados desafiando.

-¿Tiene usted idea cómo se dieron los primeros pasos con los que se consolidó la hacienda de San Diego de los Padres?

-Llegó la vez en que con motivo de una fiesta verificada en la Hacienda, se corrieron unos toros, ya en el redondel que se había hecho, así como las oficinas necesarias y en esa corrida se lidiaron cuatro toros por la cuadrilla que capitaneaba Epigmenio Moreno, a la cual asistió numeroso público de Toluca. Como de esta corrida quedara el público muy contento se llegaron al Sr. Barbabosa los señores Epigmenio Moreno y José Acevedo para comprarle cuatro toros que deseaban lidiar en la plaza de Toluca, a lo que accedió el Sr. Barbabosa con la condición de que no fueran anunciados de San Diego de los Padres.

-¿Cómo fueron anunciados entonces?

La empresa los anunció como “Los únicos competidores de los de Atenco”. El resultado de la corrida fue brillante, quedando el público muy satisfecho del juego de los toros por lo duros que fueron para con los caballos y en dicha corrida se le perdonó la vida a uno volviendo a la Hacienda para semental. Esto ocurrió en 1869, debut de la ganadería.

-Y después, ¿qué siguió?

-El Sr. Barbabosa entusiasmado por el éxito obtenido siguió fomentando su ganadería y al año siguiente fueron solicitados por la Empresa de Puebla, donde se jugaron en diversas corridas ya con el nombre de la Hacienda; obteniendo buen éxito en relación con la lidia de aquel entonces de la cuadrilla Hernández que fueron los que los lidiaron, hasta que posteriormente se jugaron en las plazas de Tlalnepantla y Huisachal.

-Por cierto, déjeme comentar, que la mencionada cuadrilla Hernández, estaba formada por Felipe Hernández, que banderillaba a caballo. También por José María Hernández “El Toluqueño”, quien se anunciaba como capitán y primera espada. La “segunda espada” era Encarnación Escamilla y sus banderilleros: Telésforo Parra, Luis Resillas, Dario Maldonado y Luis Ávila, que nada tenía que ver con el otro Luis Ávila, quien tuvo destacadas actuaciones en la primera mitad del siglo XIX. Los picadores fueron: Antonio Hernández, Cosme Esquivel, Guillermo Reyes, Pedro Alva e Ireneo García.

-Sabemos de la gran amistad que tuvo Bernardo Gaviño con su señor padre…

-En efecto. Bernardo Gaviño se hizo amigo del Sr. Barbabosa y le hablaba de las ganaderías españolas, de sus hierros, divisas y entre las ganaderías que le ponderaba como notables, era la del Exmo. Sr. Duque de Veragua y por simpatía a las narraciones que le hacía de ella quiso que sus toros fueran distinguidos por los colores rojo y blanco, mismos que usaba el Sr. Duque y a instancias de un buen amigo del Sr. Barbabosa, don Manuel Rodríguez, sevillano, se picaron unas vacas en el año de 1885, con lo que adquirió mayores conocimientos del modo como en España se calificaban los toros; hasta que desgraciadamente murió el fundador de la ganadería en marzo de 1887 pasando a sus hijos que la han seguido fomentando con todo empeño y escrupulosidad.

-En el afán de aclarar un aspecto que podría resultar insignificante, puntualiza don Manuel, que los colores de la divisa, dicen algunas historias, se debe a que en San Diego se veneraba al Sagrado Corazón de Jesús, imagen de bulto que lleva los colores rojo y blanco y que en Atenco, por estar en la capilla la imagen de la Purísima Concepción, vestida con ropajes donde predominan los colores azul y blanco, por ese solo motivo, los toros de una y otra, ostentan los colores de sus divisas por esa razón.

-Bien, continuo. Estos señores, ya con la simiente habida así como con el trato de los toreros que fueron viniendo a la república, entre los que se cuentan Juan Ruiz “Lagartija”, Manuel Hermosilla, “El Tortero”, Diego Prieto “Cuatro Dedos”, mismos que dieron un impulso a la ganadería, pues ellos hacían algunas tientas y aún hacían la distribución del ganado. Más adelante, por los años de 1893 a 1897 Juan Jiménez “El Ecijano” dirigió la retienta de las vacas y el año de 1896 les vendió a los Sres. Barbabosa un toro de la ganadería de Ibarra que al ser lidiado en la plaza de Bucareli el año anterior se le perdonó la vida pero como el toro era ya viejo murió al poco tiempo habiéndose logrado poco de él. Los Sres. Barbabosa han seguido día a día fomentando su ganadería y para elevarla a mayor altura y quitarle defectos que aún conservan sus toros, han adquirido otros tantos de las ganaderías españolas de los Sres. D. Felipe de Pablo Romero y del Exmo. Marqués del Saltillo con objeto de cruzar la ganadería que hoy poseen. Estos sementales los recibieron en Octubre del año de 1910.

-¿Podría darnos sus nombres y características principales, así como la distribución que se tuvo de los embarques que llegaron simultáneamente de España, tanto de Pablo Romero, para Atenco, como del Marqués del Saltillo, con la sola idea de que se ponga en claro cuál fue el pie de simiente para cada una de estas dos célebres haciendas?

-Sí, como no.

Pero primero déjeme incluir la opinión de mi familiar, el Sr. José Julio Barbabosa, quien en su libro de apuntes, llamado: Orijen de la raza brava de Santín, y algunas cosas notables q.e ocurran en ella J(…) J(…) B(…). Santín Nbre 2/1914, consideraba lo siguiente:

según he sabido, para la de Atenco y S. Diego el año de 1910 en octubre, llegaron a ésta 2 toros del Marqués del Saltillo y 2 de Felipe Pablo (Romero) y 1 vaca de este señor, por haberse muerto otras en el camino, y 6 vacas del Marqués, con cuyos elementos que según dicen les costaron veinte y dos mil y pico de pesos, han mejorado las dos ganaderías, yo no he asistido a ninguna de las corridas que han dado con esos toros cruzados, pero según dicen, en general han salido muy buenos y como es natural, algunos malos (notas que realizó hacia 1920).

Para Atenco venían tres vacas, habiendo muerto dos en alta mar. Llegaron a la hacienda el 10 de febrero de 1911. Arribaron la Nº 354 “Chaleca”, negra zaina, la Nº 1 “Nevada”, negra muleta entrepelada, Nº 2, Gitana, morcilla entrepelada; Nº 3 “Fierecilla”, retinta y la Nº 4, “Triguera”, morcilla entrepelada. Acompañadas de “Colmenero”, cárdeno listón bragao y de “Nevado”, negro zaino. En cuanto a San Diego de los Padres, llegaron a esta hacienda el 12 de octubre de 1910 las 6 vacas:

Nº 140 “Lamparilla”, cárdena

Nº 147 “Baratera”, negra

Nº 122 “Chinela”, negra mulata

Nº 128 “Corbatilla”, cárdena

Nº 65 “Guapetona”, cárdena y la

Nº 115 “Navarrita”, negra bragada

Así como por los toros: “Zamarrero”, negro entrepelado bragado, “Media Luna”, negro y “Bosquero”, también negro.

-Don Manuel: sabemos de la celebridad de un buen número de toros salidos de los potreros de San Diego de los Padres. ¿Recuerda el nombre de algunos de ellos, describiendo alguna anécdota sobre su juego en el ruedo?

Entre los toros que se han distinguido por sus hechos se anotan los siguientes:

CANARIO, negro listón jugado en Puebla al que el vaquero durante el camino de la hacienda a Puebla le cargaba sobre sus lomos zarape, manga, chaparreras y el morral donde llevaba su comida y lo cinchaba para sujetar estos arneses con los que entró hasta la misma plaza y en su lidia fue bravo.

CAPULÍN, negro, que se había familiarizado con el vaquero que lo cuidaba, que dormía cerca de su choza y lo acariciaba. En su lidia fue muy bravo y Bernardo Gaviño que lo lidiaba hizo salir al redondel al vaquero, el toro se le arrancó acometiéndolo y este lo llamó por su nombre y al oírle el toro cambió de dirección. Volvieron a citarle los picadores a los que hizo cisco y el público en masa pidió que se le perdonara la vida muriendo al poco tiempo en la hacienda a consecuencia de las heridas.

AZOTE. Dos toros de este nombre que eran muy semejantes merecieron por su bravura que fuesen indultados en las plazas de Tlalnepantla y Puebla.

Rodolfo Gaona y Azote, la tarde del 15 de febrero de 1925. Fotografía: Luis Reynoso.

   Y un servidor hace la pertinente aclaración, donde por cierto, El Califa de León Rodolfo Gaona, se despidió en el antiguo “Toreo” con AZUCARERO, berrendo en cárdeno, careto, coletero y recogido de cuerna, lidiado en séptimo lugar como toro de regalo en la memorable tarde del 12 de abril de 1925.

Con los años, esta ganadería sufrió merma en espacio, lo que obligó a su entonces propietario, don Antonio Barbabosa, a trasladar la mayoría del ganado a Atenco. Y esa merma también se tradujo en el intermitente abandono de la hacienda, con lo que ya fue imposible mantenerla, quedando como hasta ahora, en estado lamentable. La “Sociedad Rafael Barbabosa, Sucesores” fue disuelta en 1949, por lo que fue don Juan de Dios Barbabosa quien conservó la ganadería hasta su muerte, ocurrida el 15 de septiembre de 1957. Es sabido que en 1960, su hijo el Dr. Agustín R. Barbabosa Ballesteros vendió el ganado de San Diego de los Padres a D. Nicolás González Jáuregui, quien lo traslado a Ajuchitlancito, Querétaro conservando el hierro quemador y los colores de la divisa, desde esa fecha y hasta. Un año más tarde González Jáuregui agregó dos sementales de Jesús Cabrera.

-Durante el “imperio de Gaona”, este formidable torero, tuvo a bien torear al que puede considerarse el tercer AZOTE, con el que obtuvo un célebre triunfo, después de magnífica labor. Esto ocurrió la tarde del 15 de febrero de 1925.

y don Manuel recupera la conversación evocando a TIGRE y PIRATA, dDos toros muy bravos que se les perdonó la vida y sirvieron durante algún tiempo de sementales.

GENDARME y FLECHA, lidiados en Tlalnepantla, resultando superiores y uno de ellos causó tal entusiasmo al ministro de España que asistía a la corrida, que llamó al palco a Bernardo Gaviño regalándole una petaquilla y le dijo: “Con estos toros no se echan de menos los de España”.

-Y va de historia, don Manuel. GENDARME y FLECHA, se lidiaron el domingo 11 de junio de 1876, estando en la plaza, entre otros personajes don Carlos VII de Borbón.

Clementina Díaz y de Ovando, en su libro Carlos VII EL PRIMER BORBÓN EN MÉXICO, relata el acontecimiento.

   El domingo 11(de junio de 1876) don Carlos asistió en Tlalnepantla a una corrida de toros. Muy príncipe, pero llegó a su palco como cualquier plebeyo, entre pisotones y empujones. La gente de sol lo ovacionó a su manera gritándole indistintamente; ¡don Carlos! O ¡don Borbón! Los bichos resultaron bravos, un picador y un banderillero se lucieron, y “un chulillo hábil y valiente manejó la capa como el barón Gostkowski el claque”.

   Don Carlos estuvo muy cordial con los que le ofrecieron la fiesta, llamó a su palco al banderillero y al picador (y como veremos después, al propio Gaviño), y los premió con esplendidez. El picador bien lo merecía ya que realizó toda una proeza, según reseñó La Revista Universal el 13 de junio:

La hazaña del picador merece contarse: embistió el toro y resistió el de a caballo bravamente; ni él se cansaba de arremeter; ni el hombre de resistir; al fin, desmontándose hábilmente sin separar la pica de la testuz, el picador se deslizó del caballo, se precipitó entre las astas del toro, soltó la púa, se aferró con los brazos y las piernas de la cabeza del animal, y mantuvo todavía algunos minutos completamente dominado y sujeto contra el suelo por un asta. El de la hazaña fue objeto de grandes ovaciones: ¡si al menos el mérito de la lucha hubiera salvado al mísero animal!

   Pero faltaba que Enrique María de Borbón llamara a su palco a Bernardo Gaviño a quien regaló una petaquilla y le dijo: “Con estos toros no se echan de menos los de España”.

 PAVO REAL, negro zaino, bizco, lidiado en 1885 en la plaza de Tlalnepantla, siendo la presentación de la cuadrilla de “Mateíto”; fue un toro que sufrió 12 varas matando seis caballos, banderillado por Ramón López y fue el único toro que murió en el redondel por manos de “Mateíto”, pues de los corridos no pudo matar ninguno y todos fueron lazados y muertos a puntilla pues todavía no se acostumbraba volverlos al corral. En esta corrida fue donde el público de México conoció al Sr. D. Ramón López.

PORQUERO. Toro colorado, lidiado en la plaza “México” el 1 de marzo de 1903, y al que “El Imparcial” nombró CICLÓN por su gran poder; recibió 12 varas y en una de ellas al arremeter contra un caballo y estar corneándolo rompió los cerrojos de la puerta de la barrera y también abrió la puerta de salida al patio de caballos para donde se salió y fue a matar una jaca pinta del “Castañero” [picador de toros] y herir varios caballos de los coches de algunos capitalistas que introducían sus coches dentro de la plaza. Fueron 9 el número de caballos que mató y “Gorete” lo pasaportó al destazadero.

CALENDARIO, negro zaino, lidiado la tarde del 29 de noviembre de 1903 en cuarto lugar y en la plaza “México”. Fue un toro notable en toda su lidia pues soportó diez varas dando diez tumbos y mató seis caballos, llegando al último tercio bravo y sencillo. Algún revistero al reseñar la corrida se expresó en estos términos: “Fue un toro bravísimo y noble en grado superlativo en toda la lidia; un toro que por sí solo basta para acreditar una ganadería. ¿“Jaquetón”, “Catalán” y otros de imperecedera memoria serían como este, mejores? ¡Imposible! “Machaquito” lo mató de una estocada monumental y entre los toros bien matados en México este es uno de ellos.

Un ejemplar de San Diego en los corrales del “Toreo” de la Condesa, allá por los años 40 del siglo pasado.

   Antiguamente, cuando un toro era muy bravo el público pedía que se le perdonara la vida y en su honor se concedía. Abolida esta costumbre, después de muchos años transcurridos, a este toro fue el primero que se le tributaron los honores modernos pues al ser arrastrado fue paseado en el ruedo dándole dos vueltas en medio de música y los vítores de la concurrencia.

VIOLETO, negro zaino. Jugó en una corrida a beneficio de las víctimas de Guanajuato, organizada por “El Imparcial”, quien le puso a este toro por nombre JAPONÉS. Fue lidiado en la plaza “México” el 13 de agosto de 1905 por Félix Velasco; fue bravísimo soportando hasta nueve varas y en las dos primeras mandó al callejón a los picadores. Se lidiaron en esa tarde además de VIOLETO, tres toros de San Nicolás Peralta, uno de Parangueo y uno del Venadero.

PLATANITO, negro albardado, bragado, lidiado en la plaza “El Toreo” el 10 de enero de 1909, en una corrida a beneficio de las víctimas de Italia en toda su lidia fue superiorísimo, sufriendo bastante número de puyas. Lo mató “Bienvenida” muy bien y levantó su cartel en esta corrida pues el público la había tomado con él. También jugó en esta misma corrida un toro negro llamado ABORRECIDO que fue muy bravo y lo mató el mismo “Bienvenida”. Estos toros jugaron respectivamente en 2º y 5º lugares.

HERRERO, toro retinto, jugado en la plaza “El Toreo” el 3 de marzo de 1912 en el primer concurso de ganaderías verificado en México. Se lidió como reserva del segundo toro (de esta misma ganadería) y fue un toro bravísimo, recibiendo ocho varas, metiéndose debajo de los caballos y empujando con los cuartos traseros de verdad. Fue banderillado por Gaona en un par al cambio superior, otro de “Corchaíto” también al cambio y otro de Vicente Pastor al cuarteo, quien al clavar le arreó media estocada con el palo de la banderilla (¿?) que tuvieron que sacárselo desde la barrera. El toro se conservaba al último tercio muy bravo y muy noble, habiéndose toreado él solo con la muleta pues “Corchaíto” lo único que hizo fue ponerle delante la muleta habiendo tenido campo de hacer una faena digna de uno de los soles de la tauromaquia. Al ser arrastrado fue calurosamente ovacionado pidiendo el público que se le tributaran honores, paseándolo por el redondel y no le fue adjudicado el premio por haber estado fuera de concurso.

-No me resta sino agradecerle a usted el que me haya permitido proporcionarle estos invaluables datos acerca de San Diego de los Padres, recordando que esta conversación tuvo lugar en TOLUCA, MAYO 30 DE 1912. MANUEL M. BARBABOSA.

SOBRE UN ROMANCE TAURINO ESCRITO POR SALVADOR NOVO.

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RECOMENDACIONES y LITERATURA.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Dibujo de Federico García Lorca, aparecido en la correspondencia que este gran poeta sostuvo con Salvador Novo en 1933.

   El entonces joven y ya reconocido Salvador Novo (1904-1974), impulsado por el grupo de “Los Contemporáneos”, no dejaba de escribir. Como veremos a continuación, guardaba relativa correspondencia con otro célebre poeta, que ya gozaba del tributo popular. Me refiero a Federico García Lorca. Por razones particulares, apareció el tema de los toros, con el que Novo no simpatizaba. Sin embargo, sus conversaciones epistolares “tocaron” el tema de los toros, por lo que en 1933, Salvador decide dedicarle un “Romance” a Federico que dio pie a otras circunstancias, como se verá al final del mismo.

También, y como consecuencia de la tragedia que sufrió Ignacio Sánchez Mejías en 1935, el asunto que ahora planteo en esta colaboración, aparece Rafael Alberti.

 ROMANCE DE ANGELILLO Y ADELA.

 A Federico García Lorca.

 

Ella venía de México

-quietos lagos, altas sierras-,

cruzara mares sonoros

bajo de nubes inciertas:

por las noches encendía

su mirada en las estrellas.

Iba de nostalgia pálida,

iba de nostalgia enferma,

que en su tierra se dejaba

amores para quererla

y en su corazón latía

amarga y sorda la ausencia.

Él se llamaba Angelillo

-ella se llamaba Adela-,

él andaluz y torero

-ella de carne morena-,

él escapó de su casa

por seguir vida torera;

mancebo que huye de España,

mozo que a sus padres deja,

sufre penas y trabajos

y se halla solo en América.

Tenía veintidós años

contados en primaveras.

Porque la Virgen lo quiso,

Adela y Ángel se encuentran

en una ciudad de plata

para sus almas desiertas.

porque la Virgen dispuso

que se juntaran sus penas

para que de nuevo el mundo

entre sus bocas naciera,

palabra de malagueño

-canción de mujer morena-,

torso grácil, muslos blancos

-boca de sangre sedienta.

Porque la Virgen dispuso

que sus soledades fueran

como dos trémulos ríos

perdidos entre la selva

sobre las rutas del mundo

para juntarse en la arena,

cielo de México oscuro,

tierra de Málaga en fiesta.

¡Ya nunca podrá Angelillo

salir del alma de Adela!

 

Salvador Novo (24 de diciembre de 1933).

    Localizado felizmente este poema, su contenido tiene una fuerte carga erótica destinada a estimular el amor homosexual habido entre dos importantes creadores cuyas personalidades están marcados por el que para la época en que se conocieron estaba convertido en todo un prejuicio, lo que trajo por consecuencia entre uno y otro el escándalo. Sin embargo, el mensaje subliminal que encierran todos y cada uno de los versos plantea un discurso que, al decodificarlo, es posible encontrar diversos elementos que ponen en claro la razón del Romance.

Jaime Valender en Invenciones y Ensayos, publicado en Cuadernos hispanoamericanos Nº 548 de febrero de 1996 (p. 7-20), incorpora un texto denominado: “Cartas de Salvador Novo a Federico García Lorca”, y con ello intentaré el siguiente análisis.

Es curioso, pero como apunta Valender, “a Novo no le gustaban en absoluto los toros, pero, a pesar de ello, no pudo oponer resistencia ante una lógica tan impecable”. En el curso de 1933 Lorca y Novo se conocen en Río de la Plata y en esos precisos momentos Salvador escribe el presente “Romance”, mismo que publicó ya en nuestro país y en una limitadísima tirada de 15 ejemplares el 31 de enero de 1934. En el encuentro rioplatense culminó el anhelo que uno y otro desplegaron en cartas, en largos tiempos de espera hasta que llegó un momento en que recordando Novo la manera en cómo enseñó a Lorca los versos de la antigua canción La Adelita, y cómo este los recordaba en tanto tuvo ocasión de encontrarse con aquel, finalmente Salvador no pudo resistirse al hecho de retomar al personaje femenino, hacerlo suyo, convertirse en ella-el y trasvasarlos al que fue su doble “Romance”.

El amor homosexual demostrado por estos dos personajes no pudo expresarse de otra manera que a partir de algún aislado encuentro, pero sobre todo a partir de una limitada correspondencia en la que uno y otro ansían otra ocasión que ya no fue posible por las diversas circunstancias que enfrentaron. Novo intentó como última alternativa, -ya para el inicio de 1935- proponerle a Lorca ir a vivir una temporada a España debido al hecho que no encontraba razones para hacerlo en México, dadas las circunstancias en las que el funcionario público Salvador Novo fue cesado de su puesto en la secretaría de Educación Pública, justo en el año del inicio del sexenio del Gral. Lázaro Cárdenas, en el cual habían sido anunciadas no “sólo reformas sociales muy radicales, sino también una política cultural de orientación netamente nacionalista”. Por tal razón, Novo, muchos años después confesó: “Personalmente no conocí a Cárdenas durante su administración. Sin embargo conocí los efectos de su estancia en el Palacio Nacional: me zafó de la burocracia”.

Tiempo atrás a este hecho, y en carta que Salvador envía a Federico el 11 de diciembre de 1933, le solicita nuestro autor al ponderado creador de “Poeta en Nueva York” que le obsequie un dibujo en unos términos muy peculiares:

Querido Federico:

   He vuelto a estar enfermo, claro, porque me han faltado tus conjuros: hazlos, por favor, a distancia. Desde la cama –sólo [sic]- y con fiebre y con calentura, no he podido escribirte, pero tú sabes bien que en el fondo hay una pasión loca furiosa de atar. ¿Cuándo vendrás a Montevideo, en donde ya se encuentra tu embajadora? Hoy recibí pruebas de mi poema que imprimirá Colombo en B[uenos] A[ires] y para el que Molinari te forzó a prometerme un dibujo. ¿Lo harás? Algo así como un marinero, o una verga marina, o el mar o lo que se te dé la chingada gana, pero ya, en este momento, porque ahí son lentos para trabajar, y entrégaselo a Molinari, a quien le escribo ahora para rogarle que se encargue de vigilar la edición. Ah, y mándame un romancero gitano-argentino para mi colección de incunables. Mi hotel es Gran Hotel. Ahí han estado, según confesión de mi mucama, Novelli, Anatole France… y Tina de Lorenzo.

   Te abrazo.

Salvador.

   Tal apunte, hasta donde puedo comprender, acompañaría la edición que finalmente salió a la luz pública, en cantidad de 15 ejemplares, bajo el sello de la Imprenta Mundial, de la ciudad de México en 1934.

Pues bien, como resultado de dicha misiva, Federico contestó como ya pudimos apreciarlo al comienzo de estas notas.

   El asunto que viene analizándose, con la incorporación del valioso poema de Salvador Novo, tiene un amplio despliegue informativo en el texto de James Valender que ya he citado en su parte respectiva. Dicho ensayo muestra con muchísimo detalle la manera en cómo se conocieron y se trataron Salvador Novo y Federico García Lorca. También se da a conocer toda la correspondencia sostenida entre ambos, pero en el fondo, destaca el trato entrañable habido entre ambos.

Tres años más tarde, y bajo los días más intensos de la guerra civil en España, Federico fue asesinado. Antes ya había escrito el “Llanto por la muerte de Sánchez Mejías” que alcanzó a convertirse desde ese momento en un poema universal. Ignacio Sánchez Mejías, que había regresado a los toros, actuó la tarde del 13 de agosto de 1934 en la plaza de Manzanares. Ignacio había sido mecenas de la “Generación del 27” a la que pertenecieron, entre otros, el propio García Lorca y también otro célebre autor: Rafael Alberti. El gaditano, por razones muy especiales, se encontraba en México en agosto de 1935, y justo al año de ocurrida la tragedia que enfrentó Sánchez Mejías, terminaba ese otro gran poema cuyo título es “Verte y no verte”, cuya rúbrica causa profunda curiosidad: Plaza de toros EL TOREO / México, 13 de agosto 1935.

¿Se tratará entonces de un poema mexicano?

 

Disponible en internet: http://www.bibliotoro.com/index.php

 VERTE Y NO VERTE

A IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS

ELEGÍA

EL TORO DE LA MUERTE

 

Antes de ser o estar en el bramido

que la entraña vacuna conmociona,

por el aire que el cuerno desmorona

y el coletazo deja sin sentido;

 

En el oscuro germen desceñido

que dentro de la vaca proporciona

los pulsos a la sangre que sazona

la fiereza del toro no nacido;

 

Antes de tu existir, antes de nada,

se enhebraron un duro pensamiento

las no floridas puntas de tu frente;

 

Ser sombra armada contra luz armada

escarmiento mortal contra escarmiento,

toro sin llanto contra el más valiente.

 

(Por el mar Negro un barco

va a Rumanía.

por caminos sin agua

va tu agonía.

Verte y no verte.

yo, lejos navegando,

tú, por la muerte).

 

Las alas y las velas,

se han caído las alas,

se han cerrado las alas,

sólo alas y velas resbalando por la inmovilidad crecida de los

ríos,

alas por la tristeza doblada de los bosques,

en las huellas de un toro solitario bramando en las marismas,

alas revoladoras por el frío con punta de estocada en las

llanuras,

sólo velas y alas muriéndose esta tarde.

Mariposas de rojo y amarillo sentenciadas a muerte,

parándose de luto,

golondrinas heladas fijas en los alambres,

gaviotas cayéndose en las jarcias,

jarcias sonando y arrastrando velas,

alas y velas fallecidas precisamente hoy.

 

Fue entonces cuando un toro intentó herir a una paloma,

fue cuando corrió un toro que rozó el ala de un canario,

fue cuando se fue el toro y un cuerno entonces dio la vuelta

por tres veces al ruedo,

fue cuando volvió el toro, llevándolo invisible y sin grito en

la frente.

 

¡A mí, toro!

 

(Verónicas, faroles,

velas y alas.

yo en el mar, cuando el viento

los apagaba.

Yo, de viaje.

Tú, dándole a la muerte

tu último traje).

 

EL TORO DE LA MUERTE

 

Negro toro, nostálgico de heridas,

corneándole al agua sus paisajes,

revisándole cartas y equipajes

a los trenes que van a las corridas.

 

¿Qué sueñas en tus cuernos, qué escondidas

ansias les arrebolan los viajes,

qué sistema de riegos y drenajes

ensayan en la mar tus embestidas?

 

Nostálgico de un hombre con espada,

de sangre femoral y de gangrena,

si el mayoral ya puede detenerte.

 

Corre, toro, a la mar, embiste, nada,

y a un torero de espuma sal y arena,

ya que intentas herir, dale la muerte.

 

(Mueve el aire en los barcos

que hay en Sevilla,

en lugar de banderas,

dos banderillas.

Llegando a Roma,

ví de banderillas

a las palomas).

 

¿Para qué os quiero, pies, para qué os quiero?

 

Los pies pisan la muerte,

poco a poco los pies andan pisando ese camino

por donde viene acompañada o sola,

visible o invisible, lenta o veloz,

la muerte.

 

¿Para qué os quiero, pies, para qué os quiero?

 

Me va a coger la muerte en zapatillas,

no en zapatillas para el pie de baile,

no con tacón para esas tablas donde también

suele temblar la muerte con voz sorda de pozo,

voz de cueva o cisterna con un hombre no se sabe si ahogado,

voz con tierra de ortigas y guitarra.

 

¿Para qué os quiero, pies, para qué os quiero?

 

Unos mueren de pie, ya con zapatos o alpargatas,

bien bajo el marco de una puerta o de una ventana,

también en medio de una calle con sol y hoyos abiertos,

otros…

 

Me va a coger la muerte en zapatillas,

así, con medias rosas y zapatillas negras me va

a matar la muerte.

¡Aire!

 

¿Para qué os quiero, pies, para qué os quiero?

 

(Por pies con viento y alas,

por pies salía

de las tablas Ignacio

Sánchez Mejías.

¡Quién lo pensara

que por pies un torillo

lo entablara!)

 

EL TORO DE LA MUERTE

 

Si ya contra las sombras movedizas

de los calcáreos troncos impasibles,

cautos proyectos turbios indecibles

perfilas, pulimentas y agudizas;

 

Si entre el agua y la yerba escurridizas,

la pezuña y el cuerno indivisibles

cambian los imposibles en posibles,

haciendo el aire polvo y la luz trizas;

 

Si tanto oscuro crimen le desvela

su sangre fija a tu pupila sola,

insomne sobre el sueño del ganado;

 

Huye, toro tizón, humo y candela,

que ardiendo de los cuernos a la cola,

de la noche saldrás carbonizado.

 

(En la Habana la sombra

de las palmeras

me abrieron abanicos

y reboleras.

Una mulata,

dos pitones en punta

bajo la bata.

 

La rumba mueve cuernos,

pases mortales,

ojos de vaca y ronda

de sementales.

Las habaneras,

sin saberlo, se mueven

por gaoneras.

 

Con Rodolfo Gaona,

Sánchez Mejías

se adornaba la muerte

de alegorías:

México, España,

su sangre por los ruedos

y una guadaña.

 

Los indios mexicanos

en El Toreo,

de los ¡olés! Se tiran

al tiroteo.

¡Vivan las balas,

los toros por las buenas

y por las malas!

 

Ya sus manos, Gaona,

paradas, frías,

te da desde la muerte

Sánchez Mejías.

Dale, Gaona,

tus manos, y en sus manos,

una corona).

 

¿Qué sucede, qué pasa, qué va a pasar,

qué está pasando, sucediendo, qué pasa,

qué pasó?

 

La muerte había sorbido agua turbia en los charcos que ya no

son del mar,

pero que ellos se sienten junto al mar,

se había rozado y arañado contra los quicios negros de los

túneles,

perforado los troncos de los árboles,

espantado el silencio de las larvas,

los ojos de las orugas,

intentando pasar exactamente por el centro a una hoja,

herir,

herir el aire del espacio de dos piernas corriendo.

la muerte mucho antes de nacer había pensado todo esto.

 

Me buscas como al río que te dejaba sorber sus pasajes,

como a la ola tonta que se acercaba a ti sin comprender quien

eras

para que tú la cornearas.

Me buscas como a un montón de arena donde escarbar un hoy,

sabiendo que en el fondo no va a encontrar agua,

no vas a encontrar agua,

nunca jamás tú vas a encontrar agua,

sino sangre,

no agua,

jamás,

nunca.

 No hay reloj

no hay ya tiempo,

no existe ya reloj que quiera darme tiempo a salir de la muerte.

 

(Una barca perdida

con un torero,

y un reloj que detiene

su minutero.

Vivas y mueras,

rotos bajo el estribo

de las barreras).

 

EL TORO DE LA MUERTE

 

Al fin diste a tu duro pensamiento

forma mortal de lumbre derribada,

cancelando con sangre iluminada

la gloria de una luz en movimiento.

 

¡Qué ceguedad, qué desvanecimiento

de toro, despeñándose en la nada,

si no hubiera tu frente desarmada

visto antes de nacer su previo intento!

 

Mas clavaste por fin bajo el estribo,

con puntas de rencor tintas en ira,

tu oscuridad, hasta empalidecerte.

 

Pero luego te vi, sombra en derribo,

llevarte como un toro de mentira,

tarde abajo, las mulas de la muerte.

 

(Noche de agosto arriba

va un ganadero,

sin riendas, sin estribo

y sin sombrero.

decapitados,

toros negros, canelas

y colorados).

 

Se va a salir el río y ya no veré nunca el temblor de los

juncos,

va a rebosar el río paralizando el choque de las cañas,

desplazando como una irresistible geografía de sangre que

volverá los montes nuevas islas,

los bosques nuevas islas,

inalcanzables islas cercadas de flotantes tumbas de toros

muertos,

de empinados cadáveres de toros,

rápidas colas rígidas que abrirán remolinos,

lentos y coagulados remolinos que no permitirán este descenso,

este definitivo descenso necesario que le exigen a uno

cuando ya el cuerpo no es capaz de oponerse a la atracción

del fondo

y pesa menos que el agua.

 

Desvíeme esos toros,

mire que voy bajando favorecido irremediablemente por el

viento,

tuérzale el cuello al rumbo de esa roja avalancha de toros

que le empujan,

déjeme toda el agua,

le pido que me deje para mí solo toda el agua,

agua libre,

río libre,

porque usted ya está viendo, amigo, cómo voy,

porque usted viejo amigo, está ya comprendiendo adónde voy,

ya estás, amigo, estás olvidándote casi adónde voy,

amigo, estás, amigo…

 

Había olvidado ahora que le hablaba de usted, no de tú, desde

siempre.

 

(¿De dónde viene, diga,

de dónde viene,

que ni el agua del río

ya le sostiene?

-Voy navegando,

también muerto, a la isla

de San Fernando).

 

DOS ARENAS

 

Dos arenas con sangre, separadas,

con sangre tuya al son de dos arenas

me quemarán, me clavarán espadas.

 

Desunidas, las dos vendrán a unirse,

corriendo en una sola por mis venas,

dentro de mí para sobrevivirse.

 

La sangre de tu muerte y la otra, viva,

la que fuera de ti bebió este ruedo,

gloriosamente en unidad activa.

 

Moverán lunas, vientos, tierras, mares,

como estoques unidos contra el miedo:

La sangre de tu muerte en Manzanares,

la sangre de tu vida

por la arena de México absorbida.

 

(Verte y no verte,

yo, lejos navegando,

tú, por la muerte).

 

Plaza de toros EL TOREO

México, 13 de agosto 1935

Rafael Alberti.

REDESCUBRIENDO A ANTONIO VANEGAS ARROYO.

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RECOMENDACIONES y LITERATURA.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

  Mariana Masera (coordinadora): Colección Chávez-Cedeño. Antonio Vanegas Arroyo. Un editor extraordinario. 1ª edición. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2017. 176 p. Ils.

    En Antonio Vanegas Arroyo. Un editor extraordinario, libro de reciente aparición, sus autores, coordinados por Mariana Masera, se dieron a la tarea de incluir un interesante compendio de aquellos impresos o testimonios conservados celosamente por los herederos del célebre impresor, gesto que ha recaído en Inés Cedeño Vanegas, bisnieta de Antonio y madre a su vez de Jonathan y Cristian Chávez Cedeño, que dan nombre a lo más reciente de este conjunto de obra, como la Colección Chávez Cedeño.

Alrededor de ese largo ejercicio de acopio, que ha tomado más de un siglo de paciente trabajo, se vinieron construyendo diversas historias, dimes y diretes que no permitían tener un horizonte claro al respecto. Hubo incluso, la equivocada idea de que esa colección había sufrido el expolio o el saqueo.

Hoy, entre los descendientes de don Antonio existe la clara idea de compartirlos. Para ello ya se han concebido al menos dos obras. La que Jaddiel Díaz Frene y Ángel Cedeño Vanegas publicaron al comenzar este año: Antonio Vanegas Arroyo, andanzas de un editor popular (1880-1901), obra impulsada por el Colegio de México y la que hoy reseño.

En ese sentido, lo que podemos apreciar es una muy bien organizada colección, integrada por impresos, fotografías familiares, intercambio de correspondencia, pero sobre todo aquellas obras que no han circulado en forma masiva, como la célebre “Catrina”, grabado excepcional de José Guadalupe Posada. Además de este célebre artista popular, se encuentran otros trabajos de Manuel Manilla, tan geniales como los del aguascalentense. Ambos, lograron un trabajo inmenso, creativo que sigue admirándonos.

Sorprende enterarse en estas obras sobre el hecho de que quienes heredaron el quehacer del célebre impresor, cobraron conciencia sobre lo valioso de su contenido, siendo uno de ellos, Arsacio Vanegas quien contribuyó desde hace poco más de medio siglo a difundir el quehacer del abuelo, tal y como lo hacía él, además de difundir la figura del patriarca hasta el año 2001 en que fallece. No podemos olvidar el nombre de Arsacio, que además fue un personaje ligado con la lucha libre, y aún más, con labores como entrenador físico. Allí están dos testimonios –los de Fidel Castro y de Ernesto el “Che” Guevara– a quienes preparó antes del célebre desembarco del Granma, la madrugada del 25 de noviembre de 1956, fecha con la que iniciarían las acciones encaminadas al triunfo de la Revolución Cubana que se materializó el 1° de enero de 1959.

Con Arsacio Vanegas se concretaron diversas exposiciones, tanto en el país como fuera del mismo. Las ediciones, aunque editadas en principio para exaltar la obra de Posada o Manilla, al final daban un panorama completo sobre el quehacer que emprendieron ambos creadores al lado del artesano Vanegas Arroyo, nacido en Puebla en 1850 y quien falleció en la ciudad de México 67 años después.

En los más recientes tiempos, nuevas luces al respecto de toda esa labor, quedan definidas en otros tantos trabajos editoriales que, en interminable propósito, nos siguen mostrando el incalculable patrimonio de hojas volantes, cuadernos y otras manifestaciones en las que la cultura popular se nutrió entre fines del XIX y comienzos del XX.

Cabe la posibilidad de mencionar el hecho de que gracias a Vanegas Arroyo, la obra de Posada y Manilla, así como otros artistas que no trascendieron tanto como estos dos hacedores magníficos, hubo forma de que ojos sensibles como los de Jean Charlot, Diego Rivera, Antonio Rodríguez, Mercurio López Casillas o Agustín Sánchez González, entre otros, no habrían tenido elementos suficientes para desarrollar la obra complementaria, de anotación y reflexión. Análisis y compendio que supone reunir el todo de aquel ejercicio cotidiano que con buril en mano emprendieron José Guadalupe y Manuel.

Desde luego, que el último trabajo, el que estuvo bajo la mirada de Mariana Masera, tiene la virtud de reunir testimonios orales de diversos integrantes de la rama Vanegas Arroyo, así como de una cuidadosa selección de piezas, en las que conviene mencionar aquellas donde ni Posada ni tampoco Manilla; mucho menos Antonio Vanegas, omitieron el tema taurino, intensificado a partir de la difusión masiva de aquellas “hojas de papel volando”. Entre otras muestras, allí están, ante nuestros ojos los versos de “Vaya un torito embolado que al comercio ha revolcado”, o “La sensacional cogida y muerte del famoso torero español Antonio Montes”. De igual forma, aparece la portada del cuadernillo “Apuntes para el toreo”, prontuario dedicados a los aficionados a la tauromaquia, extractado de lo que sobre el arte escribieron los famosos diestros Pepe Hillo, Montes, Domínguez y otros modernos maestros. ¡¡Precios módicos!! Apreciamos la encantadora portada de uno de los pequeños ejemplares, pertenecientes a la Galería del Teatro infantil que lleva el título “Una corrida de toros o el amor de Luisa”. También aparecen los retratos de Juan León “El Mestizo” y Francisco Jiménez “Rebujina”, elaborados por Posada y que luego se incluyeron en la célebre edición de “Historia del toreo en México” de Domingo Ibarra, publicada en 1887, de la que hay una reciente edición facsimilar producida en Valladolid, España en 2015. También puede ubicarse entre las más recientes herramientas digitales ofrecidas, en este caso, por la Biblioteca “México”.

En 1886, y con motivo de la muy dolorosa muerte que sufrió Bernardo Gaviño, se aprecia la portada de esa hoja que reúne los “Verdaderos y últimos versos de Bernardo Gaviño” con una composición de Manilla. Del mismo artista, se reproduce el “Glorioso éxito de Ponciano Díaz y de sus valientes charros en las plazas de Madrid”, que recrean las triunfales presentaciones de esta pequeña compañía entre julio y octubre de 1889 en diversos ruedos hispanos y hasta portugueses. Y desde luego la interesante reproducción de uno de los muchos títulos que comprendieron la colección de canciones modernas. Este corresponde al año de 1895 y en su portada puede apreciarse la figura –en óvalo-, de Ponciano Díaz, acompañada de otros elementos decorativos que elaboró José Guadalupe Posada, seguramente un entusiasta más de la figura de aquel ídolo que, para el año de la publicación aquí referida, ya había entrado en notoria decadencia.

A todo lo anterior, el resto de las ilustraciones son una delicia. Y junto a estas, algunos retratos en los que puede admirarse a don Antonio Vanegas Arroyo, aquel impresor, que ya entrado en años, nos deja ver a un respetuoso señor, vestido con elegancia y tocado de un sombrero de bombín y su infaltable barba que sella, como quedó sellada su mejor descripción, aquella que se titula “Aquí está la calavera del editor popular A. Vanegas Arroyo… Río, Charco, Alberca, Acequia, Pozo, Alcantarilla, Atarjea, Regadera, Jeringa, etc., etc., etc.”, de la que, para finalizar se recogen los primeros versos:

Aquí está la calavera

Del editor popular,

Que merece figurar

Entre muertos de primera,

Y si esto les pareciera

Vanidosa pretensión,

Oigan la peroración

De un elocuente fantasma,

Y si no les entusiasma…

Merecen un coscorrón.

 Hasta la próxima.

VICENTE OROPEZA: EL MEJOR CHARRO DEL MUNDO.

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DE FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 

Antonio Navarrete Tejero: Trazos de vida y muerte. Por (…). Textos: Manuel Navarrete T., Prólogo del Dr. Juan Ramón de la Fuente y un “Paseíllo” de Rafael Loret de Mola. México, Prisma Editorial, S.A. de C.V., 2005. 330 p. ils., retrs.

De entre las diversas biografías que he venido trabajando, incluyo una de ellas que aún sin terminar, ya va dando idea sobre quién fue en la realidad Vicente Oropeza, charro y picador de toros.

Nació y murió en la ciudad de Puebla (1858-1923).

Gracias a la generosa aportación del Sr. Carlos Rafael Campos Martínez, descendiente del personaje del que se intenta dar un perfil, es como se ha logrado encontrar una nueva visión sobre el mismo.

Ya desde los 23 años de su edad figura como personaje destacado, pues en 1881 un grupo de amigos suyos, lo reconoce con el obsequio de una pistola en la que, en la “cacha”, y en su parte inferior quedó grabado el siguiente testimonio: “Para el mejor charro DON VICENTE OROPEZA. De sus amigos LOS CHARROS. MÉXICO, 1881”.

Por otro lado, los primeros datos como varilarguero se remontan a noviembre de 1885, aunque también podría ser algunos años antes, de acuerdo al hecho de que habiendo nacido en 1858, y como veremos a continuación, hubo cierto acontecimiento ocurrido en Tlalnepantla, en 1876, teniendo él 18 años y pudiendo ser ya un charro consumado, asunto que se reconoció como ya vimos, por sus amigos cercanos cinco años después.

Por las imágenes que se incluyen en este intento biográfico, se percibe a un individuo de mediana estatura, de buena salud, robusto e incluso corpulento, lo que deja ver que tales atributos físicos los explotaba perfectamente en labores cotidianas relacionadas con la práctica del toreo, el jaripeo, el coleo y un constante desempeño en actividades rurales, factor predominante que distinguió a muchos picadores de aquellas épocas, los cuales se vincularon como vaqueros, caballerangos y hasta como administradores de ciertos encargos directamente ordenados por el propietario de aquellas tierras, por extensión, el hacendado.

Recordando el asunto en Tlalnepantla, es la Dra. Clementina Díaz y de Ovando, quien en su libro Carlos VII EL PRIMER BORBÓN EN MÉXICO, relata el siguiente acontecimiento.

   El domingo 11 (de junio de 1876) don Carlos asistió en Tlalnepantla a una corrida de toros. Muy príncipe, pero llegó a su palco como cualquier plebeyo, entre pisotones y empujones. La gente de sol lo ovacionó a su manera gritándole indistintamente; ¡don Carlos! O ¡don Borbón! Los bichos resultaron bravos, un picador y un banderillero se lucieron, y “un chulillo hábil y valiente manejó la capa como el barón Gostkowski el claque”.

   Don Carlos estuvo muy cordial con los que le ofrecieron la fiesta, llamó a su palco al banderillero y al picador (y al propio Bernardo Gaviño, primer espada en aquel cartel), y los premió con esplendidez. El picador bien lo merecía ya que realizó toda una proeza, según reseñó La Revista Universal el 13 de junio:

   La hazaña del picador merece contarse: embistió el toro y resistió el de a caballo bravamente; ni él se cansaba de arremeter; ni el hombre de resistir; al fin, desmontándose hábilmente sin separar la pica de la testuz, el picador se deslizó del caballo, se precipitó entre las astas del toro, soltó la púa, se aferró con los brazos y las piernas de la cabeza del animal, y mantuvo todavía algunos minutos completamente dominado y sujeto contra el suelo por un asta. El de la hazaña fue objeto de grandes ovaciones: ¡si al menos el mérito de la lucha hubiera salvado al mísero animal!

 Y es que Vicente era quizá el único en hacer este tipo de locuras, lo cual hizo crecer su fama rápidamente.

Entre los picadores de toros que se conocían por aquellos años, y gracias a la información ubicada en El Arte de la Lidia (particularmente entre 1884 y 1887), aparecen los nombres de toreros, banderilleros, picadores y ganaderías que por entonces estaban vigentes, y con quienes se podían realizar contrataciones. En dicha relación, no aparece el nombre de Vicente Oropeza, aunque sí el de varios de sus compañeros en dichas lides. Me refiero a Vicente Conde, “El Güerito Conde”, el “Negrito Conde”, Antonio Mercado “Santín”, José María Mota “El hombre que ríe”, Rea, José María Merodio y Anastasio Hernández. Además de estos personajes, también figuraban: Ireneo García, Francisco Anguiano, José María Mesa, Cándido Reyes, anterior a Arcadio Reyes “El Zarco”, moreliano que aprendió a la perfección el “estilo español” y acompañó a Diego Prieto “Cuatrodedos” en una gira a la ciudad de Lima y demás poblaciones peruanas. Ramón Mercado “Cantaritos”, Gerardo Meza “El Gorrión”, José María Ramírez “La Monita”, Eutimio Martín, Eulogio Figueroa, Jesús y José Acosta, Salomé Reyes, natural de la hacienda de Atenco. José Coyro “Coyrito” y José o Francisco Lazalde “El Flamenco”, Juan Vargas “Varguitas”, Anastasio Guerrero, Anastasio Hernández, y Celso González.

Todos los picadores mexicanos tenían la excelente cualidad de ser consumados caballistas. Provenían del campo, de las fincas rurales nombradas “Haciendas”. Allí tenían la ocupación de las faenas campiranas, consistentes en domar potros y arrendarlos, conducir ganado de un sitio a otro, llevándolo a “postreros” adecuados. En estas ocupaciones se hicieron caballistas y perdieron el temor a los toros bravos.

Traían las “corridas” a las plazas de toros y por ello les nació el deseo de ser picadores. Teniendo las dotes requeridas de valor habilidad de caballistas prontamente lograban su propósito, hallando sitio en la cuadrilla de algún espada. Entonces aprendían lo restante del oficio de picador o sea la parte tauromáquica. Los consejos y ejemplo de los compañeros ya veteranos, servían al neófito en mucho. Pero las “haciendas” eran el almácigo de “picadores”. Lo anterior, de acuerdo a lo escrito por Carlos Cuesta Baquero, célebre periodista de la época.

Como se sabe, Vicente Oropeza, junto con Celso González, acompañaron a Ponciano Díaz en su aventura por España y Portugal, entre julio y octubre de 1889.

En aquella ocasión, los españoles tuvieron oportunidad de conocer las habilidades que hombres del campo extendían en la plaza de toros misma, lo que permite constatar el diálogo permanente habido en los ámbitos rural y urbano como forma de un ejercicio que consistía en su contacto con el ganado mayor, el cual era importante manejar desde el caballo, lo mismo para arrearlo, que para lazarlo en circunstancias que así lo obligaran. De esto y más Vicente debe haber sido un hábil vaquero capaz de poner control a las que serían grandes manadas de toros y otros animales, acompañado desde luego de otro buen número de jinetes.

En aquella gira, la cuadrilla encabezada por Ponciano Díaz, fue contratada para actuar en Portugal y ya, de retorno a América en la Habana, Cuba.

De regreso a México esta compañía tuvo oportunidad de presentarse en diversas plazas, sobre todo del centro y norte del país. Es posible por tanto que estando cerca en algún momento con la frontera con los Estados Unidos, algún veedor de la compañía de Búfalo Bill diese cuenta al famoso personaje que, habiendo visto actuar a Ponciano, Celso y Vicente Oropeza, este último representara una pieza importante para los objetivos que perseguían las exhibiciones de aquella famosa “troupe”. El hecho es que Vicente y quizá el propio Celso González hayan sido motivo de una interesante propuesta, lo cual obligó a separarse de Ponciano para emprender un nuevo capítulo: ser integrantes de la compañía de Búfalo Bill. En ese sentido, Claudia Serrano Bello apunta:

En 1894 se reunió en Monterrey un grupo de 12 charros capitaneados por Vicente Oropeza que salieron por primera vez a Nueva York y recorrieron varios lugares de aquel país con grandes éxitos. A Vicente Oropeza los norteamericanos le dieron el calificativo de Campeón de Lazo en el mundo, sorprendidos de la maestría y destreza con que floreaba y lazaba.

   Por su parte, María Alejandra Gómez Camacho nos permite entender ciertas características que rodeaban al propio Búfalo Bill como sigue:

La figura del cowboy, fue idealizada por su habilidad para controlar a los caballos salvajes, así como toda suerte de peripecias que se convirtieron en espectáculo gracias a la comercialización que de ellos hizo Búfalo Bill. Con su espectáculo del Oeste que llevó a varios lugares de México y del mundo, se concretó como símbolo masculino, con su contraparte femenino, la cowgirl.

   Búfalo Bill, quien apareció como héroe del “Salvaje Oeste” en las Dime Novels de fines de 1880, se convirtió en referencia fundamental del héroe del oeste ya que fue el modelo de la leyenda viviente, pues su “original” era un hombre llamado William F. Cody, quien aprovechó el encuentro con Edward Z. C. Judson, cuyo seudónimo de Ned Buntline firmó infinidad de historias de Buffalo Bill, a quien elevó a la altura de “cazador de búfalos, héroe invencible entre hidalgos arrogantes, bandidos y sacerdotes corruptos”.

   Pasados los años, Vicente regresó a nuestro país y continuó realizando labores en el campo. Parece ser que su experiencia lo convirtió en todo un maestro y así se mantuvo, hasta que le sorprende la muerte en 1923.

FUENTES DE CONSULTA

Claudia Serrano Bello: “Prototipo del caballo cuarto de milla de rienda para reproductor”. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, 2013. Tesis que para obtener el título de Médica Veterinaria Zootecnista presenta (…). 49 p. Ils., fots., grafcs., p. 28-9.

Clementina Díaz y de Ovando: Carlos VII. EL PRIMER BORBÓN EN MÉXICO. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1978. 138 p. Ils., p. 64.

María Alejandra Gómez Camacho: “A Spanish romance of the american southwest: Un rompecabezas alegórico”. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, División de Estudios de Posgrado, 2009. Tesis que para obtener el grado de Doctora en Historia del arte presenta (…). 352 p. Ils., fots., grabs., p. 292-3.

HISTORIA DE LA CIRUGÍA TAURINA EN MÉXICO.

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RECOMENDACIONES y LITERATURA.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 

Con motivo de la celebración del XXIII Congreso Internacional de Cirugía Taurina y las XXX Jornadas nacionales de cirugía taurina, a desarrollarse del 24 al 28 de octubre de 2018 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Y en particular en el Hospital Civil “Dr. Juan I. Menchaca”, habrá sinnúmero de actividades académicas, donde ponentes y asistentes compartirán distintos temas que aluden el caso peculiar de los percances que enfrentan todos aquellos que se desempeñan en el ámbito taurino.

Un evento previo “abrirá plaza” la noche del 24 de octubre, con la presentación del libro Historia de la cirugía taurina en México, cuyos autores son el Dr. Raúl Aragón López, médico cirujano ortopedista, y José Francisco Coello Ugalde, Maestro en Historia. Lo anterior se desarrollará en el Palacio del poder judicial del estado av. Hidalgo 190 en el centro de la ciudad a partir de las 20 horas.

Este volumen se convierte en un esfuerzo más en el que Fomento Cultural Tauromaquia HispanoamericanaFCTH– estimula la cultura taurina. La presente edición, cuidadosamente trabajada e ilustrada va de la mano con las actividades del Congreso y las Jornadas, pues tiene el referente de ser una obra que se publica a más de 40 años de distancia de otro libro. Me refiero a Traumatología taurina, dada a conocer en 1974, y cuyo autor fue el reconocido médico cirujano Xavier Campos Licastro (q.e.p.d.).

Con tal motivo, me gustaría compartir con los lectores la INTRODUCCIÓN de este volumen para que conozcan el alcance que los autores nos propusimos.

La medicina en todas sus expresiones, ha estado presente desde que el hombre, en sociedad se enfrentó a la necesidad de curar enfermedades que otros integrantes presentaban ya fuese por razones externas e internas, de edad o de todas aquellas circunstancias que las causaran. Vino con el tiempo el estudio, aplicación y especialización que incluían intervenciones quirúrgicas así como el uso de las más avanzadas tecnologías.

En ese sentido, la tauromaquia no ha escapado a dichas bondades, ya que todos sus integrantes o actores, han sido o son susceptibles de recibir diversos percances que han puesto en riesgo sus vidas. Determinadas muertes, cornadas y otras heridas, que generan la intervención de médicos, enfermeras y todos los servicios en torno a ello, así como las visiones reglamentarias o sanitarias que son obligatorias en estos casos, han permitido que esa comunidad se vea respaldada, garantizando así un servicio apropiado. Si bien todavía es posible observar fallas, o ausencia de tal circunstancia en algunos casos, la tendencia es lograr en forma por demás completa tal prioridad.

A continuación, los autores procuraremos mostrar un panorama sobre lo que fue y es, hasta hoy este capítulo, no siempre grato, pero del que se han aprendido lecciones importantes, por un lado. Y se ha creado todo un “mito” alrededor de tantos casos que han llegado a convertirse en auténticas leyendas, por otro. Valiéndonos de las fuentes que existen para el caso, se recogerán las noticias y los datos más pertinentes, con objeto de someterlas a su riguroso análisis, del que seguramente se obtendrán valiosas reflexiones, y sus consiguientes resultados. Por tal motivo, es que en el presente trabajo, se incluirán aquellos registros notoriamente documentados, con objeto de que sirvan –en buena medida-, como sustento a este propósito, quedando fuera todos aquellos que, por su circunstancia anecdótica, pero sin los datos que exige nuestra intención, no cumplan tal cometido. En su momento, las oportunas apreciaciones del Dr. Raúl Aragón López serán de enorme utilidad, sobre todo cuando se necesita una explicación eminentemente médica para conseguir, en este caso, la mejor visión de las cosas. A su vez, la parte histórica, estará a cargo de José Francisco Coello Ugalde, Maestro en Historia.

Este trabajo que ya se ve, tiene su fuerte carga de historia junto con el lenguaje así como el hacer y el quehacer médico, se realiza con el propósito de rendir homenaje a los galenos o cirujanos que dedicaron su vida, sus conocimientos y destrezas quirúrgicas a la atención de las heridas por cuerno de toro.

Por otro lado, queremos reconocer desde aquí al Hospital Juárez de México, como centro de atención médico-quirúrgica, fundamentalmente la destinada a los toreros heridos en la Plaza El Toreo de la Condesa, de la Ciudad de México. Allí estuvieron presentes un grupo de médicos notables que dedicaron su experiencia en lo particular, a la operación y curación de toreros. Entre otros, se encuentran los siguientes: Carlos Cuesta Baquero, Francisco de Paula Millán, José María Gama, Rosendo Amor Esparza, Tarquino R. González, José Rojo de la Vega y Javier Ibarra Montes de Oca. Conviene recordar que este Hospital se fundó el 16 de agosto de 1847 al librarse una orden para que “se ponga a disposición del Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad de México el local del Colegio de San Pablo, el que ha sido destinado para hospital”, siendo el General Manuel Lombardini, Jefe del Ejército de Oriente quien giró tal orden. Bajo ese propósito, se procedió a improvisar el hospital de sangre. Los claustros se convirtieron en enfermerías, “cerrándose con adobe los arcos de los corredores;” y mediante otra orden del general Lombardini, se usó parte de la madera de la plaza de toros[1] contigua al nominado colegio. Con vigas y puertas de las lumbreras se improvisaron las camas que sirvieron para atender a los heridos de la famosa batalla de Padierna, sostenida entre las fuerzas invasoras norteamericanas comandadas por el General Winfield Scott y las fuerzas nacionales mexicanas dirigidas por el General Gabriel Valencia. Se da como fecha de apertura del hospital el 20 de agosto de 1847, día que se reciben los primeros heridos.[2]

Del mismo modo, el agradecimiento se extiende al Sanatorio del Dr. Javier Ibarra Montes de Oca, ubicado en la calle de Salamanca, frente a la plaza de toros “El Toreo”; el Hospital “Francés” localizado en la colonia Doctores, al Sanatorio Ramón y Cajal, ubicado en la Col. del Valle, donde operaban doctores como Javier Rojo de la Vega, Tirso y José Cascajares. Al Sanatorio de los Toreros Santa María de Guadalupe, hoy Sanatorio Moisés Lira, ubicado en el cruce de las calles de Boston y Cincinnati, Col. Nochebuena, Alcaldía Benito Juárez. Este nosocomio fue inaugurado por el entonces secretario general de la Unión Mexicana de Matadores y Novilleros el matador Luis Castro “El Soldado” un 11 de junio de 1947. Recordamos la “Central Quirúrgica”, ubicada muy cerca de la célebre fuente de la “Cibeles” en la colonia Roma, donde operó el Dr. Xavier Campos Licastro. La “Clínica Londres”, donde intervino el Dr. Antonio Salcedo Coppola, al “Hospital ABC” y al “Hospital Ángeles Mocel”, donde realiza cirugías el Dr. Rafael Vázquez Bayod, y al “Sanatorio Durango”, donde trata quirúrgicamente las heridas por cuerno de toro, el Dr. Jorge Uribe Camacho…, así como todos aquellos espacios donde la humana presencia de médicos y enfermeras han salvado la vida de otros tantos protagonistas que, por circunstancias muy especiales, decidieron tomar el camino de la tauromaquia.

He aquí pues, un trabajo de novedosa temática y manufactura que concebimos bajo la idea de que se convierta en una valiosa aportación, debido a que se encuentra reunida en una sola obra tal cantidad de información que atiende casos tan particulares como los de percances y heridas, a saber: varetazos, puntazos y cornadas (cerradas y abiertas), curaciones, cirugías, etc. Labor que exigió un dedicado camino de investigación, así como de la interpretación científica que supone la lectura del médico o cirujano, aderezada con su respectivo tratamiento histórico. No olvidamos que se incluye una rica e importante selección iconográfica, la cual es un valioso ingrediente, por eso su abundante presencia.

Agradecemos el interesante trabajo que el Dr. Pedro Martínez Arteaga aporta a este propósito editorial y donde es posible, gracias al necesario equilibrio de fuerzas, comprender qué pasa con “La cinemática del trauma en las cornadas propinadas por el toro de lidia”.

Es importante advertir que esta obra considera las etapas del virreinato, siglo XIX, XX y XXI, con todos sus complementos tal cual se podrán conocer en el índice correspondiente. Destacamos los casos documentados, así como aquellos registros que fueron localizándose a lo largo de esta investigación. A lo anterior, debemos advertir la presencia de un Glosario que abarcan términos médicos y taurinos.

No quisiéramos terminar sin agradecer desde aquí la colaboración de Gastón Ramírez Cuevas, taurino si los hay, y cuyo “avío” consistió en la traducción de algunos textos originalmente escritos en francés, y que desvelan, al menos así podemos concluir, el primer caso de heridas por cuerno de toro cuya atención derivó en un informe que se remonta al año de 1864. Del mismo modo, nos sentimos afortunados en haber recibido el apoyo de Fomento Cultural Tauromaquia Hispanoamericana, a cuyo frente se encuentra D. Juan Pablo Corona Rivera. A Óskar Ruizesparza por todos sus comentarios, apreciaciones artísticas y mediación para publicar este libro. Al Dr. José Luis Martínez Rodríguez, anestesiólogo de la plaza de toros de “San Marcos” y la “Monumental”, en Aguascalientes. Finalmente, destacamos el apoyo del Dr. Pedro Martínez Arteaga, Médico Veterinario Zootecnista, quien ha manejado por muchos años una serie de técnicas que complementan, entre otros aspectos, la cinemática del trauma (binomio toro-torero).

Los autores

 Dr. Raúl Aragón López, y

Mtro. en H. José Francisco Coello Ugalde.


[1] Se refiere a la Real Plaza de toros de San Pablo, ubicada en el barrio del mismo nombre, situado en la manzana que ahora limitan las calles de San Pablo, Topacio, Jesús María y Fray Servando Teresa de Mier, en el centro de la ciudad de México. Funcionó por varias épocas entre los años de 1788 y hasta 1858, aproximadamente. Fue derribada en1861.

[2] Rómulo Velasco Ceballos: El hospital Juárez: antes hospital de San Pablo. Comp. y texto de (…). México, s.l.e., 1934. XV+150 p. Ils., p. 1-8.


LA PRIMERA FOTOGRAFÍA TAURINA EN MÉXICO. 1853.

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CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Fugaces y sorpresivos nos parecen hoy los avances tecnológicos cuya ocurrencia sigue causando revuelo, admiración, quizá no tanto como el de aquellos otros descubrimientos, en el que la fotografía se convierte no solo en punta de lanza. También en sustento que concita entre otras cosas, nuevos conceptos en el curso de la vida cotidiana, pues una de las primeras reacciones que provocó fue la de un enfrentamiento con el arte pictórico, donde sus genuinos creadores, además de ver en esto un atentado, se convirtió en amenaza que potenció la desaparición parcial de muchos pintores; pero no de los grandes artistas que ya vemos, dejaron lo mejor de su creación, incrementando el peso de la gran obra universal.

Pero con la fotografía sucede un fenómeno que cambia mentalidades, pues ante la primera impresión que produce admirar la naturaleza tal cual –aún y cuando fuera en blanco y negro-, o el verse retratados así mismos, aquellas sociedades decimonónicas aceptaron, hicieron suyo tan novedoso como cotidiano elemento que, al cabo de los años se incorporó a los medios informativos luego de formar parte de algo tan entrañable, porque aquellos primeros instrumentos fueron operados en estudios ad hoc, bajo una publicidad fascinante, como por ejemplo la que Emanuel von Friedrichsthal empleó en 1841 en estos términos:

M. F. tiene el honor de participar al respetable público de esta ciudad (Yucatán) que por medio de la célebre invención del Daguerrotipo, sacará retratos de medio cuerpo y cuerpo entero al moderado precio de 6 pesos los unos, y 8 pesos los otros. Abonándose por separado el cuadro que importará un peso. Las horas de trabajo serán de las 7 a las 9 de la mañana, y de las 4 a las 6 de la tarde. Los medios colores son los más propios para retratarse en esta máquina, y los Señores y Señoras que gusten, pueden evitar el amarillo, negro y blanco. Las flores no perjudicarán el dibujo, sino que saldrán con más perfección. Irá a casa de las Señoras que no quieran molestarse en salir siempre que reúnan tres o cuatro a la vez. (En Rosa Casanova-Olivier Debroise: Sobre la superficie bruñida de un espejo. Fotógrafos del siglo XIX. México, Fondo de Cultura Económica, 1989. 111 p. Ils, retrs., p. 24.

Incluso, no faltó quien lo hiciera con el toque sutil de unos versos, que proclamaban en Toluca, el trabajo de Daniel Alva, el retratista:

NUEVA FOTOGRAFÍA

 Daniel Alva el retratista,

El fotógrafo excelente,

Abrió un atelier decente

Y está la cámara lista

Para hacer reproducciones,

Ambrotipos y figuras

De hermosas o feas criaturas,

Por módicas condiciones.

-¡Oh, lectores! El cohetero

que os retratéis quisiera,

y hasta obtener, si pudiera,

vuestro retrato hechicero.

Véase EL COHETE. PERIÓDICO OMNISCIO, CHARLATÁN, BURLÓN Y QUE DIRÁ LA VERDAD AL PINTO DE LA PALOMA. T. II, Toluca, jueves 15 de enero de 1874, Nº 1.

La fotografía llegó a México desde 1839. Entre los personajes encargados en realizar las primeras vistas, encontramos a Frances Esquirne Inglis, escocesa de origen y mejor conocida como “madame” Calderón de la Barca, quien obtuvo imágenes donde destacan monumentos arqueológicos y edificios monumentales. Fue esposa de Ángel Calderón de la Barca, quien se convirtió en el primer ministro de España en México, luego de que el país europeo reconociera nuestra independencia, hecho que ocurrió en el curso de 1836.

Por lo tanto, ese proceso fotográfico también tuvo notoria importancia en el espectáculo taurino, pues si bien no se conoce imagen alguna tomada entre 1839 y 1850, sí contamos con una evidencia registrada en 1853.

Se trata del siguiente retrato:

La imagen se encuentra reproducida en la curiosa edición Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal, publicada en 1905, y cuyo autor es Carlos Cuesta Baquero. Lo interesante es que posee algunas carácterísticas técnicas, que sólo, a los ojos de especialistas será posible decodificarla. En ese sentido, agradezco el apoyo brindado por Georgina Gina Rodríguez y Carlos Córdoba, quienes me ayudaron a desentrañar un poco el misterio que posee el retrato, que según Roque Solares Tacubac, anagrama de Cuesta Baquero, corresponde al año 1853.

Me dice Gina: Lo que yo atino a ver no es un retrato fotográfico, es una imagen reproducida como fotograbado; pero más aún se trata de un retrato litográfico, reproducido en fotograbado.

Pienso esto por los nítidos detalles que se observan de los bordados del traje de luces; de haber sido un retrato fotográfico éstos no hubiera sido capturados con tanta fidelidad.

Hacia 1853 la técnica de impresión fotográfica predominante era en ambrotipo o en “papel salado”. En el primer caso, los retratos solían iluminarse pues nunca fueron tan nítidos y en una impresión sobre papel, las fibras del papel hubieran impedido que se vieran los detalles claramente.

Si el retrato original no hubiera sido una litografía, me inclinaría a pensar que entonces podría haber sido un daguerrotipo; sólo un daguerrotipo muy bien hecho (y para esos años esto hubiera sido posible), guardaría tal calidad de nitidez.

Por otro lado, Carlos Córdoba emitió su dictamen: Si desmontas el lado oscuro de un ambrotipo tienes una “placa negativa”, la que puedes imprimir por contacto o usarla de base para la pantalla de medio tono. Creo que ese fue el caso. Descartaría el daguerrotipo ya que usualmente se convertían en grabado mediante punzón. Me interrogaría sobre la aseveración de “1853”. Ya se sabe que los editores son tan propensos a mentir… de todos modos para 1905 es una traducción muy mala al medio tono. Ya existían por acá tecnologías para lograr mejor calidad (véase la que lograba la Revista Moderna de México desde 1890). Supongo que la forma en que Gaviño lleva el capote es resultado de una actitud muy particular entre los toreros. Una notoria presencia de la montera y la falsa sombra eran productos de algo que se concibe como un taller low-tech, de esos que imprimían los carteles taurinos en papel pobre. Habría que mirar el original para terminar de especular.

Pasados algunos años, surgió otra evidencia. Se trata de un retrato obtenido por Désiré Charnay en 1857, y que quien posa en el gabinete fotográfico es ni más ni menos que Magdaleno Vera, célebre picador de toros quien junto a Juan Corona y Serapio Henríquez eran los más célebres por aquel entonces. Vestido a la usanza del charro mexicano se colocó de pie, llevando en la mano izquierda la vara de detener, estando detrás de él una anquera, esa cubierta protectora que se colocaba en las ancas de los caballos, con lo que se evitaban momentáneamente percances peligrosos, y donde los hombres de vara larga demostraban sus capacidades y habilidades al mismo tiempo.

Esta es hasta ahora una de las primeras imágenes taurinas, maravilloso documento que Charnay reunió en Mis descubrimientos en México y en la América Central, información que se confirma luego de serias investigaciones realizadas por Arturo Aguilar Ochoa, quien afirma que, desde el jueves 8 de abril de 1858 se da a conocer en el Diario de avisos el Álbum Fotográfico Mexicano, realizado por Désiré Charnay y editado por Julio Michaud. El álbum está compuesto por veinticuatro fotografías impresas en papel salado, una de las cuales es la ya mencionada sobre nuestro personaje taurino.

Siete años más tarde contamos con otro registro, precisamente en la

 PLAZA DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de diciembre. El palco de SS. MM. estará adornado por una cortina de tela de galón de plata, trabajada como la de oro. Cuadrilla de Bernardo Gaviño (misma que será retratada por los fotógrafos Sres. Galini y Cía). Cinco toros de Atenco. (En Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. T. I., p. 170).

   Con la publicidad estilada en esa época, Galini y Cía (o Galina, ubicado en la calle del Sr. Refugio núm. 15 –hoy 16 de septiembre-) anunció que, en seguida de la partición de la plaza por parte de las cuadrillas, haría algunos retratos que, lamentablemente y luego de persistente búsqueda en diversas fuentes y archivos públicos y privados, no ha sido posible su localización.

Sin embargo, se convierte, eso sí, en uno más de los antecedentes de un género como el fotográfico cuyo vínculo con la tauromaquia, ha permitido entender cómo se dieron aquellas puestas en escena, cuyos telones de fondo conceden una visión más completa. De ese modo, podemos apreciar escenarios, públicos, etapas o suertes de la lidia, el ganado que se lidiaba y en qué condiciones (si para ello, las condiciones que apreciamos son las de su trapío o la del empleo de la técnica y arte de torear vigentes en cada una de las épocas visualizadas), no sin dejar de mencionar también, la diversas etapas evolutivas que fue adquiriendo el empleo de unos equipos que empezaron siendo demasiado voluminosos, lentos y que hoy, son bastante sofisticados, pequeños y de gran rapidez en sus resultados.

El recorrido de esta propuesta se acerca al conjunto de otras dos imágenes que se remontan a 1870, una que muestra el interior de la derruida plaza del “Paseo Nuevo” y otra donde aparece una cuadrilla de “gladiadores” o toreros michoacanos, con lo que existen suficientes razones para enriquecer mi trabajo: Fotografía taurina en México: 1853-2018. Un recorrido lleno de vistas llevándolo así por el sendero apropiado. Quizá la próxima presentación del libro Un domingo en la tarde y cuyo hacedor es Pablo Esparza, sea razón suficiente para continuar ese propósito.

 ATENCO Y DON MANUEL.

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DE FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Manuel Barbabosa Saldaña. A la derecha, fierro quemador y divisa de la hacienda de Atenco. Col. del autor.

   El nombre que da título a la presente colaboración es el que lleva un libro inédito, escrito por el Arq. Luis Barbabosa Olascoaga en 1988, hijo a su vez de don Manuel Barbabosa Saldaña, quien hace 60 años dejó este mundo.

El señor Don Manuel nació en la “Casa de los Pavos”, Carmen Nº 13, Toluca el 16 de octubre de 1879, mismo año en el que su padre, Rafael Barbabosa Arzate adquiere la célebre hacienda de Atenco.

La obra mecanuscrita y que por sí misma merece su transcripción y posterior publicación, es un bello homenaje que recrea diversas vivencias protagonizadas por quien fuera responsable de la famosa ganadería mexiquense, una de las más importantes en el valle de Toluca y cuya administración cubrió el periodo primero como “Sucesores de D. Rafael Barbabosa” de 1887 a 1945 y posteriormente de 1945 a 1958.

Es bueno recordar que la historia de este espacio comenzó desde 1526, cuando Hernán Cortés estableció ganados mayores y menores con objeto de fortalecer la crianza, reproducción y el crecimiento de aquellas especies, garantizando así continuidad en el sentido de vida cotidiana, tal cual la mantuvieron en España, antes de aquella aventura colonizadora. Mucho de esto funcionó también gracias al mismo propósito que puso en práctica Cristóbal Colón, a partir de su segundo viaje, siendo “La Española” (hoy Haití y Santo Domingo) el primer espacio americano aprovechado en dichas tareas que incluía no solo esta domesticación en particular, sino también la del cultivo y otros menesteres.

En 1528, y por conflictos que encaró el extremeño, este cede en encomienda aquellas tierras a su primo hermano el Lic. Juan Gutiérrez Altamirano, hecho ocurrido el 19 de noviembre de aquel año. Así que haciendo cuentas, Atenco llegará muy pronto a sus 490 años de existencia, y aunque ya es un espacio reducido a la expresión de un ex – ejido –con menos de 100 hectáreas-, aún es posible observar la presencia de cabezas de ganado, sobresaliendo de entre las mismas, ejemplares con todas las características del fenotipo predominante en la casta navarra.

Por cierto, conviene aclarar que la encomienda es una institución de origen castellano que pronto adquirió en las Indias caracteres peculiares que la hicieron diferenciarse plenamente de su precedente peninsular.

Por la encomienda, un grupo de familias de indios mayor o menor según los casos, con sus propios caciques quedaba sometido a la autoridad de un español encomendero. Se obligaba éste jurídicamente a proteger a los indios que así le habían sido encomendados y a cuidar de su instrucción religiosa con los auxilios del cura doctrinero. Adquiría el derecho de beneficiarse con los servicios personales de los indios para las distintas necesidades del trabajo y de exigir de los mismos el pago de diversas prestaciones económicas.

Vino después un largo periodo en el que la descendencia de Gutiérrez Altamirano detentó el control entre otras muchas propiedades de esta célebre unidad de producción agrícola y ganadera. Esto fue a partir de 1616, momento en que se consolida el linaje que como Condado Santiago Calimaya ostentó aquella familia, integrante de la élite más poderosa del virreinato. Tal circunstancia se extendió hasta 1879 cuando de la opulencia se pasó a la decadencia, de ahí que el Sr. Ignacio Cervantes Ayestarán pusiera en venta la propiedad de Atenco, misma que por diversas circunstancias se encontraba mermada por entonces. Rafael y Jesús María Barbabosa Arzate fueron los nuevos propietarios, cuando ya estos dos señores tenían como de su propiedad tanto Santín como San Diego de los Padres, otras dos haciendas que cobrarían importancia en el ámbito del espectáculo de los toros, entre mediados del siglo XIX y hasta las primeras cinco décadas del XX.

Atenco, que significa en nahuatl “cerca del río”, ha representado en lo personal un foco de atención que se convirtió en tema de investigación desde hace poco más de 30 años, tiempo en el que he acumulado una valiosa información, misma que servirá para integrar el que será un ambicioso trabajo y donde “Atenco y don Manuel” tiene lugar muy especial. Baste mencionar dos detalles al respecto. Uno tiene que ver con la tesis doctoral (tesis con deliberación pendiente de aprobación) que terminada en 2006 lleva el título: “Atenco: La ganadería de toros bravos más importante del siglo XIX. Esplendor y permanencia”, presentada ante la División de Estudios de Posgrado y el Colegio de Historia pertenecientes a la Facultad de Filosofía y Letras de la U.N.A.M. El otro asunto es que entre sus anexos se encuentra concentrada la información sobre los registros de todos los encierros de toros bravos lidiados entre 1815 y 1915. El resultado fue sorprendente. Para ello traigo hasta aquí las notas finales de aquella labor:

Al concluir este extenso trabajo, la sensación que queda al respecto, es la de considerar a la hacienda de Atenco como una de las unidades de producción, agrícolas y ganaderas más importantes en el curso del siglo XIX (junto con la deliberada extensión que el presente trabajo le da hasta 1915) en este país. Tal cantidad de encierros que corresponde al número de 1172 deja claro el nivel de importancia, pero sobre todo de capacidad en cuanto al hecho de que, al margen de los tiempos que corrieron, y de las diversas circunstancias que se desarrollaron a lo largo de esa centuria, sea porque se hayan presentado tiempos favorables o desfavorables; ese espacio fue capaz de enfrentar condiciones previstas o imprevistas también.

No puedo dejar de mencionar que entre lo mucho escrito en este valioso trabajo, se encuentra una sencilla semblanza de la familia Barbabosa, forjadora de la entrañable hacienda atenqueña, donde destacan otros tantos personajes, los que integraron una comunidad trabajadora, y las anécdotas sabrosísimas que aparecen constantemente, o los pasajes que constituyeron el día a día al interior de aquella casa ganadera. No falta la explicación del apartado y arreo, el enchiqueramiento, la tienta, el herradero y finalmente la preparación de una corrida para su envío a las plazas así como el desembarque. Inevitable fue no escribir sobre Ponciano Díaz y sobre las fiestas y mojigangas con que celebraban a los patronos del lugar. Me refiero, tanto el día del Sagrado Corazón de Jesús así como el que dedicaban a la Purísima Concepción.

Por tanto, y aquí concluyo, es bueno destacar lo significativo del asunto. No estamos ante una casualidad. En todo caso, Atenco se convirtió en una realidad y con el recuento logrado de manera puntual y a detalle, queda más que comprobada su hegemonía y trascendencia que hoy, a poco más de cien años vista, se reconoce en su auténtica dimensión.

Recuperando el hilo de la conversación, y del que don Manuel Barbabosa Saldaña es su fundamento, solo me queda evocarlo como un personaje que como todo ser humano tuvo claroscuros en su vida, que por otro lado dedicó y entregó a la crianza de toros bravos, dejando en todo lo alto y por muchas ocasiones los colores de la divisa azul y blanco.

Espero que con un motivo como este, represente otra razón más para entender que la fiesta de los toros se metió en la entraña de nuestro pueblo. Que ocurrió un proceso bélico, efectivamente. Y ya concluido, ambas sociedades, la europea y la americana se amalgamaron en ese valioso mestizaje del que seguimos permeados. Ello ha de servir como elemento justificador para que los contrarios sepan que el pasado nos constituye y que gracias a ese complejo principio, el espectáculo de los toros representa un profundo arraigo asociado a diversos mecanismos festivos, pero sobre todo a una compleja infraestructura de la que se valen muchas personas para el diario sustento; así como al hecho de que respetando el principio de organización en una ganadería, se magnifica la justificación con la que muchos criadores dedican día a día todo su empeño en la crianza de una especie excepcional: el toro bravo.

DIEGO y PONCIANO: DOS GRANDES EJECUCIONES PARA UNA GRAN SUERTE.

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CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO y OTRAS NOTAS DE NUESTROS DÍAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Composición y motaje del autor de esta colaboración. A la izquierda: disponible en internet noviembre 13, 2018 en: https://www.yucatan.com.mx/deportes/imperfeccion-perfecta y a la derecha: imagen proveniente de la colección digital del autor.

Ahora que Diego Ventura conmocionó a la afición capitalina, este domingo 11 de noviembre, entre otras razones, fue porque realizó una suerte poco común, muy oportuna y afortunada si las condiciones así lo permiten… y lo permitió –no podía ser de otra forma-, ese inimitable desempeño de “Fantasma”, toro de curiosa y hermosa pinta, albahío, que pertenece a la poco conocida ganadería que lleva el nombre de su responsable: Enrique Fraga. Pero además un toro que demostró a lo largo de toda la lidia, que no fue poca cosa, un galope continuo, una casta, una bravura que pocas veces se observa en el rejoneo, lo cual, es otro motivo más en medio de aquella irrupción de la que es ahora esa nueva puesta en escena que han logrado un conjunto sólido de señores de a caballo. Y me refiero, en orden de antigüedad y escala de importancia a: Joao Moura, Pablo Hermoso de Mendoza, Andy Cartagena y este señor de la Puebla del Río que se llama Diego Ventura, quien ha venido a nuestro país para imponer (condiciones en eso de elegir el ganado) e imponerse.

Pues bien, llegó el momento aquel en el cual Ventura quitó de la cabeza y cuello de “Dólar” la cabezada, anticipo a la ejecución de una suerte que levantó ámpula en los tendidos. Aquella figura evocadora del centauro, fue de las tablas hacia los medios y en el momento apropiado, dejó un par a dos manos. El solo control del caballo fueron esas piernas asidas al cuerpo del equino, el cual, como todo buen caballo adiestrado para este tipo de suertes, permitió que salieran airosos del encuentro. Aquello detonó en fortísima ovación dedicada al caballero en plaza por parte de un público no solo entusiasta. Sino aquel que no salía de su asombro ante aquella perfecta ejecución.

Lo demás se sabe ya pues el efecto de todo lo realizado generó un impacto mediático sin precedentes.

De acuerdo a ciertos testimonios que provienen del pasado, se podría asegurar que dicha suerte no es hechura ni creación del caballero hispano. En todo caso, y como forma de demostrar lo que acabo de apuntar, me remito a una hermosa cromolitografía, obra del artista que se firmaba como P. P. García, colaborador permanente en la revista de toros conocida como La Muleta, misma que circuló entre 1887 y 1889 en nuestro país. Tal publicación tuvo como su único director a otro gran personaje: Eduardo Noriega “Trespicos”.

El testimonio que he de mencionar, apareció en el número 4, de su año I, con fecha 25 de septiembre de 1887, en páginas centrales.

En tal imagen se observa ni más ni menos que a Ponciano Díaz, colocando un par de banderillas a dos manos, a pelo (es decir sin la silla de montar); sin la cabezada que habría podido llevar el caballo y además con el curioso detalle de que las riendas aparecen anudadas a las crines.

¡Toda una hazaña!, si se toma en cuenta lo que significan una serie de movimientos a la hora del encuentro y donde las piernas, deben haberse convertido en auténticas tenazas para salir librado de aquella riesgosa demostración.

En descargo de Ponciano, habría que apuntar el hecho de una colocación un tanto cuanto defectuosa, pues las banderillas quedaron desiguales y delanteras. Lo que sí es un hecho es que el de Atenco realizó la suerte innumerables ocasiones, pues era un torero consumado a caballo, que, con frecuencia y en cuanta plaza actuara, también se lucía realizando el toreo de a pie.

Esa fue una virtud que elevó a cotas inimaginables la popularidad del diestro, quien causó auténtico furor entre sus seguidores, que fueron legión. Y justo ese año de 1887 así como el siguiente, Díaz era ya ídolo de las multitudes, al grado de que, por sus iniciales, era fácil confundirlo con las de Porfirio Díaz, entonces presidente de la república.

Existe una curiosa anécdota que retrata ese detalle con fidelidad.

En los días de mayor auge del lidiador aborigen, el sabio doctor don Porfirio Parra decía a Luis G. Urbina, el poeta, entonces mozo, que se asomaba al balcón de la poesía con un opusculito de “Versos” que le prologaba Justo Sierra:

-Convéncete, hay en México dos Porfirios extraordinarios: el Presidente y yo. Al presidente le hacen más caso que a mí. Es natural. Pero tengo mi desquite. Y es que también hay dos estupendos DíazPonciano y don Porfirio-: nuestro pueblo aplaude, admira más a Ponciano que a don Porfirio.[1]

Y aquí una curiosa interpretación:

En aquellos felices tiempos, comenta Manuel Leal, con esa socarronería monástica que le conocemos, había tres cosas indiscutibles: La Virgen de Guadalupe, Ponciano Díaz y los curados de Apam…[2]

   Su figura fue colocada en todos los sitios, aun en bufetes, oficinas de negocios, consultorios de médicos; en fotografías, o en litografías en colores y a una sola tinta, publicados en periódicos mexicanos o españoles como LA MULETA, EL MONOSABIO, LA LIDIA, EL TOREO CÓMICO que ilustró sus páginas -este último- con un retrato del torero mexicano del mismo tamaño que los que había publicado de “Lagartijo”, “Frascuelo”, “El Gallo”, Mazzantini y “Guerrita”.[3]

En la calle se le tributaban verdaderas ovaciones, lo mismo en Plateros que en El Hospicio que en La Acordada; al pie de la estatua de Carlos IV que al pasar junto a la tabaquería llamada “La Lidia”, lugar de reunión de los toreros españoles, que recibían sendas rechiflas.

Realmente, esos eran los grados de ilusión obsesiva adoptada por el pueblo, vertiente de una sociedad limitada a una superficialidad y a un todo que no les es negado, pero que asimilan de muy distinta manera, a como lo hacen esas otras vertientes intelectuales y burguesas; o simplemente ilustradas.

La “sanción de la idolatría”, a más de entenderse como aplauso, como anuencia, como beneplácito; es también castigo, pena o condena. Y es que, del sentir popular tan entregado en su primera época, que va de 1876 a 1889 se torna todo en paulatino declive a partir de 1890 y hasta su fin, nueve años después.

Fruto de la idolatría, que, como ya vemos, es basta en ejemplos, como el modismo aplicado cuando se saludaban los amigos en la calle, alguno de ellos expresaba:

¡Ni que fuera usted Ponciano!…

A la epidemia de gripe de 1888, se le llamó “el abrazo de Ponciano”.

Don Quintín Gutiérrez socio de Ponciano Díaz y abarrotero importante, distribuye una manzanilla importada de España con la “viñeta Ponciano Díaz”.

En las posadas, fiesta tradicional que acompaña al festejo mayor de la navidad, al rezar la letanía contestaban irreverentemente en coro: “¡Ahora, Ponciano!” sustituyendo con la taurómaca exclamación al religioso: “Ora pro nobis”

   José María González Pavón (a la sazón dueño de la antigua Tepeyahualco. N. del A.) y el Gral. Miguel Negrete le obsequian al diestro mexicano los caballos “El Avión” y “El General” y fue el propio Ponciano quien se encargó de entrenarlos.

La misma poesía popular se dedica a exaltarlo, al grado mismo de ponerlo por encima de los toreros españoles.

Yo no quiero a Mazzantini

ni tampoco a “Cuatro Dedos”,

al que quiero es a Ponciano

que es el padre de los toreros

¡Maten al toro! ¡Maten al toro!

   El “padre de los toreros”, cómo no lo iba a ser si en él se fijaban todos los ojos con admiración.

Su vida artística o popular se vio matizada de las más diversas formas. Le cantó la lírica popular, lo retrataron con su admirable estilo artístico Manilla y Posada en los cientos de grabados que salieron, sobre todo del taller de Vanegas Arroyo, circulando por las calles de aquel México y de aquella provincia.

En fin, grato motivo de lo ocurrido apenas nada, para evocar con una semejanza que podría rayar en exactitud lo cual nos es dado gracias al hecho de haber podido encontrar dos imágenes –con apenas una diferencia de 131 años-, a una suerte donde se exaltó a Ponciano y ocurriría sin duda alguna con el mismísimo Ventura:

Era un charro, lo hubierois conocido!…

Era un charro, lo hubierois conocido!…

Costábale mil pesos el vestido

al deslumbrante modo mexicano,

dos mil quinientos pesos la montura

y como mil tostones de factura

los galones de plata del jarano…


[1] Armando de María y Campos: Ponciano el torero con bigotes. México, ediciones Xóchitl, 1943 (Vidas mexicanas, 7). fots., facs., p. 162-3.

[2] Manuel Horta: Ponciano Díaz silueta de un torero de ayer. México, Imp. Aldina. ils., p. 153.

[3] María y Campos: op. cit., p. 176-7.

EN BÚSQUEDA DE MÁS CONOCIMIENTO SOBRE LA TAUROMAQUIA.

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RECOMENDACIONES y LITERATURA.

 POR: José Francisco Coello Ugalde.

En la imagen, entre otros, Gregorio García, que sostiene la padihuela con que entrenaba en Monterrey allá por 1934. Col. del autor.

Partiendo de todo el conocimiento acumulado que la tauromaquia posee hasta hoy día, es necesario acercarnos a otros horizontes permitiendo con ello nuevas luces, posibilitando así entenderla de mejor manera. Esto es, se requiere de esa indispensable actualización la cual no es concedida por mentes lúcidas, cuyo enfoque es la reflexión.

En ese sentido, Santiago Rial Ungaro en su libro Guy Debord y el backstage de la sociedad del espectáculo, ed. Campo de ideas, España, 2009 menciona:

Y sin duda nuestro tiempo… prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser. Lo que es sagrado para él no es sino la ilusión, así, lo que es profano es la verdad. Mejor dicho: lo sagrado se engrandece ante sus ojos a medida que disminuye la verdad y crece la ilusión, al punto que la mayor ilusión es también para él lo más sagrado.

Esta cita, recogida a su vez en una reciente tesis doctoral, la de Alejandro Gracida Rodríguez, quien abordó el tema “El periodismo cinematográfico y los modelos de consumo y ciudadanía: el caso de la Revista Fílmica Cine Mundial, 1955-1973”, viene en buen momento pues entendemos que Rial Ungaro parece decirnos que en realidad sucede una especie de trasvase o escamoteo, donde las realidades se han alterado de acuerdo a nuevos comportamientos en la cultura de masas.

Bastaría un ejemplo contundente: la sociedad actual que, en una buena mayoría, lleva en mano el teléfono celular o móvil es, en principio uno de los puntos en los que esta herramienta que cohesiona, unifica, acerca e incluso puede ser fuente de otros comportamientos, usos –permitidos o no-; pero el hecho es que esa realidad constituye un cambio radical de comportamientos a los que todos los usuarios, aunque no necesariamente, nos vemos sujetos en utilizar.

Claro, esto representa un triunfo más de los hábitos de consumo impuestos por la modernidad y a lo que se ve, no podemos sustraernos, salvo que existan diversas razones para negarse a sus “bondades” o “beneficios”.

El teléfono dispone de medios para lectura, también para comunicación escrita. Y los hábitos para leer evidentemente no son los mismos que cuando se dispone del libro (a menos que se diga y asegure lo contrario). También permite el uso de mensajes que en determinado número de caracteres debe estar cifrado, incluso abreviado con lo que el bagaje, ese amplio bagaje del que disponen las lenguas, se ve mermado en comunicaciones que hoy entienden de mejor manera las juventudes.

Acudo al ejemplo anterior pues es una forma en que la modernidad, o postmodernidad, ese neoliberalismo apabullante que han ejercido fuertes cambios de comportamiento y que parece favorecer a una nueva expresión de jóvenes concentrados en el término millenials, de pronto se han posicionado en la escena de la vida con todas sus expresiones, lo cual es de agradecer pues han llegado en medio de un alarde de la natural y juvenil soberbia a “comerse este mundo”.

Lo anterior, nos recuerda esa grata interpretación, la que Mercedes Sosa hace de aquella canción emblemática escrita por Violeta Parra: “Que vivan los estudiantes”:

Que vivan los estudiantes
Jardín de nuestra alegría
Son aves que no se asustan
De animal ni policía
Y no le asustan las balas
Ni el ladrar de la jauría
Caramba y zamba la cosa
¡Qué viva la astronomía!

 

Me gustan los estudiantes
Que rugen como los vientos
Cuando les meten al oído
Sotanas y regimientos
Pajarillos libertarios

Igual que los elementos
Caramba y zamba la cosa
Qué viva lo experimento

 

Me gustan los estudiantes
Porque levantan el pecho
Cuando les dicen harina
Sabiéndose que es afrecho
Y no hacen el sordomudo
Cuando se presente el hecho
Caramba y zamba la cosa
¡El código del derecho!

 

Me gustan los estudiantes
Porque son la levadura
Del pan que saldrá del horno
Con toda su sabrosura
Para la boca del pobre
Que come con amargura
Caramba y zamba la cosa
¡Viva la literatura!

 

Me gustan los estudiantes
Que marchan sobre las ruinas
Con las banderas en alto
Pa? toda la estudiantina
Son químicos y doctores
Cirujanos y dentistas
Caramba y zamba la cosa
¡Vivan los especialistas!

 

Me gustan los estudiantes
Que con muy clara elocuencia
A la bolsa negra sacra
Le bajó las indulgencias
Porque, hasta cuándo nos dura
Señores, la penitencia
Caramba y zamba la cosa
Qué viva toda la ciencia!

Caramba y zamba la cosa
¡Qué viva toda la ciencia!

Sin embargo, hemos ido notando su poco interés a aspectos que, como la tauromaquia significaría por parte suya, una posibilidad para garantizarle permanencia a este espectáculo. Su visión más bien de frente, hacia el futuro, no les alcanza por ahora entender que también hubo un pasado, y que el pasado nos constituye, como lo afirmó cual contundente sentencia, el célebre historiador Edmundo O´Gorman.

Por lo tanto, partimos del hecho en el que también influidos por esas corrientes antitaurinas prefieren descorrer un velo de indiferencia y no otra cosa. Lo anterior es precisamente ese punto crítico, el que mueve las presentes notas, el cual se cimenta en la afirmación por medio de la cual se exponga en qué medida la fiesta taurina posee una grandeza especial, cuyas dimensiones son el resultado de un largo andar, incluso de milenios hasta llegar a ser lo que es hoy día: una representación que reúne la summa de todo ese compendio donde han participado ese cruce de culturas, la incorporación de expresiones que lindan con lo ritual, normativa, perfección en las técnicas y una acabada estética que son componentes de la puesta en escena que suele celebrarse como una ceremonia muy especial cuando es anunciada una tarde de toros, sin más.

Los últimos acontecimientos donde la afición ya no acude a las plazas hasta llenarlas, la elevación de costos en renovación de los derechos de apartado y entradas, un descuido sistemático en lo que representa la organización por parte de las empresas (no todas, no generalizo), cuando se desentienden de aspectos vitales, elementales para el buen desarrollo del espectáculo y parecen privilegiar no al espectáculo sino al comercio hasta llevar a instalar cantinas dentro del coso. Su absoluta indiferencia por la CULTURA, así con mayúsculas hace que todo esto se venga a la deriva.

Algún día, el antropólogo francés François Zumbiehl me llegó a compartir la idea de que la tauromaquia va a morir, como todo ente orgánico que nace, se desarrolla y muere. Lo que yo agregaría es el hecho de que no forcemos esa muerte, ni con tanques de oxígeno, eutanasia, ni con paliativos. Mucho menos con esos intentos desmedidos por creer que su permanencia está garantizada para la eternidad.

Sin embargo, somos conscientes de que esto no marcha del todo bien. No es casual que viejos aficionados se vayan con la desilusión a cuestas, ni de que las plazas sean escenarios desolados. O de que lleguen nuevas generaciones. Incluso de que el espectáculo sea considerado para personas mayores. Tampoco de que no haya surgido en estos últimos 20 o 25 años una figura, un “mandón” y que en muchas de nuestras conversaciones como taurinos, siempre aparezcan las figuras de Gaona, “Armillita”, Silverio, Garza o “El Soldado”, como si los hubiésemos visto torear recientemente. Tal es la fuerza del imaginario colectivo que conserva viva esa memoria… pero no la más reciente.

¿Qué no cuenta el éxito de Ventura, por ejemplo?

Desde luego que sí, pero si a eso hay que decir –en descargo de lo mismo-, que apenas ocho días después, se pudo apreciar una plaza con más claros en el tendido que de aficionados, y un ganado que no mereció la nota fuerte de la prensa. Y es que algo está pasando en la cabaña brava mexicana –no en toda, reitero-, pues la media es la de “toros” que no transmiten esa condición de peligro por ninguna parte, y luego la actitud de muchos matadores o novilleros que parecen no decirnos nada ante una repetición de faenas ad nauseam, cortadas con la misma tijera y que terminan por no emocionar o cautivar.

Pues todo lo anterior, aunque no lo crean, son factores que están llevándonos a pensar seriamente en que la decadencia del espectáculo es un hecho. Ya lo apuntaba hace dos días nuestro colega Horacio Reiba en su profunda reflexión.[1] Los tiempos y sus circunstancias nos están obligando a redoblar esfuerzos, uno de los cuales es ese sustento, el legítimo y claro sustento de las ideas en la que todos los aficionados deberíamos comulgar sin duda alguna, pero sin caer en lugares comunes. Esos donde no habiendo más, se suele acudir al sobadísimo recurso de la “fiesta de oro, seda, sol…moscas” porque no hay más argumento.

Un espectáculo tan bello, tan efímero, tan valiente, tan torero como es el taurino no merece estos escamoteos, como nos lo dijo y advirtió desde un principio Santiago Rial Ungaro pues entonces, si lo aceptamos como hoy sucede, estamos condenados a seguir siendo receptores de una verdad a medias.

La tesis que ha servido para nutrir la presente colaboración, es un valioso documento que el colega y nuevo doctor en Historia Moderna y Contemporánea Alejandro Gracida Rodríguez, que defendió en el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora apenas el mes pasado, contiene elementos que permiten entender la forma en cómo, entre otras cosas, el estado manejó diversas condiciones para encauzar diversos estratos sociales por donde mejor convenía. Y la forma más apropiada de hacerlo fue a través de ese largo ciclo de reportajes cinematográficos que por otro lado, ostentan una valiosa información sobre el desarrollo en este país, por lo menos entre 1955 y hasta 1973.


[1] Horacio Reiba: Tauromaquia: A caballo entre dos épocas. Disponible en internet noviembre 20, 2018 en:

http://altoromexico.com/index.php?acc=noticiad&id=33183

UNA FIRMA INVITADA: MAURICIO ROMERO, IMPECABLE e IMPLACABLE.

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EDITORIAL

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Conozco a Mauricio Romero desde hace algunos años.

Desde entonces, siempre ha externado un principio del que está absolutamente convencido: la libertad de expresión, esa independencia que nos concede el uso de los medios de comunicación que pueden ir de un uso debido de la escritura o la voz en alianza con unos principios éticos inconfundibles. Poco a poco coincidimos en mucho de lo que él planteaba.

Así, afirmamos nuestra amistad.

Esta imagen, un apunte casi surrealista, hace que Mauricio Romero también se identifique en redes sociales, por ejemplo.

   Como debe saberse en estos casos, Mauricio Romero es periodista de investigación egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Autor del Manual de Normas Grafemáticas, Éticas y de Redacción para Medios Taurinos Mexicanos. Con formación y experiencia en radio, pero especializado en crónica y reportaje en medios escritos, su trabajo ha develado el fraude permanente en la Monumental Plaza de Toros México.

Cada vez que sabía algo de él es porque publicaba alguna colaboración suya en CONTRALÍNEA, revista de análisis que, junto a PROCESO se han posicionado como las más críticas en la prensa mexicana en los últimos años. Su ejercicio, el de un futuro periodista o comunicador honesto es o ha sido ventilar tal o cual asunto donde cierta comunidad analizada responde de acuerdo a lo que para él es su centro de atención. Va al fondo de las cosas y resuelto el asunto, sale airoso del entuerto.

No conforme, y como estudiante en la carrera de Ciencias de la Comunicación, esto en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México, propuso desarrollar un “Manual de normas grafemáticas, éticas y de redacción para medios taurinos mexicanos”. Lo anterior, quedó materializado en la brillante tesis que defendió al punto de ser aprobado en su examen profesional mismo que presentó en febrero de 2018.

El nuevo Licenciado en Comunicación no ceja en sus propósitos. Así que, en cierta ocasión, nos propusimos estudiar el desarrollo del periodismo taurino en México con objeto de convertir ese empeño en un libro. Cada uno tiene una tarea concreta por desarrollar. En lo que a un servidor concierne, toca indagar los siglos virreinales (con toda esa carga de información concentrada por ejemplo en las “relaciones de sucesos” así como de las primeras evidencias periodísticas recogidas en publicaciones como la Gaceta de México, publicada entre 1722 y 1742). También debo ocuparme de todo lo acontecido durante el siglo XIX y los primeros años del XX. El resto del trabajo y hasta nuestros días, lo abordará Mauricio, lo que no es cosa menor.

A iniciativa suya, realizó recientemente un trabajo que pretende recoger la opinión de algunos de los personajes que participan en transmisiones por diversos medios de comunicación masiva o la prensa escrita, estableciendo para ello una sola pregunta: A partir tanto de su conocimiento taurino como de su trabajo periodístico, pregunto concretamente: ¿considera que la integridad de las corridas que se dan en la plaza “México”, en cuanto a la edad y sus cornamentas, está garantizada?

El resultado que arrojó ese ejercicio, deseo ponerlo a la consideración de los lectores que se acercan a este blog, con objeto de que, en calidad de “autor invitado”, conozcan el balance de ese sondeo.

I

¿Integridad en la Plaza México?; qué responden los periodistas que la cubren.

Mauricio Romero

La palabra integridad no suele ser pronunciada por los periodistas de la Plaza México. En sus crónicas y comentarios rehúyen hablar sobre edad y manipulación de pitones. Por lo anterior, se buscó a un grupo de ellos para preguntarles expresamente lo siguiente:

A partir tanto de su conocimiento taurino como de su trabajo periodístico: ¿considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

Los encuestados fueron Guillermo Leal, Jaime Oaxaca, Juan Antonio Hernández, Rafael Cué, Juan Antonio de Labra, Carlos Eduardo Arévalo, Leonardo Páez, Bardo de la Taurina, Alfredo Flórez y Carlos Flores.

Por sus respuestas, pueden ser divididos en dos bloques: los rotundos, que no dudan al afirmar en uno u otro sentido, y los desarrolladores, que entre un berenjenal de oraciones matizan su contestación. Pero a usted le corresponde catalogarlos en el sitio que les corresponde.

Sin más, que expongan ellos mismos:

 Guillermo Leal, Televisa [Utdn, narración de las corridas en vivo; y W Radio] y diarios Reforma y ABC de España:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–Siií. Ahí hay autoridades que se encargan de ello, ¿no?

–Entonces, ¿le asegura al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Pues eso es lo que marca el reglamento y eso es lo que dicta los festejos taurinos, o sea lo que rige el festejo taurino en la Plaza de Toros México, ¿no? Yo no puedo asegurarle porque yo no soy quien compro los astados ni mucho menos, ¿no?

 –Le pregunto, más allá de reglamento, a partir de su experiencia, de su vasta experiencia en el mundo taurino y de su trabajo periodístico.

–Sí. Yo… yo en la Plaza México, desde hace muchos años no ha habido ninguna situación anómala en cuanto a la edad de los toros y a la integridad de las astas. Eso, reitero, son las autoridades las que tienen la obligación de velar por esos intereses.

Jaime Oaxaca, opinionytoros.com:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–No, Mauricio. Por supuesto que no. Por supuesto que no. Yo creo que la autoridad en la Plaza de Toros México es la empresa, desde hace mucho, y esto lo manejan a su conveniencia. Por supuesto que no. Estoy con… no la certeza, porque sería muy petulante de mi parte, pero sí con la sospecha de que ni se cumple con la edad ni se cumple con la integridad de los cuernos.

–Entonces, ¿no es posible asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–No. No lo es. Además, me parece que el reglamento habla de que el examen post mórtem se hará a petición del juez de plaza y que lo hará el veterinario. Pero el doctor [Javier] García de la Peña pues es prácticamente un empleado de la empresa y, por otro lado, los jueces [presidentes] tienen prohibido solicitar este examen. Prohibido por la empresa, que es quien realmente tiene la autoridad. Y no existe el laboratorio ya en la Plaza de Toros México. Así es que el examen que se hace es dental y es lo único que hay. Y en cuanto a la integridad, pues yo creo que al puro tacto. Entonces no hay exámenes, y si los hay pues todos dirán que todo está perfectamente todo en regla. Pero, desde mi punto de vista, como aficionado, me parece que no cumplen con eso, Mauricio.

Juan Antonio Hernández, Tv Azteca [México Bravo] y RTVE [Tendido Cero]:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–Yo creo que no. Ha faltado un poquito de rigor en cuanto a las autoridades. Pero finalmente aunque se tengan los estudios de los veterinarios, que nunca dan a conocer públicamente a través de los medios de comunicación los estudios, pues la gente tiene la última palabra y cuando se tienen que quejar los aficionados en contra de una corrida, lo hacen y los toros se rechazan.

–Entonces por estos estudios hechos por los veterinarios, y en su opinión a partir de lo que ha conocido como periodista en su vasta experiencia, ¿le asegura al aficionado que compra un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Sí. O sea, le digo que considero que finalmente esta cuestión es un tanto de apreciación y  el público ha sabido protestar, incluso con mayor rigor temporada tras temporada sobre la presencia de los toros sin necesidad que tenga el estudio del cuerpo de veterinarios oficial de la Plaza México que representa a la autoridad, a la delegación Benito Juárez, los tenga que conocer. Sino cuando el público no le parece y considera que un toro no tiene trapío necesario, se manifiesta hasta provocar que sean devueltos.

Rafael Cué, Televisa [Utdn, narración en vivo de las corridas], Canal Once [Toros Sol y sombra] y El Financiero:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–… [10 segundos de silencio].

–Aló…

–Sí, sí. Estoy pensando cómo contesto para no echarme un rollazo. Déjame pensarlo… Pues está garantizada por parte de la empresa. La autorizad quizá debería de volver a instalar un laboratorio post mórtem. Pero eso depende cien por ciento de las autoridades.

–Le pregunto a partir de su vasta experiencia. De lo que conoce dentro del mundo del toro. Entonces, ¿puede asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–No está en mi postura poderlo garantizar porque muchas veces la edad se… tiene que garantizar con un examen post mórtem. A simple vista, yo no puedo garantizar eso.

–Con los elementos que cuentan, o no, tanto la empresa como las autoridades, ¿qué le puede decir al público?

–No. A ver: no entiendo el objetivo de la pregunta.

–Como le pregunté, Rafael. A partir de lo que usted conoce, ¿existe esta garantía, en cuanto a la edad sobre todo?

–La edad, ya te digo: los únicos que pueden garantizar la edad son los veterinarios, y los ganaderos; existe un registro en la asociación de ganaderos. Todos los toros lidiados en La México están registrados en la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia. Está registrada su nacencia, allí es donde se garantiza. Las autoridades no aprueban ningún toro que no haya sido previamente registrado. Esa es la mayor garantía.

Juan Antonio de Labra, Televisa [W Radio, narración en vivo de las corridas] y dueño de altoroméxico.com:

–Mmm. No, discúlpeme. Yo prefiero contestarle a un medio profesional. Gracias. [Tal no respuesta espetó un día antes de fungir como anunciador de los carteles de la empresa que regentea la Plaza México.]

Carlos Eduardo Arévalo, El Economista:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–La verdad es que sí… en parte. Esto es porque se dicen muchas cosas en los mentideros taurinos, pero generalmente y de acuerdo al reglamento taurino en el antes Distrito federal, y ahora Ciudad de México, se establece que las cornamentas de los astados deben ir íntegras en su totalidad y que para novilladas deben ser tres años cumplidos y para corridas de toros cuatro años cumplidos en plazas de primera categoría, para los novillos el peso debe ser 350 kilos y para los toros 450 kilos. Con la edad reglamentaria, que es tres años para los novillos y cuatro años para toros. Debe estar garantizada, también de acuerdo a reglamento, con el examen post mórtem que debe hacer el médico veterinario que nombra la delegación [alcaldía]correspondiente, que en el caso de la Plaza México es [la] Benito Juárez, para estos efectos.

–Debe estar garantizada de acuerdo con la ley. Pero le pregunto a partir de su conocimiento y experiencia periodística: ¿puede asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Pues yo pienso que sí. Yo no he sabido hasta el día de hoy, no he sabido que haya cornamentas manipuladas o que los toros no cumplan la edad.

Leonardo Páez, La Jornada:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–No está garantizada porque no se llevan a cabo exámenes post mórtem por decisión unilateral de la empresa y connivencia ancestral de la delegación, alcaldía ahora, Benito Juárez.

–Entonces, ¿no se le puede asegurar al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Nooo. De ninguna manera. ¿Pero sabes por qué, Mauricio? Porque hay un desinterés sereno. Ya ni siquiera hay información de qué es un toro y qué es una burra preñada. No. Hay un desinterés: la cultura taurina ha devenido en un ver-torear-bonito lo que sea, o casi lo que sea. Entonces, los toros salen jóvenes, salen mochos de sus astas… sobre todo [para] los figurines, que pueden imponer condiciones, y la leña, el ganado duro, con edad, con trapío y yo no sé incluso si con sus astas íntegras para muchachos que tienen dos o cuatro corridas en el año.

 Bardo de la Taurina, La Prensa:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–No creo que nadie que no estemos con todos los elementos pudiéramos garantizar o dar una opinión, y menos gente desde el tendido por una situación muy sencilla y a la vez cierra todo: para mí, la única forma de que se puede comprobar edad, es con los registros de nacencia, y la palabra integridad, lo otro, solamente creo que la puede dar el análisis post mórtem, que es el único que puede decir fidedignamente si sí o si no, lo apreciativo, es meramente eso: apreciativo.

–Le pregunto a partir de su experiencia, lo que conoce, lo que ha visto, de lo que se ha enterado en los años que lleva cubriendo las temporadas grandes. Concretamente, ¿puede asegurarle a un aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Yo creo que, reglamentariamente, no deberíamos dudar hasta que cada quien nos diga “para mí no lo tiene”, y como siempre, tendremos que ir a lo mismo: aportar pruebas, y por otro lado, no creo que toda la gente que estemos en los tendidos, tengamos la capacidad para dar una opinión a distancia. Esa es la otra realidad. La Plaza México, desde tiempos de Manolete que se acuñó aquella frase de “¿y los que están allá arriba a qué vinieron?”, no creo que nadie pueda dar una opinión.

–No le pregunto de los que están arriba. Les estoy preguntando a los periodistas que tienen una vasta experiencia…

–No, no, no creo tampoco que sea cuestión de la experiencia ni de los años. ¿Por qué? Porque absolutamente nadie, nadie puede asegurar algo que o le conste. Y dos metros de diferencia, que es lo que puede haber en un callejón, más donde veas tú el toro, que puede ser de 1 a 22-23 metros, vamos a decir, no creo que nadie pueda meter la mano al fuego para asegurarlo. Ahora, también te puedo dar una opinión como aficionado, porque antes que nada yo creo que cualquier periodista, para cubrir una fuente, debe tener cierta afición, porque si no no vas a acumular experiencia. Yo creo que una cosa es lo que vemos en el toro, lo que vemos en el toro que se está lidiando en el ruedo, y ora cosa es lo que quisiéramos ver. Esa es la realidad. Creo que estamos, en algunos casos, o cuando menos en el mío, sí estamos tocados por eso, que es una cuestión de deseo. En lo particular, soy un hombre al que le gusta más el toro, más con trapío…

–Más que del trapío, le hablo de la edad… si el aficionado puede estar plenamente seguro que el toro que ve es mayor a cuatro años.

–No puede, nadie absolutamente puede estar con esa seguridad, y le voy a contestar con una pregunta que me la hacen a mí constantemente todos los días: cuando me preguntan “¿qué edad tiene usted?”, y yo les puedo decir 60 años, tengo 70 años, tengo 50, y la gente, ¿la mayoría sabes lo que me contesta?: “parece usted de otra edad diferente”. Esa es mi respuesta.

Alfredo Flórez, toriles.com:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–Sí. Debe estar garantizada.

–¿Debe estar o está plenamente garantizada esta integridad?

–Debe de estar. No soy testigo de que sea así, pero debe de estar, según el reglamento.

–Le pregunto a partir de su vasta experiencia dentro del mundo taurino y periodístico. ¿Puede asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Sí, así es.

Carlos Flores, ABC Radio [Con Sentido Taurino y crónica radial en vivo de las corridas]:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–No todas. ¿Con esto qué quiero decir?: que… algunas corridas se lidian con la edad y la integridad de las astas de los toros. Y esto te lo comento con base en los criterios de crianza y de ética de algunos criadores de toros bravos; otros… pues no me atrevo a decirte si sí o si no, porque no los conozco.

–Le pregunto…

–Pero… híjole, qué te voy a decir. Es que es una pregunta… es una pregunta que tiene obviamente su fondo. ¿Por qué?: Porque sabemos que… que el tema de las actas de nacencia hoy es un mero albur, ya no se tiene un registro firme, como se debería tener, o como en antaño, que a lo mejor se tenía de una manera más rigurosa. Hoy no tenemos cómo comprobar, cómo comprobar si un toro tiene las astas íntegras o no. Porque, mira, te voy a ser muy honesto y muy sincero: a simple vista, también muchas veces nos vamos con las fintas, ¿sí?, y es muy difícil hacer un juicio airado o sin fundamentos si un toro tiene la edad y si un toro tiene las astas íntegras. Sabemos que esa práctica ocurre no solo en la Plaza México, eh. O sea, ocurre en la mayoría de los escenarios taurinos, y ocurre en la plaza más modesta, ¿sí?, por condiciones de poca garantía en términos de contar con servicios médicos óptimos, etcétera, etcétera, etcétera… Si ocurre en plazas modestas, pues también ocurre en otro tipo de plazas, por supuesto que sí; no estoy diciendo que La México esté exenta a eso o no. Ocurre en todos lados. Y eso es por la imposición de muchos de los toreros; es más: te puedo decir que el noventaitantos por ciento de los toreros, sean figuras o no… no sé si permitan la práctica o no, pero pues ya es algo, algo que lamentablemente se ha vuelto como una cosa natural, una cosa obvia cuando no debería serlo. Eso en cuanto al término estricto de la integridad de las astas de los toros. Ahora, en cuanto a la edad, pts es que hay muchos factores que, que hay que analizar, ¿no? ¿Y por qué te digo esto?: pues porque no tenemos, lamentablemente, una autoridad que te dé un, un… diagnóstico, un resultado post mórtem, ¿no?, o que te garantice de acuerdo con un papel “esta corrida sí tiene la edad para ser lidiada”, ¿no? Pero muchas veces, vaya, hay toros que no necesitan tener el carnet ni la identificación para que se vea que se tiene la edad, ¿no? Muchas veces también hacemos juicios, muy aventurados, ¿sí?, de muchas casas ganaderas donde su tipo es ese. ¿Qué quiero decir con esto?: pues que no tienen… cajas exageradas, ni pueden cargar demasiados kilos ni se les desarrolla demasiado alguna parte del cuerpo, en este caso la cabeza, por ejemplo, ¿no?, o la misma cornamenta. ¿Sí me explico? O sea, no te puedo decir, este… puta: el 89 por ciento, el noventaitantos por ciento de las corridas que se lidian en México no tienen la edad o vienen despuntadas.

–Le pregunto a partir de su propio conocimiento, de su vasta experiencia en el medio, por la que conoce quiénes son tanto las autoridades, cuáles el método de verificación de la edad y las astas, quiénes lo realizan y quiénes son los distintos actores de la Fiesta. Por eso le pregunto: ¿entonces no se puede o sí se puede asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Mira: es más fácil que una corrida tenga la edad… o casi tenga la edad, ¿no?, porque vamos a ser muy honestos: son muy pocos los ganaderos en México que permiten que la corrida no salga de su casa si no tiene la edad. Son pocos. Entonces muchas corridas a veces se adelantan, ahorrándose medio año dándole de comer. ¿Sí me explico? O sea: son muchos factores que, obviamente, bueno, pues todos convergen en que no debería ser así, ¿no? Déjame sintetizarte de la siguiente manera:

–Dígame.

–No tenemos hoy, ¿sí? Ni el aficionado ni los medios de comunicación ni nadie absolutamente hoy en el medio, la certeza de que una corrida se lidie con la edad y las astas íntegras. ¿Por qué?: Pues porque no sé dónde han quedado los exámenes post mórtem. No sé dónde han quedado… hoy los veterinarios obedecen a las empresas. Es así. Y no tenemos esa información a la mano. Son muchas cosas que habría que rascarle, que habría que comenzar a modificar para que el aficionado tenga esa credibilidad que debe tener. O sea, si el aficionado paga un boleto por ver una corrida de toros, pues tiene que ver una corrida de toros, por supuesto que sí. Hoy no te puedo yo decir que el aficionado va a tener la certeza o la garantía al cien por ciento, al mil por ciento de lo que está pagando, es real. Y, también te comento lo siguiente: los toreros, las figuras y las no figuras hoy… pues no sé si exijan un toro despuntado o no. No es el rollo o el cuento al miedo a no poder estar bien con un toro en puntas o uno que no esté en puntas, por supuesto que no; es meramente una práctica… mala, muy mala, poco ética que hoy lamentablemente se nos ha vuelto costumbre. Y a ellos se les hace costumbre porque ellos son los toreros, ellos son los que cobran, ellos son los que están ahí. No nosotros, finalmente. ¿Sí? Dicho hace poco por el doctor Vázquez Bayod, y me lo comentó fuera de micrófonos, ¿sí?, que hace más daño un toro despuntado que un toro en puntas, una cornada que tenga que operar de un toro despuntado es mucho más complicada que una cornada de un toro en puntas, ¿sí? Entonces es una práctica mala, que se ha vuelto costumbre. Ahora, el tema de las corridas… en México no se lidian corridas de cinco años. Esa es una realidad. En México no se lidian corridas de cuatro años y meses, ¿sí? Sí hay muchos ganaderos, porque también sería muy aventurado echarnos a todos los ganaderos de México por delante, así de fácil, o eliminarlos de un plumazo, que ninguno manda una corrida de toros con edad a la Plaza México, ¿no? Pts hay corridas que, bueno… a simple vista parecen ser toros, y hay muchas características [en las] que también uno se tiene que fijar pues para ver si de entrada el toro parece toro, ¿no?, y hay, hay características físicas que tú te puedes fijar en una plaza de toros, en un callejón, el número de rodetes que tienen los cuernos de los toros, el desarrollo de las criadillas, los testículos, obviamente la morfología; si un toro está bien rematado, si un toro tiene morrillo, si está rematado de los cuartos traseros, que es lo que gusta en México. En fin, son muchas cosas, insisto. Y a veces un toro que parece toro, ¿sí?, pues resultaría que no tiene la edad; y un toro sin trapío pues muchas veces tiene la edad. Entonces, es un tema bien complicado y que está muy revuelto, muy revuelto. Yo no te podría asegurar, ¿sí?, que el cien por ciento de las corridas que se lidian tienen la edad y las astas íntegras. No. Creo que, como en todo, pues hay de todo, hay corridas que sí se lidian, ¿sí?, como deben ser y hay otras que no. Y yo creo que radica en algo, con esto concluyo: La honestidad del ganadero, creo que lleva un porcentaje enorme en todo esto, porque si un ganadero que le vayan a su casa a exigirle una corrida que no tenga la edad o una corrida muy a modo, que va en contra, incluso de los principios de crianza del propio ganadero, pues no debería salir de su casa ganadera. Así de fácil, ¿no?, ¿sí? Ese es el factor número uno, número uno. Si un ganadero honesto dice: “señores: estos toros que quiere este torero no salen, pues porque no están puestos o porque están muy cómodos. Sabes qué: aquí tengo otros cinco. ¿Por qué no te llevas estos?, y acompletamos [sic] con otros tres de acá”. “No”. “Pues entonces no se vende mi corrida. Punto”. Ahí empezaría a cambiar la fiesta de los toros. Pero pues como hay muchos ganaderos que pues solamente, obviamente, buscan hacer el negocio, ¿no?, y obedecen a las pretensiones de muchos actuantes de la Fiesta: veedores, toreros… este, la propia empresa muchas ocasiones… que la empresa… el tema es poner a todos estos de acuerdo, pts los va a contratar; yo creo que a la empresa le da lo mismo pues que se lidie una corrida… que maten lo que ellos quieran. Aquí creo que los toreros son los principales responsables del cuento, y claro, también vienen muchas responsabilidades conjuntas en todo esto, ¿no? Y obviamente la autoridad. Pero sí creo que si un ganadero tiene la ética por delante, y el principio claro que lo que se lidia en su casa son toros, pues esto sería mucho más fácil, ¿no?, y nos evitaríamos que si existen los exámenes o no, han de existir, dónde están las actas de nacencia o no, pues deberían aparecer. Pero si existiera esa ética por delante, de los criadores de toros de lidia, creo que muchas cosas serían más fáciles.

 II

   A lo anterior, y como resultado de su impecable o implacable propósito por aplicar en derecho la comunicación. Y más que tal circunstancia, su anhelo por redireccionar el ejercicio periodístico que se extiende en el medio taurino mexicano, el cual es consecuencia directa de lo que hemos leído, pone a la consideración de ese sector, una “Breve guía contra el publicronismo taurino” que también integro a estas notas.

Breve guía contra el publicronismo taurino.

 Mauricio Romero

La credibilidad es el mayor bien del periodista, aseguran los maestros. Y para su construcción es indispensable la independencia, de la cual carece el grueso del grupo de comunicadores que cubre –en el sentido de tapar más que periodístico– lo que ocurre en la Plaza México.

El publicronismo es lo que impera en la fuente taurina mexicana. Es decir, comunicadores que hacen publicidad bajo el disfraz de periodistas, cronistas o comentaristas.

El engaño se vale de diversos métodos y herramientas que los publicronistas van perfeccionando con el paso de los años: de la zalamería abierta a los chistoretes y la verborrea; de la pedantería al academismo y el oportunismo seudocrítico.

“Lo mismo trabajan para hacer ver que lo blanco es negro como que el sol no alumbra. […] Su misión principal y única se reduce a ensalzar a quien paga, y en verdad desempeñan a la perfección tan poco airoso papel”, ya denunciaba en el ocaso del siglo XIX El Cesante H, cronista catalán.

En México, en la década de 1940, la revista Tiempo abundó en la corrupción del ecosistema taurino local y así resumió el objetivo del gremio cobero: “Si el torero estuvo mal, la culpa la tendrán los toros. O la habrá tenido el viento, si el ganadero también paga. En todo caso, el público ignorante y villamelón, si es que no hubo viento”.

No descubrimos nada nuevo, pues la corrupción en la fuente taurina es tan añeja como la conversión de la Fiesta en negocio. Entonces, la intención es brindar una breve guía sobre los usos comunes de la manada que colma el burladero de Prensa de La México –tanto de radio, televisión como de medios escritos– para que no lo engañen tan fácil, para recordar que el periodismo no es publicidad descarada ni encubierta.

[Advertencia: si los vicios se parecen a los que se dan en otras partes, y aún continentes, no es coincidencia, ya que el cáncer dentro del mundo taurino ha hecho metástasis.]

-La empresa no puede darle gusto a todos.

Ante cada presentación del elenco del derecho de apartado [abono], los defensores de la empresa tienen un clásico sofisma: “no se le puede dar gusto a todos”. Minimizan los reclamos y ni por error mencionan que sobre las ganaderías de costumbre pende el resentimiento de la afición alimentado durante años por encierros anovillados y descastados.

-Una “buena entrada”.

La Monumental Plaza de Toros México es la más grande del mundo; la de mayor aforo, pues. Y su arquitectura tiene un detalle que suele dejarse de lado: más de la mitad de su capacidad está en los tendidos generales.

La maldición de la galería General es que en las crónicas deja de existir cuando se habla sobre la asistencia del público a la plaza.

En sus cálculos a ojos de buen cubero, los publicronistas celebran que hay 1 cuarto de entrada cuando apenas se difuminan un poco la barrera y algo del primer tendido [“buena asistencia”]; suben a 1 tercio cuando ya se ve gente en el segundo [“muy buena entrada”]; ¡media!, cuando se ven ocupadas las barreras, buena parte del primer tendido y menos de la mitad del segundo [“¡excelente!”]; si se ven cabezas en las últimas filas del segundo tendido, la euforia escala los tres cuartos [“¡entradón!”]; con Enrique Ponce, el Juli o Hermoso de Mendoza se llena[ba] el numerado y aflora[ba]n puntitos en General, entonces, el éxtasis: “¡casi lleno!”.

Para que no le vean la cara, tenga en cuenta que la distribución de las localidades –la última intervención a la plaza no debió de variarla mucho– es la siguiente:

2 mil 279 en barreras, 3 mil 274 en el primer tendido, 12 mil 792 en el segundo, 833 en los palcos, 105 en los balcones, 1 mil 279 en las lumbreras y, ¡atención!, 20 mil 700 en General.

Entonces, si Pablo Hermoso de Mendoza, el Juli o Enrique Ponce cubren la mayoría del tendido numerado, no meten tres cuartos de plaza ni dos tercios: habrán metido menos de la mitad de la capacidad de la plaza.

-Fotos del entradón.

Para completar el punto anterior se tienen las lentes de las cámaras y quienes están detrás de ellas: simbiosis que también sirve para alterar la realidad. Por ejemplo, no es lo mismo tomar una foto o un cuadro televisivo del tendido de Sol que el de Sombra; por supuesto, General también termina despareciendo de las imágenes difundidas.

Para combatir la ilustración proempresarial están las imágenes de los aficionados a través de las redes sociales.

-Los toros no tienen palabra

Ante la debilidad, las lesiones o enfermedades que luego se evidencian en el ruedo, pero sobre todo ante la mansedumbre escogida por empresarios-ganaderos-toreros, los comentaristas tienen un dicho infalible: “los toros no tienen palabra de honor”.

“La única obligación del ganadero es traer bien presentada la corrida”, se atreven a decir, aunque no esté bien presentada. “Pero la bravura y el comportamiento… ya es otra cosa”, se apresuran a disculpar.

-El encaste.

El encaste San Mateo-Llaguno-San Martín es así, “ese es su fenotipo”, ilustran los comentaristas conocedores del toro. Por tanto, siguen, es bajito, de extremidades cortas y cornicortitos. Y si usted espera otra cosa, entonces es un villamelón, no conoce el tipo del toro mexicano; lo que quiere ver son búfalos, México no es Madrid ni Bilbao, regañan. La intención es clara: fecundar en el ideario de la afición –tanto mexicana como extranjera– que el tipo de toro “mexicano” son los “zapatitos” del grupo de ganaderías que cada año aparecen en La México y no los provenientes de los hierros repulsados por las figuras y el grupo encabezado por la familia Bailleres.

-El disfraz de crítico.

Es quizá el examen profesional de los publicronistas. No está al alcance de todos, solo de quienes tienen el colmillo suficiente o el oportunismo recatado. Bien saben cuándo hablar de hechos que dañan a la Fiesta y disfrazarse de periodistas preocupados por su integridad.

Empero, ¿en qué circunstancias vemos a los publicronistas reconvertidos en críticos? Pues cuando el fraude, petardo o bronca son tan evidentes que el quedarse callados sería demasiado burdo hasta para ellos. Recuerde que su objetivo es mantener la apariencia de periodistas imparciales, objetivos, honestos; entonces, si algún aficionado los increpa por medio de alguna red social por su coba cotidiana podrán responder que son inocentes, que cuando hay que hablar y decir que las cosas se hacen mal se dicen y ya, que han criticado los vicios del espectáculo; que se ocupan por la dignificación del toreo como el mayor de los aficionados.

De ahí el refinamiento del ardid.

Pero fíjese que cuando se atreven, no pasan de las palabras trapío, seriedad, presentación, casta… Cuando los publicronistas quieren pasar por críticos y defensores de los intereses de la afición y la Fiesta, subrayan que es una obligación de los ganaderos y las empresas traer encierros de acuerdo con la “importancia de la plaza”, sin embargo, la palabra que no pronunciarán jamás, jamás, es EDAD, mucho menos tocan aquel latinismo que quema: POST MÓRTEM. ¿Cuántas veces escucha o lee esas palabras de los comentaristas presentes en la Plaza México?

-Eufemismos. Son una familia cuyo fin es no llamar las cosas por su nombre, y hay un par de usos harto extendidos en la crónica plublicronista:

a-Diminutivos

“Un pelín trasero”, “un poquito desprendida”, describen los puyazos y las estocadas sin importar que estén a medio lomo o en la paleta de la res. También sirve cuando la invalidez o la mansedumbre son innegables: “bajito de fuerza”, “cortito de casta”.

b-Lenguaje negativo

Dicen lo que no es, lo que falta, en vez de describir. Y eso tiene un fin: minimizar lo evidente. Prefieren decir “falto de transmisión” y no mansedumbre; “no se ajustó” a despegado; “no está sobrado de fuerzas” a débil; “menos cuajado”, “no bien rematado” a mal presentado; “no en buen sitio” a caída, trasera o golletazo.

-Enciclopedismo para marear.

También sirve para distraer la atención de lo que está pasando. Hay quienes son capaces de mencionar fechas, nombres de toros, plazas y hasta colores de vestidos utilizados aquel día en que una paloma se paró abajo del reloj, pero son incompetentes para describir la morfología y las condiciones del burel abecerrado en turno o la actitud del torero. Por supuesto, en las memorias enciclopédicas se borran las veces en las que la afición no aguantó más e increpó con fuerza a tal o cual figura; recuerdan con lujo de detalle todas las tardes de triunfo y apoteosis, pero nada de los días de broncas abiertas ni de los motivos que las originaron. Pero eso sí: cuando el ruedo se convierte en un pantano de mansedumbre y presunción de fraude afloran los datos inútiles, las anécdotas personales, las efemérides inoportunas.

-Comerciales comerciales, comerciales.

Cada vez que escuchen que “habrá una corrida” en tal o cual lugar, pregúntenle al comunicador si fue contratado por la empresa, y copien su pregunta a Hacienda. Y de paso, cuestiónenle los motivos por los cuales no nos avisó de cada festejo que se va a dar en las plazas ajenas al consorcio que lleva La México.

Peor aún: con cinismo incluso fungen como presentadores en los eventos de la empresa o como apoderados de toreros y ganaderos. ¿Qué confianza puede tener en la información difundida en quienes se regodean en conflictos de intereses?

-Apoye asistiendo.

No se deje chantajear. Viven diciendo que es obligación del ver-da-de-ro aficionado “retratarse en la taquilla” –el que los boletos de cortesía que dan las empresas suelan quedarse en las familias y amigos de los comentaristas es otra cosa, aunque parte de los mismo, diría Cantinflas–.  “La Fiesta se vive in situ”, remachan para señalarle la porquería de aficionado que es si no va a ver a Ponce con bernaldos, al Juli con teófilos, a Morante con marrones o a cualquier otra figura con los hierros de costumbre; por supuesto, no importa la edad ni el arreglo de los pitones, mucho menos la casta. Usted no debe pensar en eso, pues su obligación es gastar el equivalente a varios días de trabajo para demostrar la sinceridad de su afición. “Se apoya la yendo a las plazas”, insisten si es que no lo han convencido, y hasta apelan el nacionalismo: “así es como se impulsa el toreo mexicano”, gritan sea cual sea la calidad del espectáculo. ¿Se apoya al cine mexicano yendo a ver las películas de Eugenio Derbez en Cinépolis o Cinemex?, ¿se impulsa el teatro mexicano asistiendo a las funciones de Carmen Salinas en los inmuebles de Televisa?

-¡Salió el toro!

“Un toro en toda la expresión de la palabra”; “¡un corridón de toros!”; “serio, serio”; “un toro-toro”. Expresiones de este tipo brotan cuando se da una tarde con un encierro destacado. El inconsciente los traiciona y hace gritar de felicidad a los publicronistas, que cada semana les toca decir que al ruedo de La México saltan toros. Cuando ello ocurra bien puede preguntarles si lo que se vio tardes anteriores no eran también corridones serios-serios, con toros-toros; ¿por qué tal algarabía?, ¿qué no es lo que vemos todas las tardes?, ¿por qué no se expresan así corrida a corrida?

-Obviedades.

También se saben vestir de justicieros. Cuando algún torero marginado por el sistema taurino, al que por supuesto ellos tampoco nunca tomaron en cuenta –sin importar los años en la brega, su distinción de las figuran en cuanto a las ganaderías lidiadas y formas de hacer el toreo–, por fin logra un triunfo importante en la plaza mayor, los comentaristas se suben al carro y ensalzan al antes ignorado o aún vilipendiado. “Toreros como él son los que hacen falta”, exclaman; “merece estar en las plazas y ferias importantes”, sentencian los justos. Sin embargo, si los empresarios los vuelven a tapar, ellos olvidan igual de fácil.

-Un torero grande desata polémica.

Las figuras siempre pueden contar con sus escuderos, quienes achacarán los enojos del tendido a la propia “aureola” de los grandes. “Una figura del toreo despierta pasiones”, dicen. “Siempre hay partidarios y reventadores”, rematan, soslayando que los reclamos fueran derivados por el ganado lidiado y no por su tauromaquia necesariamente. La fórmula bronca=importancia=figura también es aplicada. Entonces, los petardos acaban convertidos en expresión de grandeza.

-Solo quienes están en los medios `tradicionales´ son dignos de palabra.

Aborrecen las redes sociales, los blogs, las páginas que no son auspiciadas por ganaderos, empresarios y demás miembros del círculo taurino conocido. Como fenómeno social, la multiplicación de voces turba a quienes creen en el pontificado de los “líderes de opinión”, tan acostumbrados a hablar sin recibir respuesta. Eso se acabó y aún no lo digieren.

El grado de dificultad para tapar los fraudes en las plazas se vuelve insalvable ante la circulación de fotos y videos incontestables. El público, la afición y la minoría crítica ahora se puede dirigir directamente a los publicronistas; los exhiben y estos solo han atinado a dos cosas: callar flagrantemente o responder que las redes dan voz a una turba ignorante, y, por tanto, que uno solo debe fiarse de los conocedores consagrados en los medios “tradicionales”.

No caiga en esa trampa. Primero pregúntese –y pregúnteles– por qué están los que están, ¿por qué se oye, ve y lee a los mismos desde hace años, décadas? Ellos dicen que por su “calidad”, “respetabilidad”, “profesionalismo”, “experiencia” y demás virtudes. Si por tanto tiempo nos hemos mantenido, por algo será, espetan.

Sin embargo, no es que los titulares de los programas de radio y televisión o los escribanos de los periódicos longevos estén vigentes debido a su conocimiento o aportación periodística. Están precisamente por lo contrario: por saber sobrevivir sabiendo qué callar y qué disfrazar, cuándo inclinarse… por ser la antítesis del periodismo.

   No cabe duda que lo anterior levantará ámpula. Sin embargo, no debemos olvidar que la narración de hechos debe ir acompañada, en lo posible, de la personal opinión o reflexión crítica de quien la emite, con objeto de que el lector o el auditorio a quien se pretende ilustrar, tenga como resultado el hecho de que ambas partes –transmisor y receptor-, han visto una misma realidad.

A muchos aficionados nos consta que un festejo taurino se convierte en tantos festejos taurinos como sea posible. De ahí que nos resulte difícil coincidir con voces o plumas que hacen pública su opinión al respecto. Conviene, en estos tiempos en los que el espectáculo de los toros se ha convertido en blanco de cuestionamientos, no solo desde dentro. También desde fuera, que se haga un alto en el camino para intentar poner las cosas en su debida dimensión, en su justo equilibrio y con ello evitar un inútil contagio que pone a la comunidad de quienes acuden a un festejo en medio de la peor de las incertidumbres.

Para terminar, diría que la labor honesta de Mauricio Romero es la de un periodista hecho, demoledor como pocos, pero cierto de que sus afanes son comulgar con la verdad, y a ella va con seguro paso.

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